jueves, 29 de septiembre de 2016
La noche como inspiración
Todos sabemos lo que es la noche. La experimentamos a diario cuando el sol nos abandona, por eso ha sido desde siempre fuente de inspiración. En mi caso quizá con mayor vehemencia dedicándome como me dedico al ejercicio de la medicina, disciplina que trata de sombras y noches.
Recientemente he tenido el privilegio de asistir a un recital de piano en el que Félix Ardanaz abordó este tema con partituras de Chopin, Schubert, Ravel y Liszt ejecutadas con maestría y buen hacer. Sin duda es uno de los pianistas más prometedores del panorama nacional.
Tras la reciente lectura del libro Recuerda que vas a morir, de Paul Kalanithi en el que el autor nos ofrece la historia de su enfermedad terminal con las sombras y luces que encontró, este concierto me ha parecido muy iluminador. Toda noche tiene sus estrellas o alguna vela que la surca. Es verdad que cada vez miramos menos el cielo nocturno desde unas ciudades tan iluminadas que alejan de la vista las constelaciones. Del mismo modo miramos poco nuestras sombras, y quizá por eso van produciéndonos mayor pavor. La muerte se ha convertido en tabú, la enfermedad en objeto de consumo. Hemos diseñado una pléyade de servicios y productos sanitarios con los que tratamos de maquillar la cruda realidad: al final todos acabaremos muertos. Pero nos engañamos pensando que aun tenemos tiempo, que todavía no hay de qué preocuparse.
La música nos lleva de la mano por la noche, siempre lo ha hecho. Los antiguos maestros intercalaban movimientos lentos que nos la hacían presente o nos regalaban canciones en las que era fácil contemplar su reflejo. En el palco desde el que escuché a Ardanaz puede sentir el profundo misterio que encarna la noche. Una sensación que produce escalofríos en la espalda y que sin duda han sentido los que desde el paleolítico levantaron la vista en la oscura sabana. Les animo a mirar, les animo a escuchar; seguro que encontrarán inspiración.
martes, 27 de septiembre de 2016
Vengo sin cita, un libro sobre pacientes, médicos y viceversa
Los médicos son personajes públicos presentes en la vida de todos. Aparecen en las series de televisión, los tenemos cerca en los centros de salud y acudimos con prisa a pedirles ayuda a urgencias y hospitales. Sin embargo pocos conocen las dificultades que tienen para formarse adecuadamente, llegar a ser profesionales competentes y poder lidiar con dignidad las complejos retos que sus pacientes les irán proponiendo.
Fernando Fabiani es médico de familia, actor y escritor. Tengo la suerte de conocerle desde hace años y ser admirador de su capacidad creativa de la que surge su libro Vengo sin cita. En esta obra nos ofrece su visión de la medicina, el sistema sanitario y las interacciones con pacientes, tamizada por el prisma del sentido del humor que le caracteriza. Sentido fundamental a la hora de acompañar el dolor, la angustia y los problemas de aquellos que acuden a su consulta buscando soluciones.
Las ilustraciones de Laura Santolaya y las divertidas citas de @dijoelpaciente amenizan una obra que se lee con facilidad y deja en la boca un agradable sabor a humanidad. Sin embargo no es un libro cómico, en él se abordan temas serios y se ofrecen puntos de vista de un médico con experiencia que ayudarán al lector a manejarse mejor con la sanidad, sus profesionales y, lo más importante, con su propio agobio frente a los problemas de salud.
La sensatez debería ser una virtud en todo profesional sanitario, así como la capacidad de explicar que ante todo problema de salud es fundamental aplicar la sentencia hipocrática Primum non nocere. Fernando Fabiani nos lo deja claro con las perlas de sentido común que trufan su obra. Anímense y disfruten, si buscan un libro ameno y divertido aquí tienen una buena opción.
domingo, 25 de septiembre de 2016
Congreso Nacional de Entrevista Clínica y Comunicación Asistencial 2016
Uno de las reuniones científicas más interesantes del panorama nacional es a mi juicio el Congreso Nacional de Entrevista Clínica y Comunicación Asistencial que este año se celebra los días 13 al 15 de Octubre en Donostia. Es un encuentro eminentemente práctico estructurado a base de talleres y que contará con temas y ponentes que aportan diferentes y originales puntos de vida al complejo mundo de la comunicación en la práctica clínica. El evento está abierto a estudiantes de ciencias biosanitarias y a cualquier profesional de la salud que quiera mejorar sus conocimientos y habilidades en comunicación.
Pueden consultar el programa aquí. En esta ocasión tengo el privilegio de impartir dos talleres:
TJ5. Bilingüismo femenino/masculino. ¿Cómo entender a la otra parte?
De 09:00h a 11:00h en la Sala Zarautz. Impartido junto a la doctora Isabel Núñez Lozano.
TJ7. Escenarios comunicativos entre la hipertecnología y la meditación
De 11:30h a 13:30h en la Sala Zarautz
El Congreso es una actividad más de SEMFYC, y se podrá seguir en Twitter con la etiqueta #eclinica2016
La pieza de Mompou es una sugerencia de Francesc Borrell de cuyo gusto musical me fio plenamente.
viernes, 23 de septiembre de 2016
Todos queremos más notoriedad
Foto de Karen Roe
Dinero, fama y poder son las más potentes zanahorias que el ser humano ha creado para mover la burra de la historia. Si bien tiene en estima otro trío de venturas como “salud, dinero y amor” que comparte un mínimo común múltiplo en el vil metal que a fin de cuentas ha conseguido erigirse como la motivación universal que hace que todos nos levantemos por la mañana prescindiendo del bienestar que nos ofrece el lecho, crucemos media ciudad con los ojos entreabiertos y pasemos toda una jornada lejos de casa trabajando como descosidos hasta la noche. Así día tras día. No nos será fácil encontrar un ente todopoderoso, capaz de adquirir cualquier forma o convertirse en cualquier servicio, líquido, invisible, sugerente, fugaz. Transformador de todo lo aparente, encumbrador de hombres, esclavista infinito.
En el hormiguero social todas las hormigas aspiran secretamente a coronarse en reina, o por lo menos a vivir como zánganos de un modo relajado. Para ello hace falta dinero, mucho dinero. En ocasiones es posible que la fama lo provea y permita un ascenso. Es esta facultad limitada y otorga sus favores a unos pocos. Aquello a lo que damos valor es difícilmente generalizable y repartible justamente por eso se considera valioso. El hormiguero se esforzará para conseguir héroes, poetas o científicos que merezcan el laurel de ganador. Lo demás se tendrán que conformar con sus vidas de obrero y seguir apuntalando las infinitas galerías que conforman su mundo.
El poder es otra facultad deseada por cuanto provee de fama y de dinero al mismo tiempo. Por ello es todavía más exigua y deseada. Se lucha por poder hasta desbordar cotas máximas de violencia que generan conflictos, guerras y tropelías imposibles.
Al nacer venimos provistos por la naturaleza de la facultad del llanto. Con ella conseguimos la suficiente notoriedad como para no morir de hambre y frío en un mundo extraño que en apariencia no cuida de nosotros. La mayoría pasamos por la vida alcanzando la notoriedad suficiente como para no perecer antes de tiempo en una combinación de cuidados propios y ajenos hasta que el deterioro de la vejez termina culminando. ¿Qué pasaría si descubriéramos una facultad nueva para espolear ese llanto primigenio y atraer hacia nosotros todas las miradas? Unos lo hacen dando patadas a un balón que son televisadas a miles de millones, otros pasando mucho tiempo tocando su violín hasta conseguir sacar del él néctar de dioses. Algunos se confinan en bibliotecas hasta dar con la respuesta capaz de transformar el mundo, otros inventan cosas de las que sería muy difícil prescindir.
Sin embargo lo habitual es lograr mínimas cantidades de notoriedad. Estamos diseñados para vivir en clanes de unos 150 miembros que se conocían perfectamente unos a otros. La jerarquía en ellos era meridiana según las variables que la especie y la cultura estipularan para dicho grupo. La notoriedad se repartía según las mismas de un modo suficiente como para que todos supieran cuáles eran las habilidades de los demás. Más adelante tras la revolución neolítica y la formación de ciudades la notoriedad devino imprescindible para dar a conocer personas con habilidades valiosas. Y ahí seguimos, tratando de conseguir nuestro lugar en sociedad para lo que usamos todo lo que caiga en nuestras manos: chismorreo, entrenamiento, creatividad, medios de comunicación y redes sociales. Cada cual emite su propio canal de radio y televisión con la esperanza de conseguir más telespectadores en una lucha a muerte por el “share” que se reparte de manera asimétrica y piramidal como lo ha hecho durante tiempos incontables.
Cada vez que se modifica una regla o surge una nueva herramienta social los gladiadores se apresuran a usarla en su propio beneficio en esta batalla campal que es el circo máximo de las relaciones sociales, donde muchos perecen y solo unos pocos ganarán por un día la corona de laurel.
Si miramos la historia veremos que siempre hubo alguno que no se creyó del todo esta regla de hierro y abandonó el combate marchando a un exilio voluntario. Es posible vivir sin este yugo pero para ello hay que abandonar la sociedad establecida y si me apuran algo mucho más difícil de vencer, el propio ego. La estructura egoica de la personalidad nos permite la supervivencia al crear el dipolo yo-tu que sostiene nuestra identidad y la defiende del resto del mundo. El que consigue transcender su ego ya no necesita ni dinero, ni fama ni poder. Se ha conseguido liberar del deseo de notoriedad que es privativo de ese ego que ansía crecer en perjuicio de los otros.
Si bien es cierto que este viaje se ha acometido normalmente en solitario, también lo es que algunos grupos lo han conseguido juntos, formando pequeñas comunidades alternativas. Pero queda mucho por andar antes de poder soñar con una sociedad entera que se guíe por reglas totalmente diferentes que no sean dictadas por esa pulsión egoica tan potente.
De momento seguiremos dandole a la tecla del móvil, buscando esa pequeña recompensa de notoriedad que significan sus múltiples pitidos, vibraciones y mensajes. En una sociedad en la que paradójicamente cada vez estamos más solos y con menos notoriedad si cabe.
miércoles, 21 de septiembre de 2016
Saki Santorelli en Madrid
Mañana jueves 22 de septiembre Saki Santorelli dará una conferencia a las 18 horas en anfiteatro Ramón y Cajal de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. Campus de Moncloa. La entrada es libre pero es necesario inscribirse.
El doctor Santorelli es profesor de medicina, director de la Clínica de Reducción de Estrés y del Center for Mindfulness in Medicine, Health Care, and Society del Centro Médico de la Universidad de Massachusetts. Como miembro en el Departamento de Medicina, en la División de Medicina Preventiva y del Comportamiento, ha trabajado con miles de pacientes y ha formado a generaciones de profesionales e investigadores del Mindfulness y del programa de Reducción del Estrés basado en Mindfulness (MBSR).
En 2001 fundó el Instituto Oasis, un centro de formación Profesional e Innovación basado en Mindfulness. En 2003, fundó y es presidente de una conferencia científica anual sobre el Mindfulness, titulada Investigando e Integrando Mindfulness en Medicina, el Cuidado de la Salud y la Sociedad. Saki es uno de los formadores en Mindfulness más influyentes internacionalmente y es el autor de Heal Thy Self: Lessons on Mindfulness in Medicine.
Impartirá la conferencia La Herida Que Cura Todas las Heridas: Mindfulness, el Cuidado, y el Recuerdo de la Alegría, en la que desarrollará el mito de Quirón, el sanador herido, y las implicaciones que la atención plena tiene en relación con el proceso de sanar.
Puedes inscribirte AQUÍ.
martes, 20 de septiembre de 2016
¿Qué podemos hacer con la vejez?
Foto de Vineet Radhakrishnan
La sociedad del bienestar es tóxica para la vejez. Privarnos de la suficiente movilidad, mantenernos sentados excesivas horas, aportar más comida de la necesaria, pasar mucho tiempo frente al televisor, disminuir las interacciones sociales... nos pasa una enorme factura tanto al cuerpo como a la mente. Un exceso de medicamentos no mejorará nuestra calidad de vida, tampoco un sobreconsumo sanitario.
El nivel de deterioro de las personas con edad avanzada en los países desarrollados es muy alto. Principalmente por una hipoestimulación mental y una infrautilización corporal. El cuerpo se desinfla y la mente se enlentece.
¿Hay alternativas?
Podemos decir que sí. Hay personas que envejecen bien. ¿Cómo lo hacen? casi todas aplican el antiguo dicho: Menos plato y más zapato.
Sabemos que las siguientes cosas ayudan:
- Caminar a diario y mantener un aceptable grado de movilidad.
- Comer ligero, seguir una dieta mediterránea rica en alimentos frescos.
- Mantener y cuidar las relaciones sociales con la familia, amistades y vecinos.
- Mantener el interés por aprender, leer y mantenerse al día.
- Disfrutar de la naturaleza, el aire libre y los placeres tranquilos.
- Permitirse un capricho de vez en cuando.
- Hacer cosas que nos gusten, tener alguna ocupación o pasatiempo divertido.
- Reir.
- Tomarse las cosas con humor sin dar a los problemas demasiada importancia.
- Adaptarse sin acritud a las limitaciones que la vida o la enfermedad propongan.
Merece la pena no esperar a ser anciano para empezar a aplicarlo. La verdadera sabiduría tiene que ver con eso que los antituos llamaban arte de vivir. Algo para lo que necesitamos silencio y tranquilidad, buena compañía, naturaleza y una buena relación con nosotros mismos.
viernes, 16 de septiembre de 2016
Fundación Aprocor. Salud y Enfermedad en personas con discapacidad intelectual
El mundo de la discapacidad intelectual suele tener poca visibilidad. Cuando Teté Esteban de la Fundación Aprocor contactó conmigo hace unos días me alegró que me diera una oportunidad para reflexionar y tratar de apoyarlo. Me solicitaban un vídeo para los chavales de la organización. Están trabajando un interesante proyecto denominado ¿Por qué tomo estas pastillas? que tiene como objetivo ayudar las personas con discapacidad intelectual a responsabilizarse de su salud y de sus tratamientos. La tarea no es nada fácil dadas las dificultades que tenemos, incluso los adultos con alto grado de concienciación, para llevar a cabo estas tareas. Las tasas de mala adherencia al tratamiento son muy altas en nuestra sociedad, trabajar para que las personas de colectivos vulnerables las mejoren me parece una labor excelente. La Educación para la Salud debería venir de serie en todas las familias y colegios, sin embargo no es el caso. Estamos construyendo sociedades hipocondriacas que consumen excesivos servicios sanitarios y lo hacen mal.
El reto sigue siendo la comunicación, ser capaces de transmitir lo esencial. Cuando una persona con dificultad intelectual acude al médico lo suele hacer con miedo. Temen no saberse explicar bien, temen que les puedan hacer daño. Y no les falta razón. Los profesionales sanitarios solemos tensarnos cuando entran por la puerta por miedos parecidos, tememos no saber explicarnos bien, tememos poder hacerles daño. Qué bueno sería que fuésemos capaces de explicarnos con pocas palabras y con más lenguaje no verbal, que por su universalidad estos chavales comprenden estupendamente. Menos tecnicismos y más contacto físico (qué tal si diéramos la mano). Menos discurso y más imágenes (¿por qué no dibujar un pequeño esquema o mostrar una ilustración en el ordenador?).
La Fundación Aprocor cuenta con profesionales increíbles. Conozco a Nacho Arsuaga desde hace años y me consta su excelencia y buen hacer. El resto del equipo seguramente comparta con él un alto grado de motivación y ganas por hacer las cosas mejor.
Comparto el vídeo que me solicitaban para el proyecto citado. Sin duda todos tenemos mucho que aprender de personas con capacidades intelectuales diferentes y enormes corazones.
¿Ayudáis a difundir #GraciasPorNada? Por la @Plenainclusion de personas con #discapacidad https://t.co/ra8NBoy0Ne pic.twitter.com/giF0ySVYji— Plena inclusión (@Plenainclusion) September 13, 2016
miércoles, 14 de septiembre de 2016
SEXperimentando un libro para adolescentes
Nayara Malnero es una sexóloga clínica con consulta en Gijón y gran actividad en redes sociales. Lleva años desarrollando contenidos escritos sobre sexo en su blog y tiene un canal de vídeos sobre el tema.
Su libro SEXperimentando lo prologa Carlos de la Cruz, eminente sexólogo y coordinador del Máster de sexología de la Universidad Camilo José Cela, de los más prestigiosos en nuestro ámbito.
Me ha agradado su lectura por lo bien que está conseguido el enfoque hacia los adolescentes, habilidad nada fácil de conseguir. El libro cuida la parte escrita, tanto en lenguaje como en extensión, ejemplos, modismos y estructura. Así mismo se incluyen ilustraciones adecuadas y códigos QR que remiten a los vídeos de la autora. Dicho sea de paso son excelentes, grabados con calidad profesional y con suficiente claridad y visión pedagógica. La combinación de contenidos escritos con audiovisuales aportan un enorme valor añadido en estas edades que la autora aprovecha.
Es un libro ideal para familias con adolescentes, puede ser una buena excusa para sacar el tema y, en lugar de hacerles preguntas o darles la típica charla, compartir con ellos nuestro interés como padres, y el suyo como adolescentes, sobre el tema
martes, 13 de septiembre de 2016
Hipersedentarios
Foto de Andrew Malone
Cuando trato de convencer a un paciente de que disminuya las horas en las que permanece sentado me mira con extrañeza. Cuando expongo que el exceso de silla es tóxico y maltrata nuestra espalda y nuestro cuerpo asienten pero por dentro piensan lo contrario.
Lo cierto es que nuestros niños cada vez sufren más obesidad y trastornos asociados derivados de la disminución de la actividad física. Lo mismo pasa con jóvenes, adultos y viejos. La norma es padecer una baja condición física, tener aparatos locomotores desvencijados y mal mantenidos con poca fuerza y musculatura. Luego nos sorprendemos cuando el organismo nos lanza señales de advertencia en forma de lumbago, dolores de espalda, cuello, hombro, rodilla... El ejecutivo que se queja de dolor lumbar suele compartir con el anciano la misma causa: insuficiente actividad física habitual. Hemos olvidado el placer de pasear o movernos a diario, el necesario equilibrio entre estar sentados y caminando. Comemos, trabajamos, leemos, estudiamos, nos relajamos... sentados. Si hacemos el cálculo de horas en la silla es probable que nos sorprendamos con cifras que se acercan o superen las setenta horas sentados a la semana. Sumadas a las 56 que pasamos tumbados por la noche nos dejan muy poco tiempo de pie o en movimiento.
Las guías inglesas aconsejan permanecer de pie o en movimiento dos horas de las siete que tiene una jornada laboral estándar. Se están diseñando mesas de plano variable que permiten trabajar en ellas sentados o de pie. Probablemente se hagan populares los próximos años. Harán falta más ideas para transformar una tendencia social que está produciendo daño, dolor y enfermedad.
De momento conviene ir tomando conciencia de que todo en exceso suele ser nocivo, con la silla pasa los mismo. Si nos acostumbramos a pasar más tiempo de pie o en movimiento estaremos invirtiendo en salud y bienestar. Menos pantallas y más paseos, menos ocio pasivo y más activo, menos quietud y más movimiento. Algo que de alguna forma todos intuimos. Espero que nuestros cuerpos no tengan que recordarnos con dolor lo que un servidor trata de hacer con palabras. Por que tengan por seguro que el exceso de silla y el hipersedentarismo duele. Pregunten a sus mayores o hagan una visita a cualquier residencia de ancianos si no me creen.
sábado, 10 de septiembre de 2016
#ActimelKids valoración de una jornada
En este tercer y último post sobre el tema expondré un breve resumen del acto promocional del yogur Actimel Kids al que fui invitado recientemente. Estaba dirigido a blogueros nacionales, la gran mayoría madres y padres con blogs infantiles, acudimos cinco profesionales sanitarios.
En primer lugar el conflicto de intereses:
Se me proporcionó transporte y gastos de viaje. Invitaron a desayunar. Regalaron unos yogures.
En segundo lugar el resumen de la presentación:
Se proporcionó información sobre educación infantil, nutrición y hábitos saludables, desayuno infantil y algunas pinceladas del producto. Hablaron un educador y dos nutricionistas. No se aportó información técnica. Finalizó con un debate.
Ideas fuerza:
- El desayuno es una comida importante para los niños y no se produce o es insuficiente en un porcentaje significativo de los casos.
- Muchos peques suelen desayunar solos (sin que lo hagan los adultos a la vez con ellos) y rápido.
- Tener malos hábitos alimentarios puede favorecer la obesidad.
Debate:
Actimel Kids es un derivado lácteo con azúcar añadido (la botellita de 100g contine 10,4 de azucar). Dijeron que se ha disminuido la cantidad total respecto a la fórmula anterior. Varias voces en la sala se quejaron de que seguía siendo muy alta, a mí también me lo parece.
Conclusiones:
La jornada no tuvo carácter científico sino divulgador y promocionador, no se aportó información técnica del producto.
Como no soy nutricionista ni experto en el tema no valoraré el producto por lo que amablemente decliné la invitación a preparar un post patrocinado a tal efecto. Aporto este resumen como suelo hacer habitualmente de las reuniones o jornadas a las que asisto.
Durante el evento compartí por Twitter cinco de las ideas anteriores. Dado que la etiqueta del evento coincidía con el nombre del producto a muchos lectores les ha resultado molesto por identificarlo como publicidad encubierta. Pido disculpas.
La evidencia científica nos aconseja ser cuidadosos con el azúcar añadido a los alimentos, en especial en la infancia.
La obesidad infantil no es un juego de niños en ningún sitio. Son necesarias poltíticas públicas que ayuden a remediarla y aumentar la educación de la población.
Es importante que los profesionales sanitarios ayuden a sus pacientes a mejorar su alimentación y a aprender a identificar alimentos con excesiva grasa o azúcares añadidos.
Si quieren más información sobre desayuno infantil les recomiendo este post de Juan Revenga.
viernes, 9 de septiembre de 2016
Las piedras
Foto de Remi DU
Veía estos días de verano el remake de Ben Hur. En la película aparece una escena donde el mismo Jesucristo frena una lapidación en Jerusalén, librando a un muchacho de una muerte segura. Me parece increíble como nos siguen gustando las piedras y las lapidaciones aunque hayan pasado veinte siglos. La última la puedo contar en primera persona. Acudo a un evento de lanzamiento de un producto alimenticio, publico cinco tuits del mismo, sin dar ni mi valoración ni mi apoyo explícito al producto, y recibo un aluvión de piedras digitales. Me consta que no fui el único, es de agradecer que los proyectiles lanzados sean más livianos que los reales.
Hay personas que piensan que se ha vulnerado la ética, que el acto es totalmente réprobo y perjudicial. Que el que un profesional sanitario se informe de las propiedades de un producto lácteo y haga algún comentario en Twitter es potencialmente dañino para sus pacientes o para la sociedad en general. Dejando a un lado la ironía, lo que pienso ha incomodado no es que un profesional hable de tal o cual producto, de hecho lo llevamos haciendo lustros en todo tipo de actos, sino que se utilice el canal de Twitter para hacerlo. Un canal en el que cada cual controla bastante bien la presencia o no de marcas. Esta intrusión sin permiso es lo que probablemente halla resultado molesta y llamativa, más allá de lo poco que se pudo decir de la marca en cuestión. Llevo en Twitter un montón de años he tuiteado infinidad e de actos, congresos, reuniones y eventos a los que he acudido, mi error en esta ocasión es no haber valorado que el hastag fuera el nombre comercial de un producto y que los lectores lo identificaran como publicidad en lugar de cómo un hilo sobre una conferencia de prensa.
Por otro lado es cierto que lanzar sapos y culebras usando la distancia y la seguridad de las redes sociales es bastante más cómodo que hacerlo a la cara. No abundaré en el tema, pero si profundizaré en la reflexión. Pareciera que cualquier contacto de un profesional sanitario con un producto, servicio o marca contamina sus manos. Me consta que así ocurre en numerosas ocasiones y son incontables los casos en los que marcas y profesionales intercambian favores. Pero no todo el monte es orégano, hay casos flagrantes de sociedades científicas que reciben patrocinio por validar galletas, bebidas y un sinfín de productos, además de gran parte del vademecum y no pasa absolutamente nada. Otros de especialistas estrella que son premiados por apoyar directamente un determinado fármaco. En todo este jardín ¿podría algún profesional sanitario atreverse a pisar una marca para luego hacer una valoración objetiva? simplemente por estadística aventuremos que algún caso habrá. Pocos, ya les digo, porque las lapidaciones suelen ser inmisericordes.
Y puestos a hablar de piedras ¿por qué no nos fijamos mejor en lo que tal vez sí merezca alguna? Y hablaré de profesionales sanitarios para no salirme del jardín, hablaré no de si está mejor o peor tomarse un yogur en el desayuno sino del sobreuso de antibióticos en niños y ancianos, el sobre uso de medicación psiquiátrica en personas sin patología (y con ella), del estado de polimedicación total que sufren la mayoría de los mayores institucionalizados (y los que no lo están). Del abuso de pruebas diagnósticas no justificadas a petición del propio interesado o del profesional que lo atiende que así consigue una mejor valoración de prestación por su cliente. He de admitir que en estas y en otras muchas cuestiones si siento vergüenza personal por lo deficientemente que lo hago en ocasiones. Por eso me permitirán que la piedra que está en mi mano la guarde para mí mismo. Hagan ustedes con la suya lo que mejor consideren.
Finalizaré mi reflexión incluyendo una última cuestión de estilo. Las redes sociales nos describen. Según lo que uno diga, según dónde uno vaya, según con quien hablemos, dejamos un rastro, un perfil que termina formando una imagen personal bastante nítida. Cualquiera que se asome un momento a cualquier perfil de Twitter sabrá de que pie cojea su autor. Por eso me resulta sorprendente ver las reacciones y las piedras que han llovido estos días. Contemplar despacio las formas, palabras, ironías, groserías y demás. Ver de dónde proceden, sopesar la fuerza con las que fueron lanzadas. La cuestión no es tanto si acertamos o nos equivocamos sino lo que hacemos con nuestros aciertos y caídas, así como con las de los demás. Quizá alguno no me creerá si le digo que no dejo de aprender cosas cada día, pero sí, la vida es una gran maestra y no deja de proponernos enseñanzas, sobre todo de los errores que como humanos no dejamos de cometer.
jueves, 8 de septiembre de 2016
La guerra de las marcas
Nadie se fía de
nadie. En nuestro tiempo prevalece el escepticismo ante las
instituciones públicas y ante las privadas, ante políticos y dirigentes,
a las marcas y grandes corporaciones. Hay razones que lo justifican: la
falta de transparencia, los intereses creados, la corrupción, el
engaño, el ánimo de lucro desmedido...
Pero las
marcas siguen estando ahí y nuestra relación con ellas se basa en un
puñado de creencias, valores, gustos y costumbres. Nos hacemos fan de
una marca de ropa, móviles o coches como también lo hacemos de un equipo
de fútbol, partido político o actor de moda. Somos capaces de defender
nuestra marca favorita a capa y espada, así como atacar las propuestas
rivales con pareja vehemencia. Solemos hacer juicios sumarios a la totalidad,
"uno defiende lo natural", "aquel lo ultratecnológico", "ese los
productos nacionales".
Esta semana me
invitaron, en calidad de bloguero, a la presentación de un producto alimenticio que se
comercializará en supermercados y tiendas. No he ido nunca a un evento de este tipo y me interesaba aprender cómo
la marca exponía las características del mismo, conocer sus razones y ver si hacían "trampa" con la información. En
lugar de ofrecer una conferencia de prensa tradicional prepararon una
jornada con varias ponencias y debate. Se hizo todo de forma
profesional y se aportó información correcta. Las preguntas incómodas
fueron respondidas de forma adecuada y no trataron de evitarlas ni
tergiversarlas. Tuiteé alguna informacion del acto que me pareció de interés. Al no ser un experto sobre el tema no he terminado de hacerme una opinión al respecto al no haber tenido todavía acceso a información escrita ni haber completado una revisión bibliográfica. Decidiré si hago o no una reseña dependiendo si considero la reflexión de interés para mis lectores. Sin embargo lo que sí me quedó claro es que una marca necesita comunicar cada vez mejor
para poder vender. También que no lo pueden hacer solas, la ayuda
tradicional del marketing invasivo ya no sirve. Cada vez somos más
capaces de bloquear anuncios no deseados, cambiar el canal o mirar para otro lado. Las marcas tenderán a buscar
aliados en la sociedad civil que tengan credibilidad para otros.
Seguirán haciendo anuncios pero cada vez más saldrán a la calle y a las
redes sociales a distribuir sus mensajes, de hecho este acto estaba lleno de blogueros.
¿Podremos fiarnos de los que nos hagan llegar esos mensajes?
Dependerá del grado de credibilidad, ética y transparencia de la fuente, de los argumentos y evidencias científicas que aporten.
Si
queremos emanciparnos de la publicidad tradicional necesitaremos
personas que nos filtren los productos y servicios. De alguna manera ya
lo estamos haciendo cuando consultamos en internet las opiniones de los
clientes de un hotel o de una determinada compañía.
Nos gustará más o
menos pero esta tendencia es imparable. Leemos los libros o usamos las Apps con más estrellas, vamos a los hoteles con mejores comentarios y
seguimos las recomendaciones de nuestros amigos o de nuestros contactos
de internet para comprar tal o cual producto.
¿Debemos meternos los profesionales sanitarios en esa arena? ¿Es correcto que un profesional sanitario dé su opinión sobre un producto alimenticio, deportivo, tecnológico (no incluyo aquí medicamentos que obligarían a hilar más fino)? De momento hay posiciones encontradas, por una parte las Sociedades Científicas son con frecuencia patrocinadas por marcas y un gran número de expertos de todo tipo promocionan directamente productos y medicamentos en congresos y reuniones. Por otro lado otros defienden la necesidad de una independencia total y de un contacto cero con cualquier tipo de marca. Cada cual deberá responder según su criterio personal, es verdad que en el pasado ha habido abusos y se han cometido errores pero también que puede haber una relación entre marcas y profesionales ética y correcta, aunque no aventuro si seremos capaces de encontrarla.
¿Debemos meternos los profesionales sanitarios en esa arena? ¿Es correcto que un profesional sanitario dé su opinión sobre un producto alimenticio, deportivo, tecnológico (no incluyo aquí medicamentos que obligarían a hilar más fino)? De momento hay posiciones encontradas, por una parte las Sociedades Científicas son con frecuencia patrocinadas por marcas y un gran número de expertos de todo tipo promocionan directamente productos y medicamentos en congresos y reuniones. Por otro lado otros defienden la necesidad de una independencia total y de un contacto cero con cualquier tipo de marca. Cada cual deberá responder según su criterio personal, es verdad que en el pasado ha habido abusos y se han cometido errores pero también que puede haber una relación entre marcas y profesionales ética y correcta, aunque no aventuro si seremos capaces de encontrarla.
martes, 6 de septiembre de 2016
Problemas de estómago, gastritis, en Saber Vivir RTVE
Hace unos días me invitaron a participar en el programa de televisión Saber Vivir para hablar de Gastritis y problemas de estómago.
Comparto el vídeo del programa por si puede servir de ayuda a alguien. Según mi opinión es fundamental que profesionales sanitarios con dotes de comunicación mejoren la educación para la salud de nuestra sociedad. Conozco muchos que lo harían genial. Espero que con el tiempo esto no sea una rareza sino más bien la norma.
lunes, 5 de septiembre de 2016
Superar la adversidad
El ser humano está dotado de muchas facultades que le vienen de serie. La educación, la cultura y la sociedad nos permiten otras opciones extra según lugar y tiempo pero hay propiedades básicas que siempre están ahí. La resiliencia es una de ellas, esa hermosa cualidad que nos permite adaptarnos a condiciones adversas y sobrevivir psicológicamente a ellas. Es verdad que hay muchos mundos en este mundo y muchas vidas en esta vida. Hay circunstancias vitales devastadoras capaces de fundir los plomos al más ecuánime, afortunadamente los expertos nos dicen que tras dos años de una experiencia de este tipo la gran mayoría lo supera y puede volver a experimentar altas cotas de felicidad y plenitud.
El reto radica en aguantar ese tiempo dado que no hay claras recetas para beber tragos tan amargos. Cada cual se adapta como puede y vuelve a subir los fusibles bajados con la paciencia que el tiempo impone. Las experiencias previas de adversidad y el manejo personal de emociones son variables importantes. Las redes relacionales y de apoyo también. Hay pues factores personales y ambientales de cuya combinación surgirá la sorprendente capacidad resiliente que nos sacará del remolino de la ola vital que nos revuelca dentro del mar en una ahogadilla en la que pensamos nos ahogamos definitivamente.
Cuando vivimos un trance semejante una de las alternativas más inteligentes suele ser pedir ayuda. Dado que nuestras redes relacionales son cada vez más débiles lo hacemos en el sistema sanitario. El médico o la enfermera nos escuchan, nos miran y se encogen de hombros al no poder hacer gran cosa con una situación vital que la propia vida se encargará en reconducir. Solo en unos pocos casos es correcto hacer una intervención médica, son aquellos de duelo patológico, depresión mayor o desarrollo de conductas adictivas o destructivas. Salvo en estas excepciones la sanidad hace más mal que bien siendo comunes los sobrediagnósticos de patología (reacciones adaptativas con ansiedad o depresión) y los consiguientes sobretratamientos.
Los paños calientes ante situaciones vitales adversas a nivel profesional los debería poner el psicólogo con terapias de escucha y apoyo pero dado que en nuestro medio este servicio no está incluido en el sistema sanitario público y que los ciudadanos no tienen ni costumbre ni muchas veces posibilidad económica para recurrir a uno privado al final terminan en el centro de salud. Un médico con 30-40 pacientes que atender no tendrá más de seis minutos para escucharle. No es suficiente para aliviar ni reconducir de manera correcta. Como los galenos no son insensibles al dolor humano muchas veces tratan de aliviarlo con un medicamento que en estos casos será necesario tomar unos cuantos meses.
No es mi intención fundamentar el mejor curso de acción ni de juzgar los mismos. Tan solo abrir la reflexión dado que estas situaciones vitales nos afectan absolutamente a todo el mundo. La realidad es que no nos suele gustar adelantar catástrofes de manera directa y personal, lo solemos hacer asistiendo a dramas en formato cinematográfico, literario o dramático. Como espectadores es más fácil acercarnos a estos misterios, dar un paso más e imaginar que pasaría si fuéramos protagonistas nos permitirá reforzar, remendar y apuntalar aquellas agarraderas que en su día serán las que nos ayuden a salir del pozo.
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