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viernes, 22 de septiembre de 2017

Antonio Gamonal opina sobre #MédicoDescalzo

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 Foto: trailer de la película Blade Runner 2049





        He tenido la fortuna de poder leer antes de su distribución “Diario de un médico descalzo” de Salvador Casado y me atrevo a decir que  tanto su  titulo, que ya nos indica la disposición del autor, como todo el libro están teñidos de una agradecida sinceridad. El autor no engaña, no pretende enseñar nada pero sí invita a reflexionar e investigar sobre uno mismo y su servicio al otro. Tampoco se eleva del suelo, no levita, pero sí con las manos abiertas desnuda los principios éticos y filosóficos de la práctica cotidiana de un galeno curioso y sensible; siempre  en busca de la conexión “humana” con sus pacientes a través de una comunicación abierta y tranquila que solo esgrime el límite del respeto mutuo. Nos sumerge así en una búsqueda continua del “arte” de la sanación a través de la comunicación profunda con las personas que a diario acuden a su consulta y muestran su preocupación e intimidad en la confianza de ser escuchados y ayudados en un centro sanitario público.

Con un lenguaje sencillo, el apoyo de experiencias personales en su desarrollo como médico de familia y metáforas sugerentes, incluidos “zombis” de por medio, el doctor Casado acerca al lector y lectora a una práctica “humana”, espiritual y cercana del profesional de la salud sin que por ello este abandone ni un ápice el necesario rigor científico en su quehacer cotidiano.

Lectura sugerente por necesidad para cualquier lector ya que cualquier persona habrá pasado por el rol de paciente y habrá vivido “en sus carnes” muchas de las situaciones que narra; por otro lado, necesaria para los profesionales de la salud entendida esta como ya la definió en su día la OMS un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedad” eso sí distanciándose del probablemente utópico “completo bienestar” y atendiendo a la conciencia y aceptación y límites de la realidad y sufrimiento de cada persona en sus contextos vitales.

Interesante es la invitación a convertir nuestro trabajo en arte, este obliga al artista a seguir los senderos de su disciplina pero a la vez lo libera y estimula su experiencia como creador; camino que puede convertir nuestro oficio en pasión  y desafío por el saber y por la práctica de las sanación en sí misma amortiguando el lógico desgaste profesional y personal de la continua fricción con una realidad de personas que sufren y enferman. Como el mismo indica, todo un desafío lleno de belleza tejido “en el hilo de Ariadna de la creatividad”.

No falta la crítica y la autocrítica en busca de un sistema sanitario más holístico, integral y “humano” que conjugue de forma armónica unas bases éticas y científicas. Siempre eso sí confiando y animando al profesional en tomar conciencia de una realidad que aunque insuficiente de atención y recursos se ofrece lo suficientemente hermosa como para encontrar en ella la ilusión y pasión por el trabajo con y para el otro. Y decimos “con” porque acertadamente el autor señala ese protagonismo clave de la propia persona para ser el motor del propio cambio a través de la consciencia plena de su emociones, discursos internos, y relaciones con los otros, de sus propios automatismo y estilos de vida. De, como el señala, no acabar siendo un “zombi” o “un vampiro”, tóxico y dañino para él y los demás con los que convive.

Por último mencionar su valiente y profunda incursión en uno de los temas marginados de nuestro sistema, la muerte. La atención y acompañamiento en los últimos momentos de la vida es un espejo que nos refleja nuestro propio deterioro y fin, por eso a veces resulta tan esquivo y difícil para el profesional. Salvador nos invita a abordarlo como un elemento más de la propia vida, como un ejercicio de aceptación de nuestros límites y del desafío de nuestra existencia que bien abordado nos encamina a un mejor aprecio a la vida y a la preparación de un “buen morir”.

Dar las gracias, pues,  a este “médico descalzo” por compartir sus reflexiones profesionales de otra manera, sin lenguajes técnicos, sin adoctrinamiento y sin alinearse a esta o a aquella filosofía. Al leer su libro descubrimos un profesional interesado en ayudar e implicarse desde el espacio comunicativa con el otro. Así se muestra su libro, como una sincera y abierta comunicación con el otro.



Antonio Gamonal
Psicólogo
Área de Servicios Sociales,
Ayuntamiento de Villalba

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