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viernes, 2 de marzo de 2018
La responsabilidad de ilusionar en Atención Primaria
Dentro de las responsabilidades que pueden ejercerse en un centro de salud están las de docencia, farmacia, calidad, seguridad del paciente, coordinación asistencial, cartera de servicios entre otras. No se suele contemplar la responsabilidad de motivar, ilusionar y animar. Por lo menos un servidor no conoce ningún caso. Alguno quizá opine que dicha función es intrínseca al liderazgo y habría de ser ejercida por quien ostente la dirección de la unidad. Sin embargo no es nada fácil motivar como sabe quien tenga niños o ancianos a su cargo, como sabe quien trata a diario con pacientes o personas que necesitan cuidados.
En nuestro medio las estructuras de gestión sanitario no suelen incluir el eje de motivación en su hacer. En primer lugar son pocas las ocasiones en que los responsables de alta gestión salen de sus despachos, y los de gestión intermedia lo hacen en reuniones que son todo menos motivadoras. Los responsables de la unidad administrativa, enfermería o de dirección de centro tampoco lo tienen fácil a la hora de motivar a profesionales saturados, sobrecargados y con la moral habitualmente baja.
No es un problema circunscrito a nuestro ámbito geográfico o laboral. La desmotivación es un óxido que ataca todo tipo de estructuras a nivel internacional. Y aunque todo el mundo parece conocer su importancia es poco lo que se hace a la hora de motivar al trabajador en una coyuntura que cada vez maltrata más a estos. Da igual que se trabaje como celador o como responsable de una unidad, la precariedad, sobrecarga y falta de incentivos suele ser la norma.
Es innegable que en el mundo laboral son el salario y las condiciones de trabajo lo que más suele motivar pero hay otros factores como el ambiente de trabajo y las relaciones con los compañeros, el afrontamiento grupal a la sobrecarga y la capacidad para poder desarrollar las propias competencias de una manera digna.
¿Sería interesante que ante los problemas que tiene la Atención Primaria nos tomáramos más en serio la motivación del personal? Adelanto que sí. Un equipo desmotivado rinde mucho menos y genera dinámicas perniciosas personales, grupales y sociales. Eleva el gasto sanitario, la yatrogenia y los problemas de salud no resueltos. Aumenta la dependencia del ciudadano al sistema sanitario y presta una atención de peor calidad. Pese a que muchos de estos factores son cualitativos y no generan indicadores bastaría con estudiar los cuantitativos para darnos cuenta de que hablamos de algo grave. Mirar para otro lado no es una opción inteligente pese a que es lo que llevamos décadas haciendo.
Un movimiento de motivación de abajo a arriba podría ser una novedad que obligue a las instituciones a plantear otro movimiento especular basado en priorizaciones reales, inversión dirigida y mejoras concretas más allá de los planes de humanización o similares que no aportan más que directrices teóricas que son agua que no mueve molino.
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