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jueves, 29 de marzo de 2018

La sombra del agua







Desde antiguo sabemos
Que el ser humano es casi todo agua.


Bebida, luz y sombra,
Viento de levante, brisa vespertina,
Tormenta, alud, abismo,
Llanto, grito, silencio.


Gotas que fluyen, que mojan la vereda,
Lágrimas y rocío,
Canción de cuna.


Por eso cuando llueve me sonrío,
Ante la maravilla de contemplar un infinito,
Una masa de incontables suspiros,
Un anuncio de lo que todos somos.


Tarde aprendí que tus olas
Son exactamente iguales a las mías
Y las marejadas una misma lectura
Que las mareas nos cuentan
Cuando calla la luna.


Por eso te recuerdo:
Que merece la pena agradecer,
Que es necesario dar abrazos,
Que tu fuente te pide que la bebas.


Cuando calmes la sed acuérdate de mí;
Yo te estaré mirando,
Recordaré tu nombre,
Sabré que un mismo mar nos guarda.







lunes, 12 de marzo de 2018

Posverdad sanitaria






También a la sanidad le ha llegado la posverdad. De hecho somos campo puntero, llevamos décadas diciendo mentiras. ¿Quién no ha escuchado alguna vez que la sanidad española es de las mejores del mundo, que nuestro sistemas de transplantes es la envidia de todos, que tenemos excelentes profesionales?

Las campañas de propaganda institucional son enormes dado el gran coste económico que sostiene el sistema sanitario y la gran rentabilidad política en votos que hablar del tema tiene. Pero las cosas están mal como bien sabe quien trabaje en una urgencia, en cualquier centro de salud y en muchos hospitales. La sobrecarga de los trabajadores sigue aumentando como también lo hacen la precariedad de muchos de ellos, sobre todo las más jóvenes, que ven como empeoran las condiciones laborales y las expectativas profesionales.

¿Vale de algo tener excelentes profesionales si no pueden ejercer su labor con dignidad? ¿Sirve de mucho gastar recursos en tecnologías y fármacos de última generación si estos no generan un beneficio real al paciente?

Después de llegar a atender a 76 pacientes en una tarde y ser testigo de cosas como las que me ha tocado ver dentro del mundo sanitario puedo afirmar que la verdad dejó de estar de moda.

Creo que es bueno que se hable de la posverdad sanitaria pero quizá sería mejor que en este debate participara alguna enfermera, administrativo o profesional de la salud asistencial. Los directivos, jefes y gerentes probablemente sepan mucho del tema pero les vendría bien recordar que son los galeotes en la bodega, la escoria sanitaria, los que pese a todo hacen avanzar la nave.

jueves, 8 de marzo de 2018

Sobre mujeres, huelgas y respeto


Obra de Raija Jokinen



Publico esta semana en el Huffpost una reflexión sobre la huelga de hoy 8 de marzo. Me uno con ella al proceso que muchas personas de buena voluntad llevan tiempo haciendo para conseguir mejorar el trato a las mujeres, el respeto y la justicia. No es solo una cuestión de violencias, desigualdades económicas o de derechos, se trata de algo mucho más profundo: el modo en el que mujeres y hombres nos relacionamos.





¿Necesitan las mujeres una huelga general o más respeto?



Soy un padre de familia orgulloso de serlo pese a no tener reparo en reconocer mi mediocridad. Tras cuatro paternidades asumo sin pudor que no he podido dar la talla en igualdad. Por mucho que lo haya intentado ya no tengo duda de que la mujer asume la mayor parte del peso en la crianza. Además de otras tareas de cuidado de otros, funciones de socialización y mantenimiento de familia extensa y amistades. Además de su liderazgo en la gestión doméstica y en la convivencia, así como otras funciones sociales y laborales imprescindibles para que el mundo avance.

Desde hace años no dejamos de oír el daño que la desigualdad causa a las mujeres a lo que se suma el espinoso tema de la violencia contra ellas. Por un lado no hemos sido capaces aún de integrar la asimetría que el código genético nos imprime y las que el devenir social también impone. Por otro no terminamos de entender que la violencia contra las mujeres lleva inevitablemente de la mano otra violencia contra los hombres diferente en las formas pero afilada al fin que nos convierte a unos y a otras doblemente en víctimas y verdugos.

Tal vez a alguno le parezca escandaloso pero por mucho que avancemos en la equiparación de derechos y deberes no somos iguales ni lo podremos ser. Por mucho que avancemos en la mejora de las relaciones intergénero siempre habrá un quantum de violencia y falta de respeto en toda sociedad.

Por eso me entran dudas, de cara a la huelga feminista del ocho de marzo, de si las mujeres necesitan que los hombres hagamos un paro laboral o más bien sería mejor para ellas que todos aprendiéramos a respetarlas más y a tomar conciencia de lo que está pasando con las relaciones entre géneros. No tengo claro que las mujeres ganen algo dejando de trabajar unas horas, tal vez sería mejor reservar un tiempo más extenso para reflexionar unos y otras sobre cómo conseguir crear sociedades basadas en el buen trato y el respeto.

Creo que nos estamos excediendo al poner el foco en ejemplos de discriminación, maltrato, violencia o vejación. Es cierto que estos temas deben estar encima de la mesa y es necesario hablarlos y denunciarlos, pero ¿no ayudaría más a nuestros jóvenes visibilizar ejemplos de buen trato, respeto, diálogo y convivencia? No se a ustedes pero a un servidor le resulta extremadamente complicado hallarlos en los medios de comunicación, redes sociales o en expresiones artísticas.

Cada cual aprende los modelos de convivencia, comunicación e interacción con el propio sexo y con los otros de lo que ve y experimenta en su ámbito familiar y personal. También en lo que observa en series de televisión, películas o en figuras públicas. Las horas de violencia y maltrato real o virtual que cualquier joven consume en su infancia son a todas luces excesivas. Si en consecuencia los ejemplos de respeto y buen trato escasean será más difícil reproducirlos cuando toque. Me parece que la urgencia social es precisamente esta: replantearnos cómo mejorar en primera persona nuestras relaciones humanas con todos aquellos y aquellas con los que interactuamos. Cómo tratar mejor a familiares, amigos/as, compañeros/as de trabajo, vecinos/as o demás personas de la comunidad. Cómo corregir lenguajes rudos o insolentes, cómo potenciar el agradecimiento y los buenos modales, pronunciar más elogios que quejas y dedicar más tiempo a la escucha que al propio discurso.

No critico la iniciativa de la huelga feminista por lo que pueda conseguir de visiblilización y reflexión pero he de reconocer que me irrita la pose y el postureo de muchos y muchas al respecto, también la inflexibilidad en algunos planteamientos y la demagogia. Hay una revolución del buen trato esperando a la vuelta de la esquina que nos está llamando pese a que no sea rentable para los medios de comunicación y otros intereses anunciarlo; las buenas noticias nunca lo han sido. Por eso no me verán ese día cruzado de brazos, apuesto a que estaré de servicios mínimos como en casi todas las huelgas de los últimos años, en los centros de salud estamos siempre en cuadro y el derecho a la huelga es como otros muchos relativo. Me queda mucho que construir y mejorar para ser capaz de tratarme un poco mejor a mi mismo y en consecuencia a los demás, especialmente aquellos/as que por su situación de discriminación, vulnerabilidad o necesidad, más lo precisen. Como sociedad también nos queda mucho trecho. Aprovechemos esta oportunidad para que cada cual dé un paso.





Raija Jokinen

martes, 6 de marzo de 2018

Sanar la memoria, sanar la historia






"Entonces pasó el SEÑOR por delante de Moisés y proclamó: El SEÑOR, el SEÑOR, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad; 7el que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, y que no tendrá por inocente al culpable ; el que castiga la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación." 
Libro del Éxodo 34:7




En este país tenemos un problema de memoria histórica. Es un tema espinoso donde los haya porque casi todas las familias tienen muertos en su haber que sufrieron violencia, injusticia o represión. Probablemente hagan falta varias generaciones para que esa memoria descanse en paz y parece claro que esconderla o evitarla no es el mejor curso de acción para sanarla.

En ocasiones me he preguntado cómo afecta uno pasado de guerra y violencia en una sociedad y en las personas. Cómo influye en el modo en que la gente vive su enfermedad y sus crisis vitales o encarna un tipo u otro de patología.

Por eso me ha gustado la última iniciativa artística Tierras negras: Flores de Valdenoceda de la pintora Almudena Tapia. Un intento de convertir en arte la dureza de la memoria, una carcel de Burgos que fue campo de exterminio y concentró un alto nivel de sufrimiento y muerte. No hay que irse muy lejos para encontrar ejemplos del lado oscuro del ser humano.

Transformar el horror en creatividad es quizá una de las pocas vías para reconciliar la pesadilla de la historia. La obra expuesta lo hace con arte de vanguardia que requirió trasladarse a esas tierras, recorrerlas, pisarlas, tocarlas e integrarlas para, durante los siguientes meses, convertirlas en posibilidades de comprensión. Es una alternativa mucho más interesante que el mero uso dialéctico o político de la memoria, que sólo consigue aumentar el dolor, la separación y la culpa.

Quien desee acercarse a esta propuesta podrá hacerlo durante este mes en la sala Neomudejar de Madrid que provee un gran espacio de una antigua fábrica-taller como escenario resonante a lo que la artista quiere expresar.






lunes, 5 de marzo de 2018

¿Queda esperanza en la galaxia sanitaria?






Hace unos días me publicaron este artículo en Acta Sanitaria. Lo escribí tras revisionar una de las películas de la saga de la guerra de las galaxias. Soy un fan, lo reconozco. Como también lo soy de la medicina de familia que trato de ejercer lo mejor que puedo sorteando dificultades que en ocasiones tienen proporciones siderales. 









Escoria Rebelde





Desde hace años pertenezco a la alianza rebelde. Vamos perdiendo la guerra pero ahí seguimos aguantando. Desde mis tiempos de formación lo tuve claro. No me sedujo el imperio con sus promesas de seguridad laboral, progreso profesional y posicionamiento social. Sencillamente no me creí su discurso basado en el afán de lucro y las frías reglas del mercado. Elegí el bando perdedor de los que trabajan por vocación, apuestan por la gente en primer lugar y por uno mismo en un segundo, se dedican solo al servicio público por que no les queda energía para compatibilizar con el privado y se identifican con otros rebeldes de los lejanos planetas hospitalarios, enfermeriles y demás conglomerados sanitarios.

Enfrentarse a diario a una agenda que supera los 30, 40 o 50 pacientes es la norma en mi planeta. En ocasiones llegamos a los setenta (70). Pocos sobreviven a tamaña intensidad de fuego cruzado. Por eso quedamos pocos rebeldes en Atención Primaria. El imperio bien se cuida de despejar el terreno para la próxima implantación de servicios digitalizados y desprofesionalizados. Tiene potentes armas que debilitan y destruyen servicios públicos esenciales con cuyos desechos edifican poderosas estructuras privadas increíblemente lucrativas.

La perdición de los rebeldes siempre ha sido nuestra incapacidad para explicar la guerra a las demás galaxias. La propaganda del imperio acalla sin dificultad las pequeñas voces de la rebelión que terminan siendo un lejano y cansino coro de quejas que nadie escucha ya.

Por eso hoy he venido a anunciarles que pese a los recortes, ninguneos políticos y otras maniobras aun quedan profesionales de la salud con fuerza para defender al ciudadano, atender al enfermo y dar lo mejor de sí mismos. Vengo a pedir su ayuda para la causa antes de que el rayo de la muerte de la indiferencia haga de la sociedad una masa inerte que no reaccione a su propio expolio. Grito para que los profesionales sanitarios tomemos conciencia de que solo unidos a una causa común podremos hacer frente a un rodillo mucho más fuerte que nuestras pequeñas individualidades coorporativas.

Porque aunque nos traten como escoria, sobrecargándonos, ninguneándonos, ignorándonos... somos escoria rebelde. Y no hay nada más potente que tener claro que nuestro valor principal es el bien común. Desde esa determinación podremos hacer frente al discurso imperial. Aun queda esperanza en la galaxia.






viernes, 2 de marzo de 2018

La responsabilidad de ilusionar en Atención Primaria






Dentro de las responsabilidades que pueden ejercerse en un centro de salud están las de docencia, farmacia, calidad, seguridad del paciente, coordinación asistencial, cartera de servicios entre otras. No se suele contemplar la responsabilidad de motivar, ilusionar y animar. Por lo menos un servidor no conoce ningún caso. Alguno quizá opine que dicha función es intrínseca al liderazgo y habría de ser ejercida por quien ostente la dirección de la unidad. Sin embargo no es nada fácil motivar como sabe quien tenga niños o ancianos a su cargo, como sabe quien trata a diario con pacientes o personas que necesitan cuidados.

En nuestro medio las estructuras de gestión sanitario no suelen incluir el eje de motivación en su hacer. En primer lugar son pocas las ocasiones en que los responsables de alta gestión salen de sus despachos, y los de gestión intermedia lo hacen en reuniones que son todo menos motivadoras. Los responsables de la unidad administrativa, enfermería o de dirección de centro tampoco lo tienen fácil a la hora de motivar a profesionales saturados, sobrecargados y con la moral habitualmente baja.

No es un problema circunscrito a nuestro ámbito geográfico o laboral. La desmotivación es un óxido que ataca todo tipo de estructuras a nivel internacional. Y aunque todo el mundo parece conocer su importancia es poco lo que se hace a la hora de motivar al trabajador en una coyuntura que cada vez maltrata más a estos. Da igual que se trabaje como celador o como responsable de una unidad, la precariedad, sobrecarga y falta de incentivos suele ser la norma.

Es innegable que en el mundo laboral son el salario y las condiciones de trabajo lo que más suele motivar pero hay otros factores como el ambiente de trabajo y las relaciones con los compañeros, el afrontamiento grupal a la sobrecarga y la capacidad para poder desarrollar las propias competencias de una manera digna.

¿Sería interesante que ante los problemas que tiene la Atención Primaria nos tomáramos más en serio la motivación del personal? Adelanto que sí. Un equipo desmotivado rinde mucho menos y genera dinámicas perniciosas personales, grupales y sociales. Eleva el gasto sanitario, la yatrogenia y los problemas de salud no resueltos. Aumenta la dependencia del ciudadano al sistema sanitario y presta una atención de peor calidad. Pese a que muchos de estos factores son cualitativos y no generan indicadores bastaría con estudiar los cuantitativos para darnos cuenta de que hablamos de algo grave. Mirar para otro lado no es una opción inteligente pese a que es lo que llevamos décadas haciendo.

Un movimiento de motivación de abajo a arriba podría ser una novedad que obligue a las instituciones a plantear otro movimiento especular basado en priorizaciones reales, inversión dirigida y mejoras concretas más allá de los planes de humanización o similares que no aportan más que directrices teóricas que son agua que no mueve molino.