jueves, 27 de abril de 2017
Tecnología y comunicación en entornos sociosanitarios
La Fundación Mémora desarrolla este año un interesante ciclo de conferencias cuyo valor estriba en la multidisciplinaridad de temas y ponentes. Hoy tendré el honor de participar en esta iniciativa, invitado por María Díe, con un taller en el que reflexionaremos sobre el papel de la tecnología y la comunicación en entornos sociosanitarios. El tema es complejo habida cuenta de la rapidez que los desarrollos de alta tecnología están teniendo en nuestra sociedad y en el mundo de la salud. Adaptarse no es fácil. Pocos profesionales de la salud han meditado si les interesa tener presencia digital y cómo debería ser su estrategia para ello. Intentaremos dar pistas señalando al mismo tiempo las celadas y problemas que toda tecnología trae consigo.
miércoles, 26 de abril de 2017
Medicina y restauración
La medicina actual es parecida al mundo de la restauración. Por ponerles un ejemplo les hablaría de mi que trabajo en un McDonalds. Soy médico de familia, en mi restaurante trabajo con otros diez médicos sirviendo una media de 30-40 servicios al día cada uno. Pese a que tenemos formación de alta cocina la cadena de hamburgueserías nos mantiene a destajo, dicen que la gente tiene mucha hambre y hay que dar cantidad a precios populares. Es lo que hacemos. Somos especialistas en producir cantidad. Lo malo es que no terminamos de quitar el hambre, la gente vuelve y quiere más.
Conozco otros restaurantes más finos. Los precios son más elevados y los platos que sirven mucho más sofisticados. En sus cocinas también se afanan pero no sudan tanto como en el McDonalds. Sin embargo con la crisis de la restauración están remodelando la mayoría de estos locales elegantes y convirtiéndolos en franquicia de otras grandes cadenas. Muchos de ellos también sirven hamburguesas, que es al fin y al cabo lo que quiere el ciudadano: bueno, bonito y barato.
Fuera del sistema de restauración oficial hay bastantes garitos alternativos que se rigen por otros principios. Suelen hacer una cocina casera o elaborada dedicando tiempo y cariño al proceso. Lo malo es que muchos de ellos solo dan limonada o vistosos platos de algodón de azúcar. Es poco el apetito que sacian y al final la gente termina viniendo al McDonald por su menú completo, lo sé bien porque me lo cuentan los que despachan en el mostrador.
Mis jefes cada día me piden que atienda más pedidos y por otro lado han empezado a automatizar los restaurantes. En pocos años no habrá administrativos en la barra y en la cocina cada vez seremos menos personal y más máquinas, total una hamburguesa básica la puede hacer cualquiera.
No sé si al final haré caso a mi primo que me aconseja marchar a servir en Inglaterra o mejor a la costa que está llena de ingleses. Aquí no pintan bien las cosas.
lunes, 24 de abril de 2017
Escribir como ejercicio de libertad
Jean Honoré Fragonard
"Escribo con tanta libertad que me sorprende que me dejen"
Arturo Pérez-Reverte
Vivimos tiempos convulsos en los que somos bombardeados por noticias e información que nos aporta poco y carecemos de la suficiente reflexión como para orientarnos en esa selva espesa de ruido. Para desbrozar un sendero en la espesura gusto de usar dos tipos de machete, el primero la lectura que permite ver, con la ayuda de otros, un poco más lejos, el segundo la escritura que ayuda a dar un pequeño paso en la reflexión y el entendimiento y además abrir camino para otros. Ayer fue el día del libro y es una ocasión adecuada para recordar el valor que tiene que podamos leer y escribir. Funciones que aprendimos hace ya mucho tiempo y que siguen siendo válidas en nuestra lucha por dotar de sentido la existencia.
Por mi parte puedo añadir que la lectoescritura tiene una clara función sanadora al aportar a la persona en tiempo de enfermar una posibilidad de comprensión y de expresión fundamental en su proceso. Me gusta prescribir tanto libros como escritura. Animo a mis pacientes a mantener vivo algún cuaderno de escritura y a compartir algún escrito cuando ellos lo consideren. Sé que les ayudará como lo hace conmigo tal y como saben los que sigan este blog que cumple ya mismo siete años de vida.
Ejercer la libertad implica de varios requisitos. Apuntare tres: el primero un suficiente grado de conciencia, el segundo un mínimo conocimiento y entendimiento, el tercero valor para elegir la opción más congruente con nuestra conciencia. Cuando escuchamos o leemos a alguien enseguida nos percatamos de estos factores. Bastan cinco minutos para saber de qué pie cojea nuestro interlocutor. No hace falta recurrir a la vehemencia ni a la falta de respeto para ejercer la libertad, en contra de lo que vemos en los medios de comunicación. El silencio o el discurso tranquilo suelen esconder más fuerza y claridad que la mayores campañas de marketing.
Merece la pena leer para abrir un poco nuestra mente y escribir para mejorar nuestra capacidad de comunicar al mundo lo que pensamos y sentimos. En el viaje hacia la felicidad son barcos que todos deberíamos atrevernos a tomar.
viernes, 21 de abril de 2017
La sabiduría de los clásicos.
Nuestra civilización debe mucho a
los hombres y mujeres del pasado que nos han legado en herencia su pensamiento
y creatividad en forma de poesía, teatro, filosofía, matemática, ciencia y
otras mil manifestaciones. Tras leer Fragmentos de
George Steiner me doy cuenta de lo mucho que esa herencia sigue iluminándonos
hoy día. El autor es uno de los sabios contemporáneos más insignes y en su
libro nos lo demuestra ofreciéndonos una serie de propuestas sobre lo divino y
lo humano en las que mezcla las ideas clásicas con sus propuestas reflexivas.
Hoy está de moda la programación de ordenadores y triunfan aquellos capaces de
crear código capaz de transformarse en aplicaciones y programas que ofrezcan
suficiente valor añadido como para que se viralicen y se extiendan ampliamente.
Los antiguos griegos también lo hacían en sus diferentes disciplinas. A
nosotros han llegado sus éxitos. La historia de Troya, la de Odiseo, la de sus
muchos mitos y leyendas, también sus teoremas, geometrías y aritméticas. Quizá
lo más descorazonador sea contemplar cómo los herederos de aquellos sabios ven
hoy su tierra esquilmada por banqueros a los que algunos se vendieron sin calcular
bien las consecuencias. Esto nos debe recordar que la adaptación al medio no
cesa jamás y que "pez que no nada se lo lleva la corriente".
Otra de las obras del pasado que
ha dejado en mí una profunda impresión estos días ha sido un capitel de la iglesiarománica de San Claudio en la ciudad de Zamora. La maestría del artista de
hace ochocientos años suscitó un enorme asombro en el que les escribe. Hablar
en piedra me ha parecido siempre un arte singular, tanto por la posibilidad de
hacerlo con los volúmenes, espacios y juegos de luces de la arquitectura como
con la sutileza, sensibilidad y belleza de la escultura. No sabemos mucho del
autor. No conocemos su nombre ni su historia, como pasa con la mayoría de
quienes nos han precedido. Lo que sí sabemos es que era muy bueno en su oficio,
tenía sensibilidad, ingenio y capacidad de trabajo. Era un virtuoso. Además de
la belleza de su legado nos regala el recuerdo de que siempre es posible lo
inaudito. Si él fue capaz de hacer hablar y cantar a la piedra qué no podremos
hacer nosotros.
Tanto de Steiner como del anónimo
escultor zamorano podemos aprender muchas cosas. Entre ellas a rescatar ese
fondo de virtud que convive con todos nosotros en las profundidades de nuestras
bodegas. Los demás necesitan ese brillo y nosotros también pues hay pocas cosas
que den más sentido que el atrevernos a compartir nuestra virtud con otros.
martes, 18 de abril de 2017
Elogio del laberinto
Foto de David Marquina Reyes
Nunca los laberintos estuvieron más de moda, nunca se construyeron tantos ni se erigieron como estructura social básica. En origen el arquetipo del laberinto significaba prueba, en su seno se escondía un tesoro a menudo guardado por monstruos y peligros. La estructura del símbolo está presente en casi todas las culturas como lugar intrincado que complica el camino hasta el punto de hacer casi imposible hallar la verdadera ruta. Nos muestra una imagen de complejidad y dificultad que de alguna forma todos hemos vivido alguna vez en nuestras vidas. Nos recuerda que en ocasiones no es fácil discernir el camino correcto, aventurar una salida o conseguir una respuesta.
Nuestras grandes megaciudades tienen mucho de laberintos al ser sumatorios de redes complejas que se imbrican entre si. La red de metro, la de transporte de superficie, la red eléctrica, la de agua potable, la de alcantarillado, el trazado de calles, las edificaciones y estructuras... A parte tenemos las redes de comunicación que tejen nuestros teléfonos y ordenadores, radios y televisiones. Una maraña de conexiones que unen incontables nodos. Si lo contemplamos a suficiente distancia veremos claramente el laberinto. Quizá caminando por la calle o reposando tranquilamente en el sofá no sea tan evidente pero no hay duda de que jamás la humanidad había creado antes una complejidad mayor, un laberinto tan enorme y globalizado.
Ante este enorme reto caben varias preguntas: ¿dónde está la entrada? ¿y la salida? ¿cómo orientarnos dentro de él? ¿qué peligros deberemos enfrentar? ¿cómo salir bien librados de la prueba? Disponemos de varios mitos que nos ayudan a responderlas pero son solo orientaciones, el grado de complejidad que enfrentamos es tal que nos obligará a cada cual a dar sus correspondientes respuestas, dado que el laberinto de cada cual es diferente. Sumamos al externo el personal construido sobre una base educativa y cultural que nos determina los muros interiores, los pasadizos y conexiones que separan sensaciones, ideas, emociones y sentimientos. Nuestro protagonista es la atención, el héroe que dotado de una pequeña antorcha deberá avanzar por los pasillos buscando una salida.
Uno de los mayores retos lo constituyen las distracciones que nos asaltarán de todos los modos posibles. En su largo viaje Ulises se encontrará con diferentes personajes y escenarios que tratarán de distraerlo y desviarlo de su misión. ¿Qué es la vida sino una sucesión de contratiempos? No faltarán apetitosas tentaciones, propuestas imposibles de rechazar o promesas de éxito que esconderán traiciones, puñaladas y perdidas irreparables. Encontraremos bifurcaciones que conduzcan a la vida y a la muerte, callejones sin salida, trampas llenas de afiladas cuchillas. Tampoco obviaremos la humedad, los bichos y criaturas que se arrastran, las cucarachas y roedores. Y como no, los personajes que irán apareciendo, a veces agradables y seductores, otras de aspecto nauseabundo o aterrador.
Muchos no pueden soportar la prueba y tratan de escapar de la misma por atajos que conducen siempre a pozos de sombra. Se apoyan en falsos amigos como el alcohol y otras sustancias, el exceso de trabajo o cualquier vicio que otorgue unos instantes de placer y desconexión. Quizá por eso sea tan frecuente encontrar muertos vivientes arrastrando sus pasos por la calle, con la mirada perdida o ahogada en un teléfono móvil. La figura del zombi es enormemente popular porque nos muestra claramente el final de mucha gente perdida, la posibilidad de perdurar muertos en vida, lo que a fin de cuentas es del todo imposible.
Uno de los aspectos más característicos es el paisaje sonoro. Es casi imposible permanecer en completo silencio. Si no nos acosan los anuncios desde cualquier pantalla, lo hará algún aparato escupiendo música o cualquier tipo de emisión. Y en los momentos de supuesta quietud, incluso la nocturna, será finalmente nuestra mente la que no cese de hostigarnos con pensamientos circulares. Dentro de las voces que podremos escuchar se incluyen la de los falsos profetas y vendedores de bebedizos, herederos de aquellos brujos antiguos pero fogueados por el engaño y las técnicas de telemarketing. Dudo mucho que alguien consiga explicar el gran éxito que logran al precio de despistar aun más a los atribulados caminantes.
El primer paso que podemos dar para salir del laberinto es darnos cuenta de que estamos en él. Algo que sabemos desde que Platón nos ilustró con el mito de la caverna, algo que muchos nos han ido recordando a lo largo del tiempo sin que al parecer tuvieran mucho éxito.
No les puedo decir qué pasará, sobre todo al caminar todos como humanidad de la mano, hecho que los más ricos y poderosos se empecinan en ignorar. No se vislumbra una clara salida, toda vez que el entero planeta parece estar involucrado en este ardid. Pero, tal vez, alguno consiga encontrar un momento de silencio, quizá de lucidez, a lo mejor de comprensión. Me gustaría creer que en la perspectiva que se obtiene al subir a la cima o en la clarividencia que nos sale al camino cuando la vida nos da una de sus lecciones hallemos las claves necesarias para dar un paso coherente y acercarnos un poco más a la salida. Dado que cada paso de cualquier ciudadano en la dirección correcta nos acerca a todos a la misma. No se trata de huir sino de comprender, no hay que salir de ningún sitio sino aprender a estar. A fin de cuentas la palabra más difícil de conjugar ha sido y sigue siendo el verbo ser.
Cuando levanten los ojos de este texto y miren de frente la vida que les toca vivir acuérdense de esto. Todo lo tienen ahí delante pese a que las formas que se muestran no son capaces de irradiar todo el esplendor que contienen dado que nuestra visión se mantiene velada. Sonrían y aprecien el misterio, tal vez algún día esos velos sean levantados, en ese momento entenderemos.
domingo, 16 de abril de 2017
Resucitar
El olvido ha sido siempre la perdición del ser humano. Más si cabe en esta época que denosta a los ancianos. Algunos olvidos son permisibles otros no. Desaprovechar la lección de vida que hay en toda caída, pérdida o derrota tanto personal como grupal es una oportunidad tirada a la basura, un tesoro dilapidado. La memoria histórica que no se cuida nos hace repetir los mismos errores una y otra vez, las mismas masacres, idénticas injusticias.
¿Qué puede pasar si olvidamos el significado de palabras como resucitar? Probablemente lo que ya está pasando: poco a poco hay menos resucitados y más zombis. Menos posibilidades de superar una muerte aparente para recuperar una vida con mayor plenitud y más frecuencia de acabar vegetando muertos en vida.
No es una cuestión de recuperar ritos, novenas o maneras antiguas. Trato de señalar una capa de realidad de más profundidad, el nivel semántico que sostiene la concepción del mundo que como sociedad hemos creado. Vida y muerte danzan a nuestro alrededor desde que el universo fue creado. Desde el paleolítico se empezaron a preguntar cómo funcionaba este misterio y mentes privilegiadas llegaron a la conclusión de que existía una delgada línea entre ambas que denominaron resurrección, transmutación o reencarnación. Un fino hilo de cambio que dotaba al misterio de sentido.
Basta con abrir bien los ojos para encontrar ejemplos. Desde el devenir de las estaciones hasta los manejos del reino vegetal. Desde los ciclos de creación y destrucción hasta nuestra propia biografía donde abundan sombras de muerte que en su momento volvieron a la luz de la vida.
Hoy hay pocos seres capaces de entender estas veladas realidades y menos aun que las sepan explicar. La gente está muy ocupada atendiendo su Whatsapp o sus redes sociales. Y de los antiguos buscadores nos hemos olvidado cubriendo su gloria con una densa capa de distracciones variadas.
El precio del olvido es alto como saben aquellos que tropiezan varias veces con la misma piedra. Si además perdemos el sentido pueden imaginar las consecuencias. No es broma cuando cito la posibilidad de ser un zombi, los mares de la historia están llenos de gente que perdió rumbo y vagó malamente hasta extinguirse.
viernes, 14 de abril de 2017
Dolor y entendimiento
Varón de dolores, varón de comprensión
He sufrido infinitos cólicos, síncopes y abscesos,
Contracturas y lumbalgias, huesos rotos, dedos machacados,
Depresiones profundas, torturas y agresiones.
He perdido hijos, hermanas, parejas amadas y muchísimos padres,
Fortunas, capitales y trabajos, fama, bienestar y prebendas,
¡Me quedé solo tantas veces bebiendo el cáliz verde de amargura!
La vida me venció en incontables ocasiones y no pude seguir,
Elegí laberintos de venenoso alcohol, negras drogas infectas,
Juego viscoso y otros muchos atajos que me hundieron al fondo.
Velé todas las noches que imagines en preocupación gris
O en sentimientos que quemaban la poca esperanza que tenía
Y supliqué a la muerte que viniera y acabara con todo de una vez.
Me convertí en anciano, tullido, decrépito y demente,
En locuras cruzadas con abandono y desazón indescriptible,
En discapacitado para las menores actividades cotidianas.
Todo para terminar comprendiendo una simple lección:
Aunque no lo parezca la agitada superficie de las aguas
De nuestras desordenadas existencias es también un abismo profundo.
No existe ola alguna solitaria, todas se hermanan
En corrientes que dotan de sentido las mareas
Porque el sol y la luna también están presentes.
Es necesario atravesar este largo camino de lecciones
Que constituyen nuestro caminar para entender
Y conseguir la perspectiva que desvele el sentido.
Desde esa altura es posible parar y sonreír
Sabiéndonos capaces de abrazar a todos los demás
Que no dejan de ser nuestra propia vida en otras formas.
¿Quién nos cantará de una manera comprensible
La nana que nos libere del engaño y de la cerrazón
Para recordarnos el verdadero nombre de las cosas?
Tenemos delante la canción desde la noche de los tiempos
Precisaremos de silencio y de valor para callar
Y tocar con las manos esa música que nos regalan las estrellas.
viernes, 7 de abril de 2017
Escapar del mundo
Foto de Susanne Nilsson
“Qué paren el mundo que yo me bajo” es una frase afortunada que condensa lo que mucha gente ha pensado alguna vez. Basta con ver un telediario u ojear un periódico para terminar hastiado de la humanidad. Basta con echar un vistazo a nuestro ambiente laboral, familiar y social para encontrar motivos de escapar lo más lejos posible. En ocasiones basta con darnos cuenta de la oscuridad de nuestros pensamientos o sentimientos para suplicar una salida.
Pero, ¿es posible escaparse del mundo?, ¿alguien lo ha conseguido?. Si miramos la historia encontraremos sabios, santos y virtuosos que aparentemente lo han logrado. Habitualmente tomando vías alternativas y poco ortodoxas. Algunos se marcharon a vivir al desierto o buscaron la soledad de la montaña, otros se dedicaron a servir a los más pobres o excluidos, hubo alguno que vivió subido a una columna y cuentan que muchos se dejaron quemar o torturar por sus ideas.
Como estos ejemplos suelen quedar lejos de la mayoría de nosotros lo más habitual es buscar un atajo. Los hay en abundancia y casi todos terminan en los mismos barrancos. Drogas, alcohol, juego, sexo, hedonismo, distracciones... Es habitual incluir en nuestra jornada unas horas de “desconexión” mientras vemos nuestra serie favorita en televisión, el correspondiente partido de fútbol o jugamos la partida en la consola o el ordenador. Pasamos horas conectados a Internet, a redes sociales a diferentes páginas. Caminamos por la calle mirando nuestros teléfonos móviles ajenos a farolas y transeúntes. Cualquiera que nos mire puede inferir que el grado de despiste es bastante alto, de alguna manera estamos fuera del mundo pero paradójicamente no en la forma deseada por la mayoría.
La verdadera dificultad parece estribar no en escapar del mundo sino en aprender a estar plenamente en él. Habilidad difícil donde las haya. Lo que a menudo nos resulta casi imposible es llegar a aceptar lo que la vida pone en nuestro presente. De echo la libertad humana reside en la facultad de decidir aceptarlo o no, quedarnos en ese presente o darnos la vuelta, abrir los ojos a lo que tenemos delante o mantenerlos cerrados. La huida del mundo es una huida del presente.
Cuando nos duele “el mundo” experimentamos zozobra e inquietud de forma semejante a cuando nos duele una idea o un sentimiento. Nuestro instinto nos impulsa a escapar de esa desazón y buscar tranquilidad o un poco de placer. Compartimos ese programa neurológico con las lagartijas, por eso es tan complejo escapar de él. El quid de la cuestión está en cómo reaccionamos en esa tesitura, ¿es posible mantener la postura y no escapar? Los sabios antiguos vuelven a respondernos, ellos ya caminaron esas mismas sendas con idénticas dificultades. Nos dicen que es posible mantenerse en el presente ante situaciones, ideas o sentimientos adversos. Es posible aceptar y permanecer, de hecho es la manera más idónea según algunos para conseguir que dicha desazón desaparezca o se transmute de una manera óptima. No es fácil de creer, el camino propuesto va en dirección contraria a nuestra forma de actuar. Nos pasamos la vida escapando de circunstancias y de nosotros mismos, negando lo que hay, huyendo siempre que podemos.
Más que parar el mundo quizá podamos mantenernos a su velocidad, ni más ni menos. Sin tratar de quedar rezagados en el pasado ni propulsados hacia el futuro, tan solo quedándonos aquí, en el presente sea lo que sea que contenga. A muchos les interesa que esto no ocurra. Se venden más productos y servicios a aquellos que tratan de escapar de lo que hay. Cuando uno acepta lo que su presente tiene suele necesitar poco, basta con lo que hay. De cualquier modo me alienta comprobar que a fin de cuentas depende de nosotros.
Publicado inicialmente en la revista online El Emotional
martes, 4 de abril de 2017
Medicina lenta
Los sistema sanitarios son enormes estructuras con una gran responsabilidad: velar por la salud de la sociedad. Para ello se invierten enormes recursos que mantienen en actividad una maquinaria que en el fondo responde a un diseño industrial. Esto implica una entronización de la eficacia, es un sistema caro al que se le exige rentabilidad.
Por otro lado cada vez hay más necesidad de servicios sanitarios. El envejecimiento de la población y la complejización de los procesos en los mayores y la disminución de la tolerancia a los problemas inherentes a la vida en los más jóvenes hacen que el número de consultas al sistema aumente. En consecuencia se incrementan los diagnósticos, tratamientos, derivaciones hospitalarias y técnicas quirúrgicas.
Cada vez hay menos tiempo para atender cada caso. En España el tiempo medio de consulta en los centros de salud es de 5-6 minutos. Menos en días de sobrecarga, cada vez más numerosos dado que apenas se sustituyen las enfermedades y ausencias del personal.
Hay procesos que se pueden despachar en ese breve tiempo. Para hacer unas recetas o atender un resfriado o un pequeño golpe en el tobillo suele ser suficiente. Otras situaciones requieren mucho más. Recuperar la posibilidad de medicina lenta para atender a una persona que se echa a llorar en la consulta, que afronta un diagnóstico o situación vital difícil, que ya no puede más con su sufrimiento, precisa de un suficiente tiempo de escucha.
Reconozco que es frecuente que no podamos proveerlo porque no es casi imposible muchos días, en parte por nuestra limitación personal, en parte por la del sistema que nos obliga a atender más pacientes de los que sería prudente.
La gente termina buscando esa medicina lenta en otros sitios. Es normal acudir a terapeutas alternativos o complementarios, a herbolarios o tiendas, a masajistas o quiroprácticos... buscando que alguien nos escuche de forma suficiente.
Llevo reflexionando años este tema y hay grupos en Holanda, Brasil, Italia y otros países a los que también preocupa el asunto. No es para menos. En pocos años será posible automatizar muchos procesos sanitarios y tendremos asistentes con inteligencia artificial capaces de ayudarnos con múltiples aspectos de cuidado, prevención, tratamiento y diagnóstico. Lo que no es susceptible de ser automatizado es una escucha de calidad de la que broten una cuidada anamnesis e historia clínica junto con una exploración física adecuada.
FUNDAMENTOS DE LA MEDICINA LENTA
- Tiempo suficiente.
- Personalizar.
- Autonomía y autocuidado.
- Salud positiva
- Prevención
- Calidad de vida
- Medicina integrativa
- Seguridad primero, no hacer daño
- Pasión y compasión
- Tecnología basada en la persona.
Slow medicine, your medicine to a healthy life
Ten basics of Slow Medicine
1. Time
Time for listening, for understanding, reflection, consultation and emotional support. Medical decision making will improve when doctors invest in time and mindful attention.
2. Personal, individual
Tailor-made care, proper care, equitable care. Indivualisation instead of generalization. The patient is the measure of things and the patient's point of view is leading.
3. Autonomy and Self Management
Shared decision making, the patient's values, expectations and preferences are key. This encompasses an embedding of the care program in the patient's environment; family, neighbours, friends and other resources.
4. Positive Healh
New health-defining concept “positive health” (researcher Machteld Huber) focusing on resilience and self management. Shifting the emphasis to health (rather than illness) helps policy makers and politicians to change their approach to health care and disease prevention. This change is urgently needed if we are to maintain high quality care that is also affordable.
5. Prevention
Healthy, slow food is the basic medicine to a healthy life. And to keep in physical shape through exercise. Positive thinking can (re)program our brain to stay healthy.
6. Quality of life
Doing more does not always mean doing better. Quality over quantity, the acceptance of the inevitable. Doing nothing as a (medical) art.
7. Integrative medicine
The best of 2 worlds: regular medicine if necessary. Additional medicine if possible, preferably evidence based. Safety over effectiveness. No metaphores of war, fight etc but of recovery and equlibrium/balance.
8. Safety first: do no harm
Hippocrates' oath: Primum non nocere and iI dubio abstino.
9. Passion and Compassion
Medical peer networks such as Platform ECG en Compassion for Care are aiming to reenter the themes compassion en passion in care. Too much focus on working by the book and control will harm care and working in the care sector.
10. Human focused technology
Hi-tech serves humans, not the other way around. New technologies have to be designed to enhance self management and the Slow Medicine objectives.
lunes, 3 de abril de 2017
Estibadores sanitarios
Foto: El médico interactivo.
Siempre que acudo a la Organización Médica Colegial o al Colegio de Médicos de Madrid tengo sentimientos ambivalentes. En el primer caso por la paradoja de estar a unos metros del Congreso y no ser capaz de gritar un mensaje por la ventana que sea susceptible de que sus señorías reciban de forma inteligible. En el segundo por lo decimonónico del edificio que alberga ecos de pasados tiempos gloriosos y de la propia organización casi tan vetusta como sus salones.
Hablando con Vicente Matas, un instante antes de mi intervención en la presentación del documento AP25, este me decía que tendríamos que aprender de los estibadores que han sido capaces de negarse a unas fabulosas condiciones de prejubilación imponiendo su criterio a las enormes presiones del gobierno. Creo que en parte tiene razón. Los médicos no hemos sabido vertebrar una función de lobby coherente y con una mínima fortaleza. Se nos ha ido la fuerza por la boca en luchas intestinas en las que cada cual defiende su parcela, en especial en Medicina de Familia. Seguimos siendo la Cenicienta del sistema pese al talento, inteligencia, coraje y tesón de una enorme lista de profesionales, unos conocidos y otros no.
Yo me siento en parte estibador. Al fin y al cabo tras la conferencia me tocó descargar los problemas de cuarenta naves mercantes, varias de las cuales lloraron en consulta, otras vinieron de urgencia con preocupaciones distintas, hubo casos complejos que tardé en desenredar y finalmente una cirugía menor que me llevó más tiempo del habitual porque alguien había cambiado de sitio los cabezales del bisturí eléctrico. Pero tengo que dar la razón a Vicente, pese a todo lo cargado poco es lo que trasciende fuera de la consulta. No soy capaz de contarlo como esos Youtubers que todos critican pero que son capaces de llevar su mensaje a millones ni tampoco de una forma que interese a los medios, hábidos de titulares que no tengo el estómago de dar. Habrá que buscar más estibadores sanitarios y contar con jóvenes, mujeres y poetas que son los grandes ausentes en las estructuras y órganos de decisión de las organizaciones llenos de prosa y de corbatas.
En la OMC me encontré con los viejos guardianes, un nutrido grupo de colegas bienintecionados y con largos curriculum a sus espaldas. Gente sabia y profundamente conocedora de los laberintos sanitarios en los que yo, con treinta años a mis espaldas recorriendolos desde la facultad, aun me sigo perdiendo. Daban ganas de abrir las ventanas y ponerse a gritar, daban ganas de pedir ayuda a esos valientes estibadores que no se han achantado a las presiones. ¿Dónde estarán los estibadores sanitarios? probáblemente unos en sus consultas y otros en la univeridad o en la residencia. Habría que llamarlos, tendríamos que invitarles a llenar la OMC, los colegios y las instituciones sanitarias y desde allí generar algo más potente que documentos de consenso, guías y otros sesudos materiales extremadamente costosos en esfuerzo humano pero lamentablemente poco eficaces como herramientas de llamada de atención.
Juan Gérvas lo intuyó hace años cuando creó sus formidables Seminarios de Innovación en Atención Primaria invitando a juniors y seniors, a enfermeras, estudiantes y médicos de cualquier perfil. Poco a poco van surgiendo eventos que siguen esta línea. La jornada científica Vídeos y Salud consiguió hacer lo propio durante tres años y hace unas semanas ha sido un éxito el congreso La cabecera en Granada. Cada vez hay más eventos independientes que permiten que los profesionales se reúnan y encuentren para generar reflexión y conversaciones. Encuentros en los que son bienvenidos estudiantes y jóvenes, se invita a gente diversa y se da voz a mujeres y hombres por igual.
En mi opinión es el camino a seguir. Generar creatividad e innovación encontrándonos y caminando juntos. Si las instituciones médicas ayudan será estupendo, si no se adaptan habremos perdido una oportunidad.
Foto: grupo de estibadores en el congreso (EFE)
domingo, 2 de abril de 2017
El abismo (sanitario)
Caminito del Rey, Málaga
Si en 30 años no hemos sido capaces de tender puentes sólidos entre hospitales y #AP tenemos un problema #hospitales2017— Salvador Casado (@DoctorCasado) March 29, 2017
Respuesta de MªPaz (vía Facebook) Sí, y los que más lo tenemos somos los pacientes, porque no hay una comunicación entre Hospitales y Atención Primaria y eso nos hace dar muchas vueltas, y nos genera incomodidad justo cuando nos encontramos enfermos o atendiendo a familiares enfermos. Así que, por favor, pónganse a tender puentes por los que transitar para crear vínculos ambas partes de la Sanidad; puentes por los que podamos transitar los enfermos sin tantas dificultades. ¡Ah... y escuchen a médicos y personal sanitario de Atención Primaria que son los que nos atienden de continuidad y conocen a los enfermos como un todo y no sólo por partes, como pasa en los hospitales! Y quiero hacer constar que valoro al personal que trabaja para la Sanidad Pública, muy especialmente tras estos años de recortes y política sanitaria nefasta.
En el reino sanitario hay un abismo insondable que separa dos formas de ver el mundo de la salud y en consecuencia de plantear su cuidado. En la vieja orilla está la visión que considera al ser humano una realidad integral compuesta de cuerpo, psicología, circunstancias sociales y ámbito espiritual. En ella trabajan sabios que manejan la mayoría de las cuestiones de salud cotidianas, pequeños procesos que solucionan con pocos medios. En la otra está la visión más moderna que considera a los humanos como máquinas hechas de piezas y aparatos. Cada sabio de aquí se dedica a diagnosticar y tratar una pequeña parte. Son muy buenos en su propia parcela, capaces de solucionar problemas muy complejos.
El abismo es cruzado por estrechas pasarelas por donde van los peregrinos en largas colas de un lado al otro llevando en la mano la carta que mandan los sabios de la orilla vieja o la que responden desde la orilla nueva. Es frecuente que en el largo camino terminen volándose por el viento y el peregrino se pierda en el laberinto de escalas y cuerdas que penden de cada pequeño puente. Esto pasa sobre todo cuando en la orilla nueva comienzan a mandarle de una capilla a otra sin que el peregrino regrese en una buena temporada a la orilla inicial. En esos casos se suele ir generando un ovillo de papeles, tratamientos superpuestos y cascadas de pruebas con indeterminado desenlace.
Salvo excepciones, se sigue usando al peregrino como correo en las comunicaciones entre las dos orillas. Nadie ha pensado que podía ser útil que los sabios se conocieran las caras o que existiera alguna vía más directa para poder hablar. Con el tiempo las cosas se van complicando al disminuirse el tamaño de la vieja orilla con las permanentes obras de reducción del reino y terminar los pacientes en la nueva tras cruzar saltando por urgencias o desde otras capillas de la nueva. Cada día que pasa hay más agobios en la vieja orilla y los cansados sabios escriben menos palabras en las cartas lo que dificulta mucho la labor de la nueva orilla incapaz de diferenciar el trigo de la paja. Por otro lado los peregrinos son ahora más mayores y parecen más enfermos, no habiendo muchos recursos para que algún alma caritativa los pueda cuidar cerca de su casa.
Los niños que tras la escuela se quedan un rato mirando la escena no entienden porqué no se dan cuenta de que el abismo realmente no es tal, de que es posible bajar con una pequeña escalera al fondo y cruzarlo andando como si de una piscina seca se tratara. A veces lo anuncian con todas sus fuerzas, otras se aburren de gritar y terminan marchando al descampado a jugar al fútbol. En una ocasión alguien les vio vociferar desde la orilla nueva y horrorizado cerró la ventanilla, era el Sumo Pontífice Sanitario y no estaba de humor para escuchar pamplinas. Bastante tenía él con mantener tranquilos a la caterva de jefes de servicio que revoloteaban traviesos a su alrededor pidiendo el aguinaldo.
Cuento dedicado a Sergio Minué que gusta de la analogía, la literatura y las viejas imágenes.
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