Curación del paralítico en la piscina. Murillo. National Galery, Londres.
Nos hemos convertido en una sociedad sentada. Pasamos en esta postura la mayor parte de las horas de vigilia. Trabajamos sentados, nos alimentamos sentados, leemos y vemos la televisión sentados... No siempre ha sido así. Basta con acordarnos de nuestros abuelos para comprobar que antes era posible caminar y moverse más. Hoy, desde los más jóvenes a los más mayores, todo el mundo pasa sentado más tiempo del recomendable con consecuencias para nuestra salud. El gasto calórico disminuye, el porcentaje de personas con obesidad aumenta, la forma física se resiente, aumenta la frecuencia de dolores de espalda ó de aparato locomotor, aumenta la frecuencia de diabetes, hipertensión y problemas cardiovasculares.
Pero no es solo el cuerpo el que se para también asentamos nuestra mente. El cerebro humano está diseñado para procesar información al aire libre. En nuestra época lo estimulamos con pantallas diversas reduciendo el tiempo que pasamos en la calle. Se da pues una hiperestimulación artificial en detrimiento a la estimulación natural para la que estamos preparados. Cada vez son más las horas del día en las que atendemos alguna pantalla. No conocemos todas las consecuencias de este cambio pero sí sus efectos como el aumento de la ansiedad y stress, problemas para conciliar el sueño, alteración del estado de ánimo y malestar emocional.
Al asentar cuerpo y mente se resiente la creatividad y la conexión con uno mismo. Hay menos movimiento físico, cognitivo, emocional y transcendente. Más facilidad para repetir patrones ó quedarnos fijados a pautas de comportamiento no adaptativas. La evolución nos dotó de la capacidad de movimiento para sobrevivir, limitarla ó perderla nos vuelve vulnerables. El asentamiento exagerado deteriora cuerpos y mentes, probáblemente acabe deteriorando el alma si me permiten el atrevimiento.
¿Cómo enfrentarnos a esta situación?
No nos queda otra que tomar conciencia. Cada cual deberá contemplar su vida y dedicir si está contento con su modo de moverse, de relacionarse con el medio y con los demás. ¿Es adecuada ó quizá no? ¿Nuestros desplazamientos son siempre los mismos? ¿Nuestras relaciones, rutinas, hábitos no son sospechosamente inmóviles? ¿llevamos tiempo queriendo mover algo en nuestras vidas pero nunca damos ese paso?
Levántese un instante, un par de segundos antes de seguir leyendo. Sentir la asombrosa capacidad de nuestros pies para sostener el peso del cuerpo libera nuestros cansados hombros y nuestra fatigada espalda. Rescatemos los pies. Además son fabulosos para dar un primer paso y ponernos en marcha hacia cualquier parte, hacia cualquier proyecto, hacia cualquier persona. "Levántate y anda" sigue siendo una de las frases más sanadoras que un ser humano puede decir a otro.