Obra de Raija Jokinen
Publico esta semana en el Huffpost una reflexión sobre la huelga de hoy 8 de marzo. Me uno con ella al proceso que muchas personas de buena voluntad llevan tiempo haciendo para conseguir mejorar el trato a las mujeres, el respeto y la justicia. No es solo una cuestión de violencias, desigualdades económicas o de derechos, se trata de algo mucho más profundo: el modo en el que mujeres y hombres nos relacionamos.
¿Necesitan las mujeres una huelga general o más respeto?
Soy un padre de familia orgulloso de serlo pese a no tener reparo en reconocer mi mediocridad. Tras cuatro paternidades asumo sin pudor que no he podido dar la talla en igualdad. Por mucho que lo haya intentado ya no tengo duda de que la mujer asume la mayor parte del peso en la crianza. Además de otras tareas de cuidado de otros, funciones de socialización y mantenimiento de familia extensa y amistades. Además de su liderazgo en la gestión doméstica y en la convivencia, así como otras funciones sociales y laborales imprescindibles para que el mundo avance.
Desde hace años no dejamos de oír el daño que la desigualdad causa a las mujeres a lo que se suma el espinoso tema de la violencia contra ellas. Por un lado no hemos sido capaces aún de integrar la asimetría que el código genético nos imprime y las que el devenir social también impone. Por otro no terminamos de entender que la violencia contra las mujeres lleva inevitablemente de la mano otra violencia contra los hombres diferente en las formas pero afilada al fin que nos convierte a unos y a otras doblemente en víctimas y verdugos.
Tal vez a alguno le parezca escandaloso pero por mucho que avancemos en la equiparación de derechos y deberes no somos iguales ni lo podremos ser. Por mucho que avancemos en la mejora de las relaciones intergénero siempre habrá un quantum de violencia y falta de respeto en toda sociedad.
Por eso me entran dudas, de cara a la huelga feminista del ocho de marzo, de si las mujeres necesitan que los hombres hagamos un paro laboral o más bien sería mejor para ellas que todos aprendiéramos a respetarlas más y a tomar conciencia de lo que está pasando con las relaciones entre géneros. No tengo claro que las mujeres ganen algo dejando de trabajar unas horas, tal vez sería mejor reservar un tiempo más extenso para reflexionar unos y otras sobre cómo conseguir crear sociedades basadas en el buen trato y el respeto.
Creo que nos estamos excediendo al poner el foco en ejemplos de discriminación, maltrato, violencia o vejación. Es cierto que estos temas deben estar encima de la mesa y es necesario hablarlos y denunciarlos, pero ¿no ayudaría más a nuestros jóvenes visibilizar ejemplos de buen trato, respeto, diálogo y convivencia? No se a ustedes pero a un servidor le resulta extremadamente complicado hallarlos en los medios de comunicación, redes sociales o en expresiones artísticas.
Cada cual aprende los modelos de convivencia, comunicación e interacción con el propio sexo y con los otros de lo que ve y experimenta en su ámbito familiar y personal. También en lo que observa en series de televisión, películas o en figuras públicas. Las horas de violencia y maltrato real o virtual que cualquier joven consume en su infancia son a todas luces excesivas. Si en consecuencia los ejemplos de respeto y buen trato escasean será más difícil reproducirlos cuando toque. Me parece que la urgencia social es precisamente esta: replantearnos cómo mejorar en primera persona nuestras relaciones humanas con todos aquellos y aquellas con los que interactuamos. Cómo tratar mejor a familiares, amigos/as, compañeros/as de trabajo, vecinos/as o demás personas de la comunidad. Cómo corregir lenguajes rudos o insolentes, cómo potenciar el agradecimiento y los buenos modales, pronunciar más elogios que quejas y dedicar más tiempo a la escucha que al propio discurso.
No critico la iniciativa de la huelga feminista por lo que pueda conseguir de visiblilización y reflexión pero he de reconocer que me irrita la pose y el postureo de muchos y muchas al respecto, también la inflexibilidad en algunos planteamientos y la demagogia. Hay una revolución del buen trato esperando a la vuelta de la esquina que nos está llamando pese a que no sea rentable para los medios de comunicación y otros intereses anunciarlo; las buenas noticias nunca lo han sido. Por eso no me verán ese día cruzado de brazos, apuesto a que estaré de servicios mínimos como en casi todas las huelgas de los últimos años, en los centros de salud estamos siempre en cuadro y el derecho a la huelga es como otros muchos relativo. Me queda mucho que construir y mejorar para ser capaz de tratarme un poco mejor a mi mismo y en consecuencia a los demás, especialmente aquellos/as que por su situación de discriminación, vulnerabilidad o necesidad, más lo precisen. Como sociedad también nos queda mucho trecho. Aprovechemos esta oportunidad para que cada cual dé un paso.
Raija Jokinen
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