Ante la catástrofe meteorológica del levante español me muerdo la lengua para guardarme mis opiniones y quejas ante la gestión de la misma así como mi dolor por los que la han sufrido en primera persona. Y ante la pregunta sobre qué podría hacer yo para ayudar, tras un tiempo de silencio y contemplación me pongo a pensar qué haría si esa gota fría hubiera caído en el municipio de Manzanares el Real donde trabajo como médico de familia.
En primer lugar constato que no tenemos ninguna experiencia en catástrofes, nunca han ocurrido, no hay plan de contingencia. Hubiera sido un desastre similar al que hemos visto.
En segundo compruebo que los recursos con los que cuenta un municipio de 9.000 habitantes no son muchos: ayuntamiento, policía local, puesto de la guardia civil, centro de salud, ambulancia municipal (ahora parada por motivos técnicos). Pero tenemos un hospital y bomberos a 23 minutos (Collado Villalba), otro hospital a 35 en coche (Madrid)… Si ocurriera algo probablemente tendríamos ayuda rápida. Pero ¿y si tuviéramos que manejarnos nosotros solos?
1. Tendríamos que organizar una coordinación básica entre ayuntamiento, policía, centro de salud con ramificaciones al resto de la comunidad y a la posible ayuda externa que pudiéramos recibir.
2. Tendríamos que pedir ayuda a los vecinos. Coordinar voluntarios, taxis, vehículos, cuadrillas. Reforzar protección civil.
3. Organizar refugio para acoger a quien no tuviera vivienda disponible (en polideportivo municipal por ejemplo).
4. Garantizar agua, alimentos, luz y comunicaciones.
5. Organizar un servicio de información para detectar desaparecidos, fallecidos o personas en riesgo grave.
6. Asistir a los más vulnerables: residencias de ancianos de la localidad, ancianos, enfermos u otras personas que vivan solos…
7. Acoger a los equipos de ayuda o voluntarios externos que pudieran venir. Darles apoyo e infraestructura así como facilitar en lo posible su labor.
Quizá esta catástrofe nos ofrezca a muchos la oportunidad de ayudar de forma material o de otras, pero también algo muy valioso como es aprender del enorme valor de una experiencia ajena muy costosa a nivel de dolor y pérdidas humanas y materiales. Por que tristemente vendrán más y en más lugares dada la situación de cambio climático que vivimos.
Sobre la mala gestión de las Comunidades Autónomas ante catástrofes no abundaré, dejo a criterio de cada cual la respuesta ante sus responsables políticos correspondientes, invitado, eso sí, a que no se priven de dirigirles cuantos mensajes, cartas, o demás consideren. Pero más allá de la queja traten de hacerse preguntas y piensen: ¿qué harían si la próxima vez les toca a ustedes?
What if next time it’s my turn?
In the face of the recent meteorological catastrophe in eastern Spain, I bite my tongue to hold back my opinions and complaints about how it has been handled, as well as my sorrow for those who have been affected firsthand. And when asked what I could do to help, after some time in silence and reflection, I begin to consider what I would do if such a cold front had struck the municipality of Manzanares el Real, where I work as a family doctor.
First of all, I note that we have no experience with disasters here; they’ve never happened before, and there’s no contingency plan. It would have been a disaster akin to what we’ve witnessed.
Secondly, I find that the resources available in a town of 9,000 residents are limited: the town hall, local police, a Civil Guard post, the health centre, and a municipal ambulance (currently out of service for technical reasons). We do, however, have a hospital and fire service 23 minutes away (in Collado Villalba), and another hospital 35 minutes away by car (in Madrid)… If anything were to happen, we would likely receive prompt assistance. But what if we had to cope on our own?
1.We’d need to establish basic coordination between the town hall, police, and health centre, extending out to the wider community and any external aid we might receive.
2.We would need to ask residents for help. Organise volunteers, taxis, vehicles, work crews. Strengthen civil protection.
3.Arrange for shelter to accommodate those without available housing (in the municipal sports centre, for example).
4.Ensure water, food, electricity, and communications.
5.Set up an information service to locate missing persons, report fatalities, or identify those in serious danger.
6.Provide care for the most vulnerable: local care homes, the elderly, the sick, or others living alone.
7.Accommodate any incoming aid teams or external volunteers. Provide support and infrastructure, as well as facilitate their work wherever possible.
Perhaps this catastrophe offers many of us the opportunity to help materially or otherwise, but also to gain something very valuable—the chance to learn from a costly experience, one filled with deep loss in terms of lives and property. For sadly, more such events will come to more places, given the climate change we are experiencing.
I won’t delve into the poor response from the autonomous communities in managing disasters; I leave it to each individual to assess their political leaders’ responses accordingly, while encouraging you to reach out to them with messages, letters, or any other feedback you deem appropriate. But beyond complaint, try asking yourself this: what would you do if next time it were you?
Del genio griego provienen muchos elementos sustentadores de civilización. Uno de ellos fue encontrar una alternativa a la escenificación de la rivalidad y la agresividad que en lugar de las armas usara el deporte. Otra la visión generalista de las cosas que muchos de sus eruditos expusieron desde lo siete sabios de Grecia pasando por Pitágoras, Heráclito, Empédocles y Parménides o Aristóteles y Platón y sus correspondientes seguidores.
En medicina la llama de la ciencia y el arte que la constituyen fue durante siglos generalista cambiando el paradigma hacia la especialización en los últimos dos siglos derivado del aumento exponencial de la ciencia y el conocimiento. A día de hoy quedan tan solo dos ramas con esta visión, la medicina interna en el ámbito hospitalario y la medicina de familia en Atención Primaria. Pero incluso en ellas hay voces que defienden la necesidad de hiperespecializarse hacia consultas monográficas o desarrollar en exclusividad líneas de trabajo específicas como cirugía menor ambulatoria, infiltraciones, ecografía en el punto de atención…
Por otro lado en el entorno de los centros de salud españoles la reforma de la Atención Primaria que tuvo lugar hace 40 años tuvo sus aciertos y sus errores, uno de los cuales fue lograr que sus médicos de familia tuvieran un gran potencial clínico y asistencial pero poca defensa contra la sobrecarga laboral en un sistema público accesible donde con el tiempo ha ido aumentando la edad de los pacientes, su complejidad y el número de consultas atendidas. La falta de inversión y de mantenimiento de la plantilla (mientras crece en el hospital y sus urgencias), la merma de efectivos (en muchos lugares insuficientes), el fracaso del modelo de equipo (“esto no es mi competencia”), la gestión que no resuelve los problemas (“lo trasladamos y te decimos”) y la falta de liderazgo (directores de centro con plenas obligaciones clínicas y ninguna autonomía) han hecho mella en muchos profesionales. Y si no fuera suficiente la tragedia también en la especialidad que pese a ser una de las más bonitas, polivalentes, atractivas y humanas sufre en estos momentos una enorme crisis de identidad con una gran pérdida de valor tanto ante los ojos de los estudiantes y residentes, que cada vez la eligen menos, como para los senior, que han perdido la ilusión o tiran adelante con la moral muy baja.
En esta situación hace años tuve la necesidad de salir de la consulta a buscar un soplo de aire fresco dada la situación de anaerobiosis del sistema. A nivel de formación las sociedades científicas y otras fuentes cumplían como podían su tarea pero allí no encontré lo que buscaba, tampoco en los Colegios de Médicos ni otras organizaciones. El azar me llevó hace catorce años a un seminario de innovación en Atención Primaria (SIAP) que tuvo lugar en una sala de Madrid que congregaba un grupo de unas cincuenta personas y que se organizaba de forma peculiar coordinados por un señor con pajarita. Se abordaba un tema monográfico que todos los participantes podían trabajar por correo electrónico en base a los dos textos que los ponentes (uno de perfil senior y otro junior) compartían unas semanas antes del encuentro. El día del seminario empezaba con la defensa de los textos seguido de un diálogo en que todos participaban. Quedé fascinado con la riqueza que había allí reunida: enfermeras, estudiantes, políticos sanitarios, gerentes de Área, directores de escuelas sanitarias, psicólogos, algún profesional extranjero, médicos de hospital y de primaria y un buen número de residentes. Pero sobre todo brillaba una llama invisible que dotaba a ese encuentro de un aura especial y que al principio no pude identificar bien. Más tarde me he ido dando cuenta de que era la llama primitiva del generalismo que unas manos han ido entregando a otras durante tantos siglos hasta llegar a este pequeño grupo gracias al impresionante tesón de sus fundadores y a la fuerza de la independencia y la multidisciplinaridad. Una llama que no saldrá en televisión ni en medios de comunicación, una pequeña luz con la misión de seguir avanzando para entender la complejidad humana y atender sus dolencias y enfermedades.
Participar en un think tank me ayudó a tomar perspectiva y retomar mi práctica clínica desde otro punto de vista. También modificó mi forma de relacionarme con el resto de los profesionales sanitarios y abrió la posibilidad de participar en proyectos con otros compañeros como AP 12 causas, el movimiento vídeos y salud, el documental Seis minutos…
A lo largo de los años he participado en varias ediciones y he seguido el resto en la distancia corta, leyendo y estudiando sus conclusiones. También me llegaban por las redes comentarios e ideas del nutrido grupo que como las olas del mar ha ido yendo y marchando con las distintas mareas y corrientes. Miguel Melguizo reflexionaba hace unas semanas sobre el futuro de esta iniciativa y dado que es uno de los patrimonios inmateriales de nuestra profesión más valiosos ya tenemos sobre la mesa un buen puñado de ideas para defenderla y mantenerla viva.
No puedo dejar de escribir un pequeño mensaje de gratitud a Mercedes Pérez Fernández y a Juan Gérvas por todo lo que han aportado a sus pacientes, a la medicina de familia y al sistema sanitario en general. Por los ánimos para seguir manteniendo la posición aunque la tormenta arrecie y las condiciones sean adversas. Por el gran regalo de intuir la posibilidad de una isla en medio de este mar de la incertidumbre que surcamos, a veces pavoroso. Por el ejemplo de vida y profesión que nos anima a los que les conocemos a crecer como seres humanos y profesionales excelentes.
Ahora nos toca a nosotros dar la cara y acarrear la llama una distancia para poder llevarla a otros. Aunque sea contra viento y marea. Si lo hacemos juntos será posible.
The Olympic Flame of Family Medicine
Many elements that sustain civilisation stem from Greek genius. One of these was the creation of an alternative to the staging of rivalry and aggression, where sport was used instead of weapons. Another was the generalist view of the world that many of their scholars presented, from the Seven Sages of Greece to Pythagoras, Heraclitus, Empedocles, Parmenides, Aristotle, Plato, and their respective followers.
In medicine, the flame of science and the art that constitutes it remained generalist for centuries, only shifting towards specialisation in the last two centuries, driven by the exponential growth of science and knowledge. Today, only two branches maintain this perspective: internal medicine within hospitals and family medicine in Primary Care. However, even within these fields, there are voices advocating for the need to hyper-specialise, whether through monographic consultations or by focusing exclusively on specific areas of work such as minor outpatient surgery, injections, or point-of-care ultrasound…
On the other hand, within the context of Spanish health centres, the Primary Care reform that took place 30 years ago had its successes and its failures. One of the latter was the creation of a system where family doctors had great clinical and care potential but little defence against the workload in a public system that has become increasingly accessible, with a growing patient population that is older, more complex, and with a higher number of consultations attended. The lack of investment and workforce maintenance (while hospitals and their emergency departments grow), the reduction of personnel (which in many places is insufficient), the failure of the team model ("this is not my responsibility"), management that does not solve problems ("we'll look into it and get back to you"), and the lack of leadership (centre directors with full clinical responsibilities but no autonomy) have all taken their toll on many professionals. And as if that were not enough, the tragedy extends to the specialty itself, which, despite being one of the most beautiful, versatile, attractive, and humane, is currently suffering a severe identity crisis with a significant loss of value in the eyes of students and residents, who are choosing it less and less, as well as among senior doctors who have lost their enthusiasm or carry on with very low morale.
In this situation, years ago, I felt the need to step out of the consultation room and seek a breath of fresh air, given the state of anaerobiosis in the system. In terms of training, scientific societies and other sources fulfilled their roles as best they could, but I did not find what I was looking for there, nor in the Medical Colleges or other organisations. By chance, fourteen years ago, I came across a seminar held in a room in Madrid that brought together a group of about fifty people, organised in a peculiar way under the coordination of a gentleman with a bow tie. The seminar focused on a monographic topic that all participants could work on via email, based on two texts shared by the speakers (one senior and one junior) a few weeks before the meeting. The seminar day began with the defence of the texts, followed by a dialogue in which everyone participated. I was fascinated by the wealth of knowledge gathered there: nurses, students, health policy-makers, Area managers, directors of health schools, psychologists, a few foreign professionals, hospital doctors, primary care doctors, and a good number of residents. But above all, an invisible flame shone brightly, giving that meeting a special aura that I initially could not quite identify. Later, I realised that it was the primitive flame of generalism that has been passed down from one set of hands to another over the centuries, reaching this small group thanks to the impressive tenacity of its founders and the strength of independence and multidisciplinarity. A flame that will not appear on television or in the media, a small light with the mission of continuing to advance in understanding human complexity and addressing its ailments and diseases.
Participating in a think tank helped me gain perspective and return to my clinical practice with a different point of view. It also changed the way I relate to other healthcare professionals and opened the door to participating in projects with other colleagues, such as "AP 12 causas," the "videos y salud" movement, and the documentary "Seis minutos"...
Over the years, I have taken part in several seminars and followed the rest closely, reading and studying their conclusions. I also received comments and ideas from the large group on social media, which, like the waves of the sea, has come and gone with different tides and currents. Miguel Melguizo reflected a few weeks ago on the future of this initiative, and since it is one of the most valuable intangible assets of our profession, we already have a good handful of ideas on the table to defend it and keep it alive.
I cannot finish without expressing a small message of gratitude to Mercedes Pérez Fernández and Juan Gérvas for all they have contributed to their patients, to family medicine, and to the healthcare system in general. For encouraging us to maintain our position even when the storm rages and conditions are adverse. For the great gift of sensing the possibility of an island in the midst of this sometimes terrifying sea of uncertainty we navigate. For the example of life and profession that inspires those of us who know them to grow as human beings and excellent professionals.
Now it is our turn to stand up and carry the flame a distance, so we can pass it on to others. Even if it’s against all odds. If we do it together, it will be possible
Página web del blog AP12Causas. Artículo del dr. Javier Padilla con foto de Juan Gérvas y un servidor.
La legendaria película “Lo que el viento se llevó” cambió la historia del cine por muchos motivos. Además de conseguir un éxito comercial y de crítica sin precedentes, impulsó la tecnología del Technicolor y consiguió un impacto social y cultural que acercó los personajes y cuestiones vitales de la novela de Margaret Mitchel a los hogares de muchas familias. Nos muestra como una guerra puede cambiar radicalmente las circunstancias de toda una colectividad obligándonos a contactar tanto con el heroísmo como con la miseria que cada cual alberga. Para los que trabajamos en el mundo de la salud hay acontecimientos como las catástrofes, epidemias y pandemias que se parecen a una guerra. Y que se llevan partes de nosotros y de nuestras organizaciones. Aunque lo peor, con diferencia, es ser testigo de como la estulticia humana es mucho más destructiva. Y no hay que poner el foco en Ucrania o Palestina, que también, basta mirar cómo vota el personal (o se abstiene), o cómo los responsables políticos se dedican al espectáculo en vez de a implementar propuestas inteligentes.
Les comparto un caso clínico reciente:
Paciente varón de 26 años que acude a una urgencia hospitalaria de Madrid por dolor de rodilla desde ayer tras realizar un mal giro jugando al fútbol. Acude caminando.
Pruebas de Imagen: radiología sin hallazgos de interés, impresiona de edema.
JUICIO DIAGNÓSTICO
Sospecha de lesión meniscal en rodilla izquierda
TRATAMIENTO
- Observación domiciliaria
- Reposo relativo. Evitar sobreesfuerzos.
- Rodillera elástica que retirará para dormir
- Frío local, miembro en alto
- Cito en consulta de Traumatología con radiografía de rodillas en carga y Resonancia de rodilla preferentes.
- Si dolor tomará ibuprofeno 600 mg un comprimido cada 8 h máximo 5 días.
¿Creen ustedes que yo como médico de familia puedo competir con el servicio de urgencia del hospital que ofrece inmediatez 24 horas, 7 días a la semana y pruebas diagnósticas y consultas hospitalarias express?
Y en mi caso tengo huecos de cita en 24horas y tablas para enfrentarme a casos como este…
Pues ni aún así.
No tenemos más remedio que reconocer que el viento pandémico se ha llevado por delante la Atención Primaria, en unos sitios por inanición, en otros por quemaduras de cuarto grado, en otros por gestión defectuosa y en alguno por un combinado de todo lo anterior.
Pese a todo hay heroicas aldeas galas que resisten. Sin ir más lejos esta mañana en mi centro de salud hemos tenido hoy la primera reunión en la historia del mismo con las farmacéuticas de las farmacias comunitarias de la localidad. He diagnosticado una hipertrofia prostática por ecografía y me he atrevido a hacer uno de mis primeros ecocardios. Sé que ninguna de estas pequeñas cosas alterará un ápice el curso de la historia, pero las seguiremos haciendo mientras podamos. Mientras nos deje el viento, que cada vez sopla más fuerte.
Gone with the Pandemic
The legendary film “Gone with the Wind” changed the history of cinema for many reasons. Besides achieving unprecedented commercial and critical success, it propelled Technicolor technology and had a social and cultural impact that brought the characters and vital issues of Margaret Mitchell's novel into many households. It shows us how a war can radically change the circumstances of an entire community, forcing us to confront both the heroism and the misery within each person. For those of us working in healthcare, events like disasters, epidemics, and pandemics resemble a war. They take parts of us and our organisations. However, the worst part, by far, is witnessing how human folly is far more destructive. And we don't need to focus on Ukraine or Palestine, though those too, just look at how people vote (or abstain), or how political leaders engage in spectacle instead of implementing intelligent proposals.
I share with you a recent clinical case:
A 26-year-old male patient presents to an emergency department in Madrid with knee pain since yesterday after a bad turn while playing football. He comes in walking.
**Imaging Tests**: Radiology without significant findings, appears to show oedema.
**DIAGNOSTIC IMPRESSION**
Suspected meniscal injury in the left knee
**TREATMENT**
- Home observation
- Relative rest. Avoid overexertion.
- Elastic knee brace to be removed for sleeping
- Local cold, limb elevated
- Urgent appointment in the Traumatology department with weight-bearing knee X-ray and preferred MRI of the knee.
- If in pain, take 600 mg ibuprofen, one tablet every 8 hours, maximum for 5 days.
Do you think I, as a family doctor, can compete with the hospital emergency service that offers immediacy 24 hours a day, 7 days a week, with express diagnostic tests and consultations?
In my case, I have appointment slots within 24 hours and experience in handling such cases...
But not even then.
We have no choice but to acknowledge that the pandemic wind has swept away Primary Care, in some places due to starvation, in others due to fourth-degree burns, in others due to defective management, and in some due to a combination of all the above.
Even so, there are heroic Gaulish villages that resist. Just this morning at my health centre, we had the first-ever meeting with the pharmacists from the local community pharmacies. I diagnosed benign prostatic hyperplasia using ultrasound and dared to perform one of my first echocardiograms. I know none of these small things will alter the course of history one bit, but we will continue doing them as long as we can. As long as the wind allows, which blows ever stronger.