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viernes, 5 de octubre de 2018

¿Se acabó el chocolate sanitario español? Is there no more Spanish health chocolate?





Retrato del doctor Boucard. Tamara de Lempicka.





"The latest study by the medical journal The Lancet has lowered the euphoria. The public health system dropped ten places at a stroke in 2016, the last year evaluated, with respect to 2015. The research has measured the quality of the world's 195 states by comparing data from 32 curable causes of death with adequate medical care and the population's accessibility to treatment. Spain obtains 92 points out of 100, below the 97 achieved by Iceland and Norway, which are in first place, although it is placed ahead of France, the United Kingdom, the United States or Portugal".




It is not easy to measure the excellence of something as large and complex as a health system where it is usually easier to count the number of transplants than the number of hours holding a dying person's hand. Where the surgical waiting list counts more than the waiting days when I have an appointment with my family doctor or the inefficient robotic surgeries shine brighter than the small surgical processes that nurses and doctors do in primary health centres.

What does seem obvious is that the Spanish health system is leaking. There are big holes under the waterline that overload a tired and entertaining crew shrinking buckets in a gentle way instead of doing a careful and quality assistance as it should.

As it is very slow sinking it is not in the news. The most you will see will be headlines like the one in the Voice of Galicia: "Cardiology saves the honor of health", from which we have taken the opening paragraph.


To the public it seems much more disturbing the possible result of the next game of his soccer team or the vagaries of politicians and famous  that are the kings of the gossip that floods our mobiles.

Facts such as the disappearance of philosophy teaching from high schools or that almost all family doctors have an average of five or six minutes to see a patient will never appear on the news. That is why I continue to bet on the need to facilitate reflection and awareness from blogs or social networks going against the tide of noise and falsehood that seems to flood our world. The objective is not to achieve fame or glory, it will suffice for the bottle to reach another island and someone, far away, to read the message that miraculously survived the journey. There is much to do, the world we want to build depends on us.






"El último estudio realizado por la revista médica The Lancet ha rebajado la euforia. El sistema público retrocedió diez puestos de golpe en el 2016, el último año evaluado, con respecto al 2015. La investigación ha medido la calidad de los 195 estados del mundo mediante la comparación de datos de 32 causas de muerte curables con una atención médica adecuada y la accesibilidad de la población a los tratamientos. España obtiene 92 puntos sobre 100, por debajo de los 97 que logran Islandia y Noruega, que se sitúan en el primer puesto, aunque se coloca por delante de Francia, el Reino Unido, Estados Unidos o Portugal"




No es fácil medir la excelencia de algo tan grande y complejo como un sistema sanitario donde suele ser más sencillo contar el número de transplantes que el de horas sosteniendo la mano a un moribundo. Donde cuenta más la lista de espera quirúrgica que los días para que me den una cita con mi médico de cabecera o brillan más las ineficientes cirugías robóticas que los pequeños procesos quirúrgicos que enfermeras y médicos hacen en los centros de salud.

Lo que sí parece evidente es que la sanidad española hace agua. Hay grandes agujeros bajo la línea de flotación que sobrecargan a una cansada tripulación entretenida achicando cubos a mansalva en lugar de en hacer una asistencia cuidada y de calidad como debería.

Como es un hundimiento lento y pausado no sale en las noticias. Lo máximo que verán serán titulares como el de la Voz de Galicia: "Cardiología salva la honra de la sanidad", del que hemos tomado el párrafo inicial.


Al respetable le parece mucho más inquietante el posible resultado del próximo partido de su equipo de fútbol o los azares de políticos y famosos de postín que son los reyes del cotilleo que inunda nuestros móviles.

Hechos como que la asignatura de filosofía haya desaparecido de los institutos nacionales o que casi todos los médicos de familia tengan de media cinco o seis minutos para ver a un paciente no saldrán nunca en un telediario. Por eso sigo apostando por la necesidad de facilitar la reflexión y la toma de consciencia desde blogs o redes sociales yendo contracorriente del maremagnum de ruido y falsedad que parece inundar nuestro mundo. El objetivo no es alcanzar fama ni gloria, bastará con que la botella llegue a otra isla y alguien, muy lejos, lea el mensaje que milagrosamente sobrevivió el viaje. Hay mucho por hacer, el mundo que queramos construir depende de nosotros.






martes, 11 de septiembre de 2018

La crisis de la asistencia sanitaria rural en la sierra madrileña





Esta semana el director del equipo de atención primaria de Soto del Real, el doctor Fernando Blázquez, ha presentado su dimisión junto con la responsable de enfermería. Ambos son excelentes profesionales y cuentan con la confianza de sus compañeros tras años de trabajo dirigiendo el equipo. Las razones aducidas son las desavenencias con los directores de zona en relación a la gestión de personal, tema que viene de largo y que en los últimos meses se ha hecho insostenible por múltiples razones. El equipo citado consta de un centro de salud de cabecera en Soto que dispone de servicio de atención continuada 24 horas, así como dos consultorios locales en Guadalix de la Sierra y Miraflores de la Sierra. ¿Cuál es el problema? la mayor parte del año el servicio está precarizado al no cubrirse las reducciones de jornada de varios profesionales y las ausencias por bajas y diversos motivos, sobre todo de médicos de familia y pediatras. Esto produce un nivel de tensión continua en los miembros del equipo cuyos médicos tienen que realizar un exceso de trabajo para cubrir las ausencias, los administrativos bregar con usuarios enfadados que ven sus citas demoradas o no las pueden concertar cuando ellos desean y las enfermeras trabajar varías horas al día en entorno rural sin que haya médico en el centro.

El problema es que al mantener un servicio precarizado en una zona con mucha patología crónica, población envejecida y una alta frecuencia de emergencias vitales graves que requieren traslado en UVI móvil al hospital varias veces a la semana, la seguridad del paciente se ve comprometida permanentemente y los profesionales sobrecargados de forma habitual. Dejar desprotegido un pueblo alejado sin médico varias horas al día o la jornada completa es una temeridad que desgraciadamente se ha convertido en hábito.

¿Qué responsabilidad tienen los gestores ante estos hechos? ¿Quién debería responder y tomar medidas? ¿Deberían los profesionales tomar las suyas y denunciar en el juzgado esta situación?







lunes, 3 de septiembre de 2018

Medicina basada en la supervivencia






Sobrecargar a un piloto de avión no es bueno. Tampoco a un conductor de autobús o a un controlador aéreo. Paradójicamente nuestra sociedad sobrecarga a los médicos y nadie se echa las manos a la cabeza. A los más jóvenes con un exceso de guardias y precariedad laboral, a los más experimentados con agendas rebosantes. Hay que admitir que venimos de épocas pasadas en las que el pluriempleo médico era la norma y compaginar consulta pública y privada esencial para llegar a fin de mes. Pero en estos momentos suele ser la organización empleadora quien trata de sacar el mayor jugo posible de cada facultativo.

Cuando a uno no le dejan dormir en una guardia (que suele implicar que tras las ocho horas de trabajo se añadan16 horas seguidas de servicio y muchas veces otras ocho de jornada laboral normal si no se libra) termina aborreciendo las mismas y aprendiendo todo tipo de trucos para sobrevivir.

Cuando a uno le añaden la lista de pacientes de otro compañero ausente (por enfermedad o permiso) y le toca atender 60-70 pacientes en un día (uno cada 3-4 minutos) dos o tres meses al año, termina echando humo y maldiciendo.

Cada vez las consultas de medicina general están más precarizadas. Se destinan menos recursos económicos y en consecuencias menos recursos humanos. A la par la complejidad de los problemas de salud de nuestra sociedad se va incrementando al envejecer la población por un lado y tolerarse peor cualquier sensación de incomodidad por otro. Vamos abocados a aumentar el hospitalocentrismo, lo que genera más sobretratamientos, sobrediagnóstico, gasto económico y problemas de seguridad del paciente.

Un médico de familia sobrecargado termina trabajando en modo supervivencia. Eso no es bueno para nadie. Si el rol de médico de cabecera arde también lo hará el resto del sistema y se dificultará la vida de muchos pacientes y cuidadores.

La ciudadanía tiene mucho que decir, también los gestores sanitarios, políticos y responsables. Por supuesto los profesionales sanitarios. Y además de decir ponernos manos a la obra para mejorar la asistencia sanitaria y velar para que no salten chispas ni arda nadie.


viernes, 31 de agosto de 2018

¿Tiene solución la crisis del Sistema Sanitario Público español?





Ante la deconstrucción del Sistema Sanitario Público me anima escuchar las voces que animan a un rearme ético y todas aquellas que tratan de aportar reflexión e ideas.

Me ha gustado especialmente el artículo de la dra. Elena Aguiló Patrana que bosqueja una introducción histórica mezclada con su visión como trabajadora asistencial.

El Titanic sanitario se enfrenta a un enorme iceberg, como muchos llevamos años anunciando:

Lo que se ve:

Sobrecarga
Falta de reconocimiento
Desmoralización



Lo que no se ve:

Yatrogenia
Individualismo
Medicalización
Perdida de sentido
Consumismo sanitario
Neohospitalocentrismo y seducción tecnológica
Invención de enfermedades
Desmotivación profesional
Desconocimiento de la construcción social de la subjetividad
Inequidad
Exclusión
Descapitalización AP
Sobrediagnóstico y sobretratamiento
Fragmentación
Inmediatez

(Extraído del artículo citado)


El hecho de que la orquesta del afamado barco cumpliese con su deber hasta el final no impidió el hundimiento, aunque tal vez lo hizo más tolerable para el pasaje. Me cuestiona que no seamos capaces de mayor audacia dado que la labor de anuncio del peligro y la de sostener los despojos está claro que no han afectado un ápice al rumbo de la nave.

miércoles, 18 de julio de 2018

¿En qué grado somos los profesionales de Atención Primaria responsables de su deterioro?






Tras leer una reflexión de Rafa Cofiño sobre la arrogancia de la medicina de familia y la Atención Primaria donde con criterio se pone el dedo en algunas yagas acepto la invitación del autor para unirme a su línea de pensamiento y plantear la pregunta que da título a este texto.

Lo primero aceptar, aunque sea con dolor, que los pecados capitales que cita Rafa son totalmente ciertos. Agresividad asertiva, buenismo exacerbado, soberbia, orgullo, arrogancia y algo de ceguera, confusión y falta de referentes, guías o un mínimo liderazgo con sentido.

Y es que la reforma de la Atención Primaria que trajo los actuales centros de salud, la medicina de familia, la enfermería comunitaria y todo lo demás fue un claro avance congruente con los tiempos. Una subida de escalón. Lo que parece que ha ocurrido es que nos hemos quedado de piedra en ese rellano, dentro de una escalera sanitaria que parece derrumbarse poco a poco. ¿Por qué no se han dado más pasos? ¿Por qué no ha avanzado el modelo, la forma en que prestamos servicio y atención?

Responder estas preguntas no es sencillo, no por falta de respuestas válidas sino por ausencia total de alternativas o propuestas implementables. Como mucho hemos desarrollados modelos teóricos o elaborado sesudos informes y manuscritos dando cuenta de lo mal que está la cosa pero sin conseguir que nadie ponga un euro o acometa cambios de calado. Llevamos mucho tiempo acumulando manos de pintura sobre un casco apolillado que no deja de abrir vías de agua cada vez más terribles. Ahora lo llaman cronicidad, complejidad o envejecimiento poblacional pero son las mismas heridas del sistema por las que cada vez mana más agua.

Sergio Minué lleva años predicando en el desierto los males y pecados que sufre la medicina de familia y la Atención Primaria. Lo hace desde su blog con una gran lucidez, aportando argumentos de peso y su correspondiente defensa teórica. Su discurso también suele señalar hacia la pregunta con la que empezamos esta reflexión. Y es que alguna responsabilidad tendremos los miles de profesionales que servimos en este barco maltrecho llamado sanidad y sus correspondientes asociaciones profesionales (colegios, sociedades científicas, sindicatos, etc...).

Lo cierto es que no es fácil proponer cambios e innovación en ámbitos rígidos, sobrecargados y hiperburocratizados y desfinanciados. Después de atender una consulta de más de 40 pacientes o de alguno menos pero con mucha complejidad, no suelen quedar ganas para inventar la pólvora o comenzar una revolución. Conozco a muchos médicos de familia que sobreviven como pueden en cotidianidades que les chupan literalmente la sangre. Los pecados que se nos achacan son todos verdaderos, y la lista propuesta se queda claramente corta. Pero a los pecadores anemizados por décadas de sangrías tanto en el presupuesto como en sus carnes no les da su maltrecho cerebro para hallar el grial que les conduzca a ese edén sanitario de los que todos hablan pero que nadie ha visto (ni siquiera en el Reino Unido o los países nórdicos).

Un servidor se reconoce pecador. También del todo ignorante, mucho más sobre cualquier tema de griales santos o profanos. Ahora que me he retirado a trabajar de médico de pueblo mi ignorancia es aún mayor al empezar a darme cuenta de que la complejidad social, psicológica, biológica y existencial de los pacientes que atiendo supera en mucho mi capacidad. Hace falta tiempo y espacio para enfrentarse, atender adecuadamente y aguantar la incertidumbre que trae consigo la complejidad. Si además viene llena de dolor, sufrimiento, agobio, edad avanzada y pluripatología no les digo nada. Pero con el tiempo pasa como con el dinero: parece que no hay.

Soy consciente de que las propuestas que hemos podido haber lanzado en estos años, los caminos que han acabado en fracaso o los pocos aciertos que hayamos conseguido no serán suficientes. No hemos tenido fuerza (probablemente por nuestra legendaria desunión) las enfermeras, trabajadoras sociales, administrativos, matronas, directivos y médicos que trabajamos en Atención Primaria para que nada de calado se implemente. También me doy cuenta de que será el mercado, una vez más, el que ocupe el vacío de liderazgo y de propuestas. Y no me gusta nada el panorama.

¿Responsabilidad? Sí, asumo que soy enteramente responsable de este nuevo hundimiento, quizá el último. Pero no soy ingenuo, también lo son los cuadros directivos que durante años han minado datos en lugar de salir del despacho y atreverse a hacer cambios, los políticos que han priorizado año tras año su interés y el ciudadano medio que en general se ha mantenido al margen.






Trailer SEIS MINUTOS from Seis Minutos on Vimeo.

viernes, 29 de junio de 2018

En el rescate de líderes y guías en salud







En el ámbito de la sanidad pública en el que desempeño mis funciones desde hace mucho tiempo sufrimos una profunda crisis de liderazgo. Si bien todos los puestos de responsabilidad están bien ocupados y cada vez se diseñan más cargos directivos, paradójicamente es raro encontrarse con gestores o profesionales que lideren equipos hacia objetivos o misiones concretas que abran nuevos caminos.

Lo habitual es el protocolo, no salirse de lo establecido, evitar cambios e innovación y de paso no salir del despacho o la consulta nos vaya a pasar algo.

Esta actitud en los cuadros directivos está siendo imitada por los profesionales de a pie que siguen sus consignas. La sobrecarga asistencial y la desidia institucional hacen que los médicos de familia salgan de su consulta a implementar alguna actividad comunitaria cada vez menos, las enfermeras y trabajadores sociales lo mismo y en los hospitales todo se baraje dentro del servicio y se interaccione lo mínimo con atención primaria u otros agentes.

El problema de centrarse en el "protocolo" es que se pierde la función social de guía. Los profesionales de la salud además de sus obligaciones asistenciales han de ser agentes de educación sanitaria y de orientación en salud, funciones que cada vez se atienden menos y están siendo copadas por intereses mercantiles con un gran ánimo de lucro. Esto implica tener algún grado de presencia pública, en la comunidad donde se trabaje, en los medios de comunicación, en Internet o en redes sociales. Implica interesarse porque los contenidos de salud de calidad se extiendan y difundan. Por fomentar la reflexión y la toma de conciencia. Por potenciar los autocuidados y la autogestión de la salud y la enfermedad.

Necesitamos líderes que vayan en cabeza, que se atrevan a abrir nuevos caminos desde una actitud de servicio y búsqueda del bien común. Pero sobretodo necesitamos guías que en sus pequeños ámbitos de actuación, desde una consulta de enfermería, trabajo social, psicología, fisioterapia o medicina sean capaces de orientar y animar tanto a colegas como a pacientes.

No hacen falta grandes heroicidades, basta con publicar un blog o algún artículo en un periódico local, escribir una carta al director o hablar en la radio del barrio. Incluir algún mensaje de salud en nuestras redes sociales, ir una vez al año a algún colegio o a algún ámbito público a dar una conferencia. Tejer redes comunitarias intraprofesionales o en la zona donde se trabaje... Salir del despacho o la consulta.

Es inadmisible que muchos gestores no conozcan personalmente a sus subalternos y viceversa. Que los profesionales de hospital no se traten nada con los de atención primaria, que los de atención primaria no conozcan a los farmacéuticos comunitarios, alcaldes o miembros con algún papel social de su comunidad. También lo es el que al buscar información en Internet sea rarísimo encontrar contenidos de calidad de profesionales de la salud independientes no patrocinados.

Nuestra sociedad sigue los discursos en salud de famosos y cantamañanas sin criterio que son aupados por televisiones y medios que les dan notoriedad y visibilidad. De esta forma camina sin norte siguiendo los dictámenes de un mercado que no tiene escrúpulos a la hora de vender productos y servicios que anuncian como panacea universal para hacer caja.

Me da esperanza conocer a muchos profesionales de la salud que realizan esta función de guía de forma callada y constante. Gente buena que busca el bien de la gente con la que trabaja, el beneficio de sus comunidades, la mejora social. Profesionales que han de batallar con grandes cargas laborales y problemas institucionales diversos y que resisten la dificultad y aún le echan ganas para innovar o compartir un escrito o una charla. Es cierto que no suele haber reconocimiento dentro de las organizaciones donde trabajan ni a otros niveles, pero esto no está impidiendo que haya valientes que sigan llevando esta vieja antorcha.

Es posible. Desde esa certeza lanzo este pequeño llamamiento para que visibilicemos, agradezcamos y animemos el buen hacer de tanta gente que se deja la cara en el mundo de la salud.



lunes, 25 de junio de 2018

La mejor innovación en el mundo de la salud. 最好的創新 The best innovation in Health





最好的創新


多年來,我反映了公共衛生保健的哪些方面可以改進。這個清單非常龐大。我重新調整了這個問題的重點,重點關注了我關心的問題,並將這個問題變成了為我提供更好服務的家庭醫生。

我首先看到的第一件事就是走出辦公室。由於護理過重,我的組織迫使我花費大量時間,但這最終會損害我最脆弱的患者的家庭護理和普遍被忽視的整個社區健康問題。它還會造成專業隔離並與系統中的初級保健團隊和其他專業人員失去聯繫。為了建立專業聯繫並改善與他們和我工作的社區的溝通,這是多年來一系列的行動。

我想改善的第二件事是醫護人員和普通人群的健康教育。我通過同意參與使用傳統媒體的電視,廣播和印刷媒體節目來做到這一點。同時從我的博客和我的視頻頻道分享社交網絡上的健康內容。寫一本書是朝這個方向邁出的又一步。基於對同事和患者的良好評價,這不僅證明我的努力是正確的。當然你也可以在學校,會議,大會或其他我需要的論壇上舉辦講座或會議。

第三個要審查的問題涉及我的個人和專業維護。鑑於健康領域中超負荷和倦怠的發生率很高,因此必須每天對其進行調整,以便與學習和持續培訓重疊。許多衛生專業人員被超載的系統燒毀,不允許在人性化條件下進行護理。這種工業結構比任何獸醫用途都短得多。燒傷的醫生將提供質量差的護理。這就是為什麼每天評估諮詢的開始和結束非常重要的原因。


因此,我可以說最好的創新是以最好的方式處理事情。敢於做出小小的改變,改善溝通和聯繫。了解別人正在做什麼來獲得靈感或增加價值。最重要的是照顧好自己,照顧他人。

我已經對打敗我們的創新應用程序,程序,設備和技術表現出了健康的懷疑態度。我知道這個地區,我不知道說什麼。有許多煙草商和永恆的青年的承諾,但結果和科學證據很少。

所以我的願景很簡單。我敢打賭,小水電的變革能力,誰知道呢,也許這水將最終移動工廠。



The best innovation in Health


For years I have reflected on what aspects of public health care could be improved. The list was immense. I refocused the issue and focused on what concerns me and changed the question to what I could do as a family doctor to offer a better service.

The first thing I saw as a priority was to get out of the office. My organisation forces me to spend many hours in it due to the overload of care, but this ends up damaging home care for my most fragile patients and the whole dimension of community health that is usually neglected. It also generates professional isolation and loss of connections with both the Primary Care team and the rest of the professionals in the system. To generate professional connections, to improve communication with them as well as in the community where I develop my work is therefore a line of action to promote for many years now.

The second thing I wanted to improve was health education for both the people who go to the health service and the general population. I have used the traditional media to do this by agreeing to participate in television, radio and print media programmes. Also from the social networks where I share health content from both my blog and my video channel. Writing a book has been another step in this direction that, according to the good reviews of colleagues and patients, has more than justified my effort. And of course to give talks or conferences in schools, conferences, congresses or other forums where I have been required.

The third thing to review concerns my personal and professional maintenance. Given the very high rates of overload and professional burn out in the world of health, it is essential to have a daily tune-up to superimpose on the work of study and continuous training. Many health professionals are burned by a system that overloads and does not allow care under humanized conditions. The industrial structure forces to attend patients in much shorter times than any veterinarian uses. A burned-out doctor will offer poor quality care. That is why it is essential to evaluate on a daily basis how the consultation begins and ends.


I can therefore say that the best innovation is to do things as best as possible with the means at one's disposal. Dare to make small changes, improve communication and connections. Be aware of what others are doing to be inspired or to incorporate issues that add value. And above all, to take care of oneself in order to take care of others.

With regard to the applications, programs, devices and technologies that defeat us as innovative, I manifest a healthy scepticism. I know the area well and I know that there is much ado about nothing. There are plenty of smoke sellers and promises of eternal youth but results and scientific evidence are scarce.

My vision is therefore simple. I'm betting on the transforming power of the small and, who knows, maybe this water will end up moving the mill.





Durante años he reflexionado sobre qué aspectos de la asistencia sanitaria pública serían mejorables. La lista era inmensa. Reenfoqué el tema y me centré en lo que a mi me atañe y cambié la pregunta a qué podría hacer yo como médico de familia para ofrecer un mejor servicio.

Lo primero que vi como prioritario fue salir de la consulta. Mi organización me obliga a pasar muchas horas en ella dada la sobrecarga asistencial pero esto termina dañando la asistencia a domicilio a mis pacientes más frágiles y toda la dimensión de salud comunitaria que habitualmente es desatendida. También genera aislamiento profesional y pérdida de conexiones tanto con el equipo de Atención Primaria como con el resto de profesionales del sistema. Generar conexiones profesionales, mejorar la comunicación con los mismos así como en la comunidad donde desarrollo mi labor es pues una línea de acción a potenciar desde hace ya muchos años.

Lo segundo que quise mejorar fue la educación en salud tanto a las personas que acuden al servicio sanitario como a la población general. Para esto me he valido de los medios de comunicación tradicionales aceptando participar en programas de televisión, radio y prensa escrita. También de las redes sociales en las que comparto contenido en salud tanto de mi blog como de mi canal de vídeos. Escribir un libro ha sido otro paso en este sentido que a tenor de las buenas críticas de compañeros y pacientes me han justificado con creces el esfuerzo. Y por supuesto dar charlas o conferencias en colegios, jornadas, congresos u otros foros donde se me ha requerido.

Lo tercero a reseñar tiene que ver con mi mantenimiento personal y profesional. Dadas las altísimas tasas de sobrecarga y burn out profesional en el mundo de la salud es fundamental un afinamiento diario a superponer a la labor de estudio y formación continuada. Son muchos los profesionales de la salud quemados por un sistema que sobrecarga y no permite una asistencia en condiciones humanizadas. La estructura industrial obliga a atender pacientes en tiempos mucho menores que lo que usa cualquier veterinario. Un médico quemado ofrecerá una pobre calidad de asistencia. Por eso es básico evaluar a a diario cómo empieza uno la consulta y cómo la acaba.


Puedo decir por tanto que la mejor innovación es hacer las cosas lo mejor posible con los medios que cada cual tenga. Atreverse a hacer pequeños cambios, mejorar la comunicación y las conexiones. Estar al tanto de lo que otros hacen para inspirarse o incorporar cuestiones que aporten valor. Y sobre todo cuidarse mucho para poder cuidar a los demás.

Con respecto a las aplicaciones, programas, aparatos y tecnologías que nos vencen como innovadoras manifiesto un saludable escepticismo. Conozco bien el ámbito y sé que hay mucho ruido y pocas nueces. Abundan los cantamañanas y las promesas de eterna juventud pero escasean los resultados y la evidencia científica.

Mi visión es pues sencilla. Apuesto por la fuerza transformadora de lo pequeño y, quién sabe, tal vez este agua sí termine moviendo el molino.




jueves, 10 de mayo de 2018

Selección natural de organizaciones sanitarias






La teoría de la selección natural ayuda a entender la evolución de los seres vivos pero también tiene interesantes aplicaciones en sociología y diseño de organizaciones. Las estructuras sociales que cuidan a sus miembros, producen valor y minimizan efectos indeseables (contaminación, explotación laboral, injusticia) medran y las que no lo hacen terminan colapsando.

Los sistemas sanitarios contemporáneos tienen un diseño industrial dado que tratan a los profesionales de la salud como a operarios y a los pacientes como producto a lo largo de enormes cadenas de servicios de diagnóstico y tratamiento. Es un enfoque que produjo ventajas de gestión en su tiempo pero que la complejidad social actual ha dejado obsoleto. Los recursos humanos hiperespecializados han de ser cuidados mejor para que no se malogren o escapen a otras organizaciones y los pacientes también para conseguir mejores resultados en salud y reducir el sobrediagnóstico y sobretratamiento imperante.

¿Es posible una asistencia sanitaria humanizada si los profesionales trabajan en condiciones deshumanizadas?

La sobrecarga asistencial, los entornos laborales hostiles (ruido, interrupciones, tensión laboral, ausencia de descansos...) y las condiciones laborales precarias (contratos basura, poca estabilidad, plantillas mal dimensionadas...) maltratan a los trabajadores que se suponen han de cuidar la salud de otros.

El aumento de complejidad en poblaciones envejecidas con pluripatología cuyos miembros más jóvenes y sanos cada vez se sienten más enfermos y dependen más de los sistemas sanitarios están produciendo una tormenta perfecta para los profesionales de la salud que ven como cada día sus condiciones laborales empeoran y se les exige más por todas partes.


No es casualidad que la medicina haya sido una profesión liberal durante siglos. Industrializarla tiene ventajas y desventajas pero dado el panorama actual conviene revisar las segundas no sea que terminemos malogrando un servicio que no será fácil de sustituir por robots y protocolos automatizados.



jueves, 12 de abril de 2018

Día de (luto) de la Atención Primaria





No es fácil asumir que alguien querido nos ha dejado. En nuestro caso hablamos de la Atención Primaria con la que convivimos de cuerpo presente desde hace décadas. Una organización que nació con fuerza y esperanza y que llevaba agonizando mucho tiempo tras infinitas sangrías presupuestarias, ninguneos políticos y una nefasta gestión de recursos humanos.

La muestras de apoyo y parabienes que se hacen desde las altas instancias no han servido para evitar un desenlace anunciado. Los profesionales de los centros de salud están cansados, agotados, desmotivados. Apunto siete razones, hay muchas más:


1. Trabajan con sistemas informáticos no centrados en el paciente ni en el profesional. Despistan, interrumpen y malogran la comunicación clínica al introducir una pantalla entre unos y otros.

2. Trabajan en una situación mantenida de sobrecarga que aumenta cuando algún miembro del equipo falta por enfermedad o vacaciones y en los picos invernales o epidémicos.

3. Trabajan con poca autonomía profesional y de equipo siguiendo directrices de jerarquía piramidal propia de otras épocas.

4. Hay una enorme falta de liderazgo. Los gerentes no salen de sus despachos y los directores de centro no tienen competencias. El inmovilismo es pues la resultante.

5. Se maltrata a los profesionales jóvenes con contratos basura y a los senior negándoles la carrera y promoción profesional.

6. Se implementan protocolos clínicos no consensuados con los profesionales, programas y burocracia que no aporta valor demostrado y se mantienen funciones y servicios sin evidencia científica.

7. No hay una política de incentivación dentro de la organización. No se reconoce el mérito ni el trabajo bien hecho. Tampoco la innovación ni las buenas ideas.



Por eso cuando veo a algún político deshacerse en elogios y en "apoyo total" no puedo menos que torcer el gesto.





Sigo creyendo en el papel y en el servicio que la Atención Primaria puede prestar a la sociedad. Sigo teniendo claro que es fundamental para la salud de las personas y para el bien común que cada ciudadano tenga la mejor enfermera y médico general posible.

Pero si la sociedad no lo comparte habremos perdido algo más que un derecho.



lunes, 12 de marzo de 2018

Posverdad sanitaria






También a la sanidad le ha llegado la posverdad. De hecho somos campo puntero, llevamos décadas diciendo mentiras. ¿Quién no ha escuchado alguna vez que la sanidad española es de las mejores del mundo, que nuestro sistemas de transplantes es la envidia de todos, que tenemos excelentes profesionales?

Las campañas de propaganda institucional son enormes dado el gran coste económico que sostiene el sistema sanitario y la gran rentabilidad política en votos que hablar del tema tiene. Pero las cosas están mal como bien sabe quien trabaje en una urgencia, en cualquier centro de salud y en muchos hospitales. La sobrecarga de los trabajadores sigue aumentando como también lo hacen la precariedad de muchos de ellos, sobre todo las más jóvenes, que ven como empeoran las condiciones laborales y las expectativas profesionales.

¿Vale de algo tener excelentes profesionales si no pueden ejercer su labor con dignidad? ¿Sirve de mucho gastar recursos en tecnologías y fármacos de última generación si estos no generan un beneficio real al paciente?

Después de llegar a atender a 76 pacientes en una tarde y ser testigo de cosas como las que me ha tocado ver dentro del mundo sanitario puedo afirmar que la verdad dejó de estar de moda.

Creo que es bueno que se hable de la posverdad sanitaria pero quizá sería mejor que en este debate participara alguna enfermera, administrativo o profesional de la salud asistencial. Los directivos, jefes y gerentes probablemente sepan mucho del tema pero les vendría bien recordar que son los galeotes en la bodega, la escoria sanitaria, los que pese a todo hacen avanzar la nave.

lunes, 26 de febrero de 2018

Pediatras, infancia y laberintos






Parece que cada vez hay menos pediatras que quieran trabajar en Atención Primaria. Mucho trabajo y mucho lío. Si pueden prefieren trabajar en el hospital en turno de mañana con agendas más tranquilas y sin avalanchas de pacientes sin cita.

Por otra parte el panorama de la atención infantil tras décadas de llenar consultas con revisiones de niños sanos es desolador. Las historias clínicas infantiles no envidian casi nada a las de muchos ancianos venerables, decenas de episodios, centenas de consultas... El sobrediagnóstico y el sobretratamiento infantil está a la orden del día con un uso de antibióticos, medicaciones y pruebas diagnósticas innecesarias elevado.

La población se ha acostumbrado a acudir con los niños al centro de salud ante el mínimo síntoma convirtiéndose en normal la visita por cualquier causa. Los jóvenes y adultos que han mamado esto de pequeños asumen que acudir al sistema sanitario por la menor molestia es lo correcto y así vamos saturando de sanos unos servicios sanitarios ya de por sí bastante desvencijados.

¿De quién es la responsabilidad de este desastre? Pues un poco de todos. De los gestores que miraron para otra parte, de los pediatras que lo consintieron y ahora se arrepienten, de los médicos de familia que se dejaron meter un gol cuando les quitaron los niños y otro ahora cuando se los vuelven a poner, de las enfermeras que no quisieron asumir por completo el control de niños sanos y de la sociedad que se acostumbró a la barra libre sanitaria sin ser consciente del precio y de los riesgos.

Mal arreglo tiene lo que no se hizo bien en un principio. El primer paso es darnos cuenta de que todo lo que favorezca el sobre uso sanitario es peligroso. El segundo replantear una estrategia de Atención Primaria infantil que redefina el papel y los roles de todos los profesionales de la salud implicados. Habrá que ver qué hace la enfermera, qué el médico de familia y qué el pediatra. Habrá que incentivar el aumento de servicios de enfermería y medicina de familia. Habrá que garantizar la asistencia redefiniendo plantillas y reforzando suplencias.

Y sobre todo habrá que educar para que la población sepa cuándo debe acudir a los servicios sanitarios y cuándo no. Volver a enseñar a las familias a cuidar procesos menores como las infecciones respiratorias leves, los procesos digestivos banales y todo aquello susceptible de ser manejado en casa sin complicaciones.

No puedo decir si hay alguien pensando en una estrategia nacional o comarcal al respecto, supongo que sí dado el alto número de despachos dedicados que hay. Lo que sin duda necesitaremos es implementar cambios y que estos se fundamenten en evidencia científica, rigor profesional y consenso.

Mientras tanto asistiremos a una vía de agua más que anega las bodegas de este gran Titanic sanitario que nos tiene a muchos a maltraer achicando agua a mansalva.





Referencias:


http://borinot-mseguid.blogspot.com.es/2009/07/eficiencia-y-pediatria-en-atencion.html

https://elpais.com/elpais/2018/01/23/mamas_papas/1516698648_153918.html

https://www.elconfidencial.com/espana/2018-02-12/pediatras-alertan-centros-salud-mir_1519330/

viernes, 9 de febrero de 2018

¿Se puede mejorar el sistema sanitario con ideas?



La respuesta rápida es: no.

Llevamos décadas de estudio, reflexión y discursos. Miles de artículos, libros, tesis y propuestas. Hordas de expertos, gestores y políticos de turno sucediéndose en jornadas, congresos y eventos públicos. Asomándose a los medios de comunicación, ofreciendo sus presentaciones y propuestas de cambio a quien las quiera oír. Incontables ideas que se han ido diluyendo como lágrimas en la lluvia.

Hace unos días mi amigo Fernando Casado me pedía una reflexión con ideas para mejorar la atención primaria tema del que hemos hablado en incontables ocasiones. Tardé en responderle. Mi posición actual al respecto es que quizá hemos sobrevalorado las ideas. La realidad nos demuestra que por muy buenas ocurrencias que aportemos al sistema este se resiste con firmeza a cambiar su ADN. Podemos dar una mano de pintura o sanear algunas cuestiones menores pero con ideas seremos capaces de poco más.

Tal vez tengamos que poner la mirada en otras cuestiones menos populares como nuestras emociones, actitudes y valores. Sazonar con menos queja y más ilusión, disminuyendo el escaqueo y aumentando el servicio, atreviéndonos a cumplir el horario o a asumir plenamente nuestras responsabilidades.

Se trataría de liderar la propia mejora como profesionales de la salud lo que implica tomarnos en serio todo lo que esté dentro de nuestro ámbito de decisión y competencia. Aportar resolubilidad, sencillez, calidad. Mejorar nuestra comunicación con otros profesionales dentro y fuera del sistema. También con pacientes, comunidades y gestores.

También es necesario aprender a decir no. Fundamental para que podamos defender el sí y no se disuelvan más las prioridades de la asistencia sanitaria.

Y recordar que, como miembros de un sistema complejo, no estamos solos. Hay mucha gente aportando excelencia que espera ser reconocida. Si conseguimos hacerlo seguro que regalaremos motivación a los demás mientras aprendemos valiosas pistas.

lunes, 27 de noviembre de 2017

Health care search's for meaning





Health care search's for meaning


When circumstances are extremely adverse, survival is compromised. Today we see it applied to many institutions and organizations, everything goes so fast, the socioeconomic ecosystems are changing so rapidly that many are left behind and disappear. The larger structures may be more inertial, but finally they fall the same even if they are huge industrial conglomerates or entire utilities. 

The process of dissolution is often accompanied by agony, involving unwanted changes that entail loss and suffering. Shrinking staff, automating processes and overload of surviving workers are often the consequences. There're more.

It is common to appeal to technology as a lifeline, but it cannot provide all the answers, even though the false prophets of innovation said so. The changes that society and its structures have to face should be based on common reflection and awareness based on solid values. We need to know what we consider most important and try to agree on feasible courses of action to achieve it. The delegation of this function is a clear sign of personal irresponsibility. If we don't contribute to this process, others will decide for us because we donate our contribution to the procelose waters of the market inhabited by powerful currents of interest that usually serve a very small part of the total.

European public health systems have been suffering decades a situation of little budgetary oxygen that forces them to subsist generating overload in professionals. An organization whose greatest asset is knowledge management, advanced human communication and sophisticated care cannot afford to mistreat its professionals, not least because it will be impossible for them to fulfil their mission without respecting a few minimums. 

A health professional overburdened and abused by his organization will end up burned out and will deliver emotional distance to what burns him: the organization itself and the turmoil of patients who demand his services. The disengagement with the organization is a disaster becouse it will not be able for it to steer the ship's course without controlling the seamanship. To walk away from patients is a disaster for all of us becouse generates coldness in caring for the sick and prevent them from feeling recognized and well treated.

Where is the meaning of the health system? Everyone can give their answer. I dare to propose two words: treat well. And in doing so, I assume an enormous challenge since all the media is shouting the oposite without rest.

I believe that the time has come to agree on a change of model based on the fair treat of health professionals who are very overload  and who needs to be cared to do so to others. It is essential to treat the patient well by individualizing his or her care, offering the best possible courses of action in an attempt to avoid the four riders of the health apocalypse: overdiagnosys, overtreatment, yatrogeny and health inequalities. 

Victor Frankl showed us the value of sense to survive the greatest adversity. Now it's time for us to move forward. Without sense we will continue to increase the drain of hopelessness that is burning out the best health professionals and the entire National Health System with them.

Let us encourage ourselves to reflect, to talk, to seek solutions. Let us dare to go out of the permanent complaining mode and move on to an action that consists On participating, improving our environment and creating narratives that foster awareness, compassion and delicacy. The thin red line separating extinction and survival will depend on it.







Cuando las circunstancias son extremadamente adversas la supervivencia queda comprometida. Lo vemos hoy aplicado a muchas instituciones y organizaciones, todo va tan deprisa, los ecosistemas socioeconómicos están cambiando tan aceleradamente que muchos se quedan atrás y desaparecen. Las estructuras más grandes tal vez con más inercia pero al final caen igual ya se trate de enormes conglomerados industriales o de servicios públicos enteros. 

El proceso de disolución suele acompañarse de agonía al implicar cambios no deseados que conllevan pérdidas y sufrimiento. La reducción de plantillas, la automatización de procesos y la sobrecarga de los trabajadores supervivientes son frecuentes consecuencias. Hay más.

Es común apelar a la tecnología como tabla de salvación pero esta no puede aportar todas las respuestas por más que algunos se autonombren profetas de la innovación. Los cambios que la sociedad y sus estructuras han de afrontar deberían basarse en una reflexión común con toma de conciencia basada en sólidos valores. Es preciso saber qué consideramos más importante y tratar de consensuar cursos de acción factibles para llegar a ello. La delegación de esta función es una clara muestra de irresponsabilidad personal. Si no contribuímos a este proceso otros decidirán por nosotros dado que regalamos nuestra aportación a las procelosas aguas del mercado habitadas por potentes corrientes de interés que suelen servir a una reducidísima parte del total.

Los sistemas sanitarios públicos europeos llevan tiempo sufriendo una situación de poco oxígeno presupuestario que los obliga a subsistir generando sobrecarga en los profesionales. Una organización cuyo mayor activo es la gestión del conocimiento, la comunicación humana avanzada y el cuidado no puede permitirse maltratar a sus profesionales, entre otras cosas porque les será imposible cumplir su cometido si no se respetan unos mínimos. 

Un profesional de la salud sobrecargado y maltratado por su organización terminará quemado y por supervivencia pondrá distancia con aquello que le quema: la propia organización y el tumulto de pacientes que demanda sus servicios. La desafectación con la organización es un desastre para esta dado que no podrá dirigir el rumbo de la nave sin controlar a la marinería. La separación de los pacientes es un desastre para todos al teñir de frialdad el cuidado al enfermo y evitar que estos se sientan reconocidos y bien tratados.

¿Dónde está pues el sentido del sistema sanitario? Cada cual podrá dar su respuesta. Un servidor se atreve a proponer una palabra: buentrato. Y al hacerlo asume un enorme reto dado que la misma no figura en el diccionario que prima a su opuesta al igual que lo hacen todos los medios de comunicación de este planeta.

Creo llegada la hora de consensuar un cambio de modelo basado en el buentrato al profesional de la salud al que se le exige mucho y al que es preciso cuidar para que pueda a su vez cuidar a otros. Es básico tratar bien al paciente individualizando su atención, ofreciéndole los mejores cursos de acción posibles tratando de evitar los cuatro jinetes del Apocalipsis sanitario sobrediagnóstico, sobretratamiento, yatrogenia y desigualdades en salud. 

Victor Frankl nos demostró que con sentido es posible sobrevivir a la mayor adversidad. Ahora nos toca mover ficha a nosotros. Sin sentido seguiremos cayendo por el sumidero de desesperanza que se está llevando por delante a los mejores profesionales de la salud de nuestro medio y al entero sistema con ellos.

Animémonos a reflexionar, a hablar, a buscar soluciones. Atrevámonos a salir del modo queja permanente para pasar a una acción que consiste en participar, mejorar nuestro entorno y crear narrativas que favorezcan la toma de conciencia, la compasión y la delicadeza. La delgada línea roja que separa supervivencia de extinción dependerá de ello.



Artículo publicado en el Huffpost

martes, 14 de noviembre de 2017

The health professionals revolution. La revolución de los profesionales de la salud




The health professionals revolution


Training a health professional requires a huge effort, it takes motivation, stamina, skills and attitudes. Added to this are expensive teaching resources and a generous amount of time. The medical case is even worse.

For these reasons, it is common that when we arrive at the labour market, we usually work intensively by adding guards, shifts, doublets, part-time supplementary work or private consultations. If a standard 35-hour workday is usually exhausting, imagine if we lengthen it. Too much time spent with hands in the black waters of human suffering takes a heavy toll.  To have a perfect storm add to this the overload conditions imposed by health systems that try to optimise profit or performance to the detriment of the well-being of their workers.

The swell is so powerful that it's starting to crack the structure. A burned-out healthcare professional cannot provide the highest quality care a person needs in sick time. You will be able to provide service, diagnose, treat, apply techniques and care but not build quality encounters, quality conversations or generate narratives that reach the patient core and help them heal.

This implies that patients do not see their problems attended to and return to the system looking for answers. At the level of a certain degree of complexity, it is usual for the patient to end up visiting numerous specialized services where all their devices and systems are reviewed one by one without anyone stopping to see the situation with perspective, to look at the whole, to take into account the totality and complexity of the person. And whoever is supposed to have this overview, which is the family doctor, is kept in the backstage of the system, overloaded to the limit, treating patients every six minutes (in the spanish National Health Service).

These multiple pilgrimages of a patient through the system are not free of charge. In addition to the money they cost, they undergo various diagnostic tests from which they will derive additional treatments that in many cases are nothing more than over-diagnostics and over-treatments that provide little value and benefit to the recipient. Older people, whose main problem is loneliness and poor social support, are often found bearing burdens of more than ten drugs that scarcely alleviate their suffering.

Health professionals complain a lot at coffee time, but they don't stand out for their mobilizations. They know that strikes in their case have little use given the high mandatory minimum service standards that keep the service overburdening those who support it. It is also true that the bargaining between trade unions is rather limited given the enormous inertia of a gigantic system. That's why we're used to pushing the cart a little bit by raising our heads. Proposing a revolution is not on our agenda.

What may be lacking in this scenario is an awareness. The situation of global crisis that we are living in demands adaptations at all levels and it will be the most solid social systems that suffer the most (as Zygmunt Bauman said). Health systems are breaking down as they are unable to balance an upward expenditure line because of the increased complexity and demand for services with another downward revenue line as funding for them is shrinking.

No one dares to make proposals despite the fact that more and more people are realizing the seriousness of the situation. No one likes the alternatives, neither citizens who will have to contribute more money and, above all, greater self-responsibility, nor health professionals who will have to contribute more work with less pay, nor politicians and managers who will have to make unpopular decisions in search of the common good.

The debate and reflection that rethinking health care needs to include all actors and it would be good if it were encouraged both within and outside the system. The level of collective intelligence required is high, as is the level of consensus. That is why it is essential to start from values that are appropriate for the society and time we live in. You have to choose well what is most important and this requires a narrative help, you have to tell it in a way that is understood.

Victor Montori's latest book provides valuable help in taking a good picture of today's healthcare industries. Getting them to evolve into information and knowledge based care and support organizations is the challenge we should all be facing. Pampering the sacred meeting place for health professionals with the capacity to help and all those who need such support is undoubtedly the ultimate goal along with getting each citizen to improve their capacity for self-care and improve their lifestyles.

Flexibility in structures, schedules, agendas, work modes, circuits, programs, protocols... must undoubtedly be the roadmap. To take advantage of the enormous amount of data generated in each interaction to create new systems and ways of working that do not overload the professionals, do not generate greater demand for care and help to self-manage patients without leaving them abandoned to their fate.

Defining well what a health system can and cannot do will be essential for all of us to learn how to use it and for the current abuses to cease. This will involve determined policies and social education actions that seek to include everyone in raising awareness of the problem and designing solutions.

We will have to keep on talking, thinking and talking, but above all we will have to dare to leave our routines towards an exterior full of uncertainty where the answers await us. It is there, open for all, where we can discover the right course. Achieving it will have a lot of value, it is worth taking on the task with confident perseverance.






La revolución de los profesionales de la salud


Formar un profesional de la salud requiere un enorme esfuerzo, hace falta motivación, resistencia, capacidades y actitudes. A esto hay que añadir costosos recursos docentes y una cantidad generosa de tiempo. El caso de lo médicos es peor aún.

Por estas razones es común que cuando llegan al mercado laboral suelen trabajar de forma intensiva añadiendo guardias, turnos, dobletes, trabajos suplementarios a tiempo parcial o consultas privadas. Si una jornada sanitaria estándar de 40 horas es habitualmente agotadora imaginen si la alargamos. Pasar demasiado tiempo con las manos dentro de las negras aguas del sufrimiento humano pasa una elevada factura. Si a esto añadimos las condiciones de sobrecarga que imponen unos y otros sistemas sanitarios que tratan de optimizar beneficio o rendimiento en detrimento del bienestar de sus trabajadores tenemos una tormenta perfecta.

La marejada es tan potente que está empezando a resquebrajar la estructura. Un profesional sanitario quemado no puede prestar la atención de máxima calidad que una persona en tiempo de enfermar necesita. Podrá proveer servicio, diagnosticar, tratar, aplicar técnicas y cuidados pero no construir encuentros de calidad, construir conversaciones o generar narrativas que lleguen al paciente y le ayuden a sanar.

Esto implica que los pacientes no ven sus problemas atendidos y vuelven al sistema buscando respuesta. A nivel de cierto grado de complejidad es habitual que el paciente acabe visitando numerosos servicios especializados donde revisan uno a uno todos sus aparatos y sistemas sin que nadie se detenga a ver la situación con perspectiva, a mirar el conjunto, a tener en cuenta la totalidad y complejidad de la persona. Y quien se supone debería tener esta visión general, que es el médico de familia, es mantenido en la portería del sistema, sobrecargado al límite, atendiendo pacientes cada cinco minutos.

Las peregrinaciones múltiples de un paciente por el sistema no son gratuitas. Además del capital que cuestan lo van sometiendo a diversas pruebas diagnósticas de las que emanarán tratamietnos añadidos que en muchos casos no son más que sobrediagnósticos y sobretratamientos que aportan poco valor y beneficio a quien los recibe. Es frecuente encontrar personas mayores cuyo principal problema es la soledad y el poco apoyo social soportando cargas de más de diez medicamentos que alivian escasamente su sufrimiento.

Los profesionales de la salud se quejan mucho mientras toman café pero no se destacan precisamente por sus movilizaciones. Saben que las huelgas en su caso tienen poca utilidad dado los elevados servicios mínimos obligatorios que mantienen el servicio sobrecargando a los que los sostienen. También que la negociación que los sindicatos mantienen es bastante limitada ante la enorme inercia de un sistema gigantesco. Por eso están acostumbrados a empujar el carro levantando poco la cabeza. Proponer una revolución no está en su orden del día.

Lo que tal vez falte en este panorama es una toma de consciencia. La situación de crisis global que vivimos exige adaptaciones a todos los niveles y serán los sistemas sociales más sólidos los que más sufran. Los sistemas de salud se están rompiendo al no ser capaces de equilibrar una línea de gasto ascendente por el aumento de complejidad y demanda de servicios con otra línea de ingresos descendente al mermar la financiación de los mismos. Matemáticamente no hay solución con las ecuaciones actuales, a nivel de alta gestión se ponen parches y se tratan de pintar los desconchones pero el barco cada vez está más hundido.

Nadie se atreve a hacer propuestas pese a que cada vez más gente se da cuenta de la gravedad de la situación. Las alternativas no gustan a nadie, ni a ciudadanos que van a tener que aportar más dinero y sobre todo mayor autoresponsabilidad, ni a profesionales de la salud que tendrán que aportar más trabajo con menos sueldo, ni a políticos y gestores que buscando el bien común van a tener que tomar decisiones impopulares.

El debate y la reflexión que repensar la sanidad precisa ha de incluir a todos los actores y sería bueno que se alentara tanto desde dentro del sistema como fuera del mismo. El nivel de inteligencia colectiva que se precisa es elevado, el nivel de consenso también. Por eso es fundamental partir de unos valores apropiados para la sociedad y el tiempo que vivimos. Hay que elegir bien lo que es más importante y esto precisa una ayuda narrativa, hay que contarlo de una manera que se entienda.

El último libro de Victor Montori aporta una ayuda valiosa al hacer una buena fotografía de las industrias sanitarias actuales. Conseguir su evolución a organizaciones de atención y cuidado basadas en información y conocimiento es el reto que todos deberíamos ponernos. Mimar al máximo la zona sagrada de encuentro entre los profesionales de la salud con capacidad de ayudar y todos los que precisan dicho apoyo es sin duda el máximo objetivo junto con conseguir que cada ciudadano mejore su capacidad de autocuidado y sus estilos de vida.

Flexibilizar estructuras, horarios, agendas, modos de trabajo, circuitos, programas, protocolos... ha de ser sin duda la hoja de ruta. Aprovechar el enorme caudal de datos que se generan en cada interacción para conseguir crear nuevos sistemas y formas de trabajo que no sobrecarguen a los profesionales, no autogeneren mayor demanda de cuidados y ayuden a autogestionarse a los pacientes sin dejarles abandonados a su suerte.

Definir bien lo que un sistema sanitario puede y no puede hacer será básico para que todos aprendamos a usarlo y dejen de producirse los abusos actuales. Esto implicará políticas determinadas y actuaciones de educación social que traten de incluir a todos en la toma de consciencia del problema y en el diseño de soluciones.

Habrá que seguir hablando, pensando y dialogando, pero sobre todo habrá que atreverse a salir de nuestras rutinas hacia un exterior lleno de incertidumbre donde nos esperan las respuestas. Es ahí, a la vista de todos, donde podremos descubrir el rumbo adecuado. Conseguirlo tendrá mucho valor, merece la pena tomarnos la tarea con confiada perseverancia.

jueves, 3 de agosto de 2017

La lista


Lista de 52 pacientes, 33 propios y 19 de otros compañeros, que atendí el lunes.




Los centros de salud españoles van justitos. Llevan así años, muchos años. Van tirando como pueden según las estaciones. En otoño y primavera va la cosa a tope, en invierno se saturan y en verano, con las vacaciones no suplidas del personal, también.

Hay días que un médico de familia tiene que pasar el equivalente de dos consultas a la vez, lo que hace desaparecer la dignidad del acto clínico. Como estoy a un lado de la mesa no soy objetivo, mi valoración como problema de gestión, seguridad del paciente, deontología y derechos ciudadanos es del todo parcial. Pero sé de qué hablo. Como lo saben miles de compañeros de profesión a lo largo y ancho del país.

Por muy bueno que uno pueda ser no es posible desplegar la misma eficiencia, resolubilidad y calidad atendiendo a 30 pacientes que a 60.

Esto ya me lo han oído alguna vez. ¿Soluciones? muchas:


  1. Mejorar la capacidad del médico (flexibilizando agendas y horarios por ejemplo).
  2. Mejorar la capacidad de los administrativos para citar de forma inteligente e idividualizada.
  3. Mejorar la consulta a demanda de enfermería y el cribaje de pacientes sin cita en los centros de salud.
  4. Mejorar la organización del servicio.
  5. Mejorar la gestión del servicio.
  6. Mejorar la financiación del servicio.
  7. Mejorar la usabilidad del servicio por el ciudadano. Cuándo ir, cómo ir, a dónde ir y por qué. 
  8. Mejorar la autonomía del ciudadano y su capacidad de autocuidados.





Podría enrollarme mucho más pero ya saben que me gusta la concisión. Dejo abierta la posibilidad de dar opciones en forma de comentario.







Vídeo del canal de Youtube 1 cada 8 horas

viernes, 2 de junio de 2017

El flautista epidemiólogo de Hamelin





Me publican hoy en el Huffington Post este cuento de hadas con el que trato de amenizarles un poco el día. No es nada nuevo que no hayamos dicho antes, tan solo aplicamos un mínimo de ironía que espero no haga daño a nadie. 




Les traigo hoy un bonito cuento de hadas medieval que unos investigadores han rescatado del inmenso tesoro narrativo europeo que sostiene nuestra civilización.
La ciudad de Hamelin estaba sumida en el desastre. Las ratas, enfermedades, pústulas y demás hacían verdaderos estragos. El alcaide y el consejo temían que las protestas acabaran con ellos y que la gente eligiese finalmente a un tal Paulo de la Iglesia, un predicador enjuto con don de gentes. Decidieron ofrecer una recompensa en oro a quien librara la ciudad de tantos males y epidemias.
Un flautista especializado en sistemas sanitarios se enteró y acudió a la ciudad postulándose para arreglar las cosas. "Necesitan ustedes crear una Atención Primaria en condiciones. Denme presupuesto y yo me encargo", les dijo convencido. El alcaide pensó que era otro cantamañanas más y le incitó a explicar su propuesta bajo una mirada de enorme suspicacia. El flautista enunció su plan en tono didáctico. "Miren, tienen ustedes el hospital de las monjas saturado. Los magos de los barrios no dan abasto en sus consultorios de cupo, en los que atienden a 80 pacientes en dos horas. Les daremos una flauta mir como esta para que, además de arreglar problemas físicos, puedan enmendar los psicológicos y los sociales, les daremos más horas de trabajo al día y podrán arreglar la mayoría de los asuntos para que al hospital vayan solo los más complicados". El alcaide dudaba, pero el consejo vio sensatez en el plan del flautista y le adelantaron unos doblones para ponerlo en marcha.
Al poco, cada barrio tenía un mago de familia en consultorios nuevos y, efectivamente, las ratas, enfermedades y pústulas desaparecieron. Los vendedores de pócimas y las monjitas se quejaron al alcaide de la situación, se estaban arruinando, dado que cada día tenían menos público. "Denos a nosotras la bolsa de oro, como siempre, ese flautista de barbas no es de fiar", y como le engatusaron con pastas y mantecados, así lo hizo. Cuando el flautista acudió de nuevo a recoger lo suyo, le dijeron que la saca estaba vacía y que Bruselas no iba a mandar más en mucho tiempo. Sapos y culebras salieron de la boca, tanto del flautista como de los magos de familia, que llevaban mucho tiempo trabajando a destajo cada vez más sobrecargados. Se sentían engañados, no sin razón.
Las últimas páginas del cuento han llegado a nosotros dañadas. Parece que los magos de familia, al ver su flauta apolillada, fueron regresando poco a poco a sus quehaceres de magos rasos de cupo, y el hospital de las monjas se volvió a saturar, pese a los planes de crónicos y de innovación de la madre superiora. A los vendedores de pócimas les vino bien que regresaran ratas, enfermedades y pústulas. Del alcaide y el consejo poco sabemos. Aquel fracaso, por una parte, les daba igual, al tener una mutua privada de magos, pero parece que finalmente fueron expulsados del Ayuntamiento por algún predicador con coleta.

martes, 30 de mayo de 2017

No permitan que McDonalicen la salud






Estos días el mundo sanitario y la sociedad han estado agitados por la noticia de la fiscalización de los congresos sanitarios. Tema que la Organización Médica Colegial y otros agentes han logrado reconducir con sensatez. Lo que los periodistas no sacan en portada es el hecho de que bastantes médicos de este país están atendiendo más de 40 pacientes  en su jornada laboral. En muchos casos más.

Sobrecargar a un controlador aéreo, conductor de autobús o bombero tiene consecuencias. Por esa razón dichas profesiones tienen protocolizados los tiempos de trabajo y descanso, así como la intensidad de la labor asumible en el día. Con los médicos no pasa. Se permite que un médico residente haga dos jornadas laborales de guardia seguidas tras la jornada habitual y concatene con otra al día siguiente. Se permite que un médico de familia atienda en el día más de 35 pacientes y que esto sea norma para un tristemente elevado número de profesionales.

Estamos volviendo a los tiempos del cupo y el ambulatorio donde era posible "ver" 60 u 80 pacientes en dos horas como saben nuestros padres y abuelos que vivieron una España en vías de desarrollo.

Los médicos no podemos consentir que se vulnere la seguridad del paciente. Hay evidencia científica que indica que en una consulta saturada hay inevitablemente más errores por acción u omisión. Y no hablamos de tornillos, lo hacemos de personas con problemas de salud.

Creo que desde la OMC, sociedades científicas, foros profesionales, instituciones y universidades hay que alzar la voz junto a la de todo profesional de la salud y ciudadano. "No precaricemos la salud", "No nos conformemos con una Sanidad Low Cost".

lunes, 3 de abril de 2017

Estibadores sanitarios


Foto: El médico interactivo.






Siempre que acudo a la Organización Médica Colegial o al Colegio de Médicos de Madrid tengo sentimientos ambivalentes. En el primer caso por la paradoja de estar a unos metros del Congreso y no ser capaz de gritar un mensaje por la ventana que sea susceptible de que sus señorías reciban de forma inteligible. En el segundo por lo decimonónico del edificio que alberga ecos de pasados tiempos gloriosos y de la propia organización casi tan vetusta como sus salones.

Hablando con Vicente Matas, un instante antes de mi intervención en la presentación del documento AP25, este me decía que tendríamos que aprender de los estibadores que han sido capaces de negarse a unas fabulosas condiciones de prejubilación imponiendo su criterio a las enormes presiones del gobierno. Creo que en parte tiene razón. Los médicos no hemos sabido vertebrar una función de lobby coherente y con una mínima fortaleza. Se nos ha ido la fuerza por la boca en luchas intestinas en las que cada cual defiende su parcela, en especial en Medicina de Familia. Seguimos siendo la Cenicienta del sistema pese al talento, inteligencia, coraje y tesón de una enorme lista de profesionales, unos conocidos y otros no.





Yo me siento en parte estibador. Al fin y al cabo tras la conferencia me tocó descargar los problemas de cuarenta naves mercantes, varias de las cuales lloraron en consulta, otras vinieron de urgencia con preocupaciones distintas, hubo casos complejos que tardé en desenredar y finalmente una cirugía menor que me llevó más tiempo del habitual porque alguien había cambiado de sitio los cabezales del bisturí eléctrico. Pero tengo que dar la razón a Vicente, pese a todo lo cargado poco es lo que trasciende fuera de la consulta. No soy capaz de contarlo como esos Youtubers que todos critican pero que son capaces de llevar su mensaje a millones ni tampoco de una forma que interese a los medios, hábidos de titulares que no tengo el estómago de dar. Habrá que buscar más estibadores sanitarios y contar con jóvenes, mujeres y poetas que son los grandes ausentes en las estructuras y órganos de decisión de las organizaciones llenos de prosa y de corbatas.

En la OMC me encontré con los viejos guardianes, un nutrido grupo de colegas bienintecionados y con largos curriculum a sus espaldas. Gente sabia y profundamente conocedora de los laberintos sanitarios en los que yo, con treinta años a mis espaldas recorriendolos desde la facultad, aun me sigo perdiendo. Daban ganas de abrir las ventanas y ponerse a gritar, daban ganas de pedir ayuda a esos valientes estibadores que no se han achantado a las presiones. ¿Dónde estarán los estibadores sanitarios? probáblemente unos en sus consultas y otros en la univeridad o en la residencia. Habría que llamarlos, tendríamos que invitarles a llenar la OMC, los colegios y las instituciones sanitarias y desde allí generar algo más potente que documentos de consenso, guías y otros sesudos materiales extremadamente costosos en esfuerzo humano pero lamentablemente poco eficaces como herramientas de llamada de atención.

Juan Gérvas lo intuyó hace años cuando creó sus formidables Seminarios de Innovación en Atención Primaria invitando a juniors y seniors, a enfermeras, estudiantes y médicos de cualquier perfil. Poco a poco van surgiendo eventos que siguen esta línea. La jornada científica Vídeos y Salud consiguió hacer lo propio durante tres años y hace unas semanas ha sido un éxito el congreso La cabecera en Granada. Cada vez hay más eventos independientes que permiten que los profesionales se reúnan y encuentren para generar reflexión y conversaciones. Encuentros en los que son bienvenidos estudiantes y jóvenes, se invita a gente diversa y se da voz a mujeres y hombres por igual.

En mi opinión es el camino a seguir. Generar creatividad e innovación encontrándonos y caminando juntos. Si las instituciones médicas ayudan será estupendo, si no se adaptan habremos perdido una oportunidad.




Foto: grupo de estibadores en el congreso (EFE)