Hace unos días se ha jubilado Paco Traver, uno de los psiquiatras
más lúcidos que ha producido este país. El actual estado de cosas impide que
profesionales de gran valor no puedan seguir prestando sus servicios en la
sanidad pública. Creo que es un lujo que no nos podemos permitir, pero así
están las cosas. Aprovecho su discurso
de despedida para extractar y
comentar algunas de sus ideas, muchas de las cuales suscribo desde mi punto de
vista de médico de familia.
Transcribo en gris las ideas de Paco Traver añadiendo negritas
mías. Mis comentarios en negro y menor tamaño tipográfico.
El
término “salud mental” no es más que una falacia.
La OMS tiene una definición de salud que
se distingue mal del bienestar y la felicidad. Es muy arriesgado confundirlas
dado que el beneficio de mercantilizar la salud se pierde cuando la mayoría se
autoconsidera enfermo.
(Una vez dados de alta de una Unidad Hospitalaria) Los
enfermos más graves se pierden por esas grietas mientras las Unidades de Salud
Mental siguen bloqueadas por problemas mentales espurios, problemas sociales,
informes jurídicos y laborales y diversas adversidades de la vida.
Las
unidades de psiquiatría de atención primaria llevan saturadas desde su inicio
como su pariente pobre los centros de salud. También en medicina de familia
estamos bloqueados por burocracia y problemas diversos que nadie ha tenido el
valor de filtrar.
No hay un observatorio mejor que una Unidad de Salud Mental para
ver como los individuos
recurren a la Psiquiatría para resolver problemas que ni son psiquiátricos ni
sanitarios. Y naturalmente la Psiquiatría no sirve para eso y la psicología
tampoco. La mayor parte de la población buscan soluciones fáciles que no hacen
sino menoscabar su resiliencia. Y
no hay nada tan fácil como buscar una pastilla para dormir sino se duerme o en
otra para estar relajado si uno está preocupado
Como médico de familia suscribo
cada una de estas palabras. Estamos empastillando al personal por una parte por
petición de este y por otra por no disponer de un mínimo tiempo para explicar
que lo que le pasa al paciente es la vida y no una enfermedad.
Vienen muy malos tiempos para la Psiquiatría, van a haber más
recortes en el seno de una reforma inacabada, más patologías que atender y más
pacientes graves resbalando por las grietas del sistema. Obviamente el
crecimiento sostenible no existe: todo crecimiento es insostenible y si se
aguanta es gracias, al déficit, la deuda y los impuestos.Y si no podemos crecer
eternamente no tenemos más remedio que repensar nuestra especialidad, repensar qué pacientes tienen
enfermedades y qué pacientes no las tienen.
También vivimos tiempos malos en
Atención Primaria, con sobrecargas que van en aumento y un horizonte que une
envejecimiento social, precariedad económica y complejidad.
Necesitamos una nueva
nosología psiquiátrica que supere los DSMs
generados bajo el auspicio de la industria y que
defina y discrimine lo patológico de lo adaptativo. Sin respeto a las leyes del apego
un niño hoy tiene todas las probabilidades de convertirse en un enfermo mental
mañana.
Redefinir lo que es Salud y
Enfermedad es esencial para toda la sociedad. No va a ser tarea fácil. Si no lo
logramos los profesionales junto a la ciudadanía y los políticos lo hará el
mercado.
La psiquiatría del futuro tendrá que abordar este problema de
una vez (la patologización psiquiátrica infantil) y denunciar como ciertas
ingenierías sociales interfieren con la salud de los niños: la sexualización
precoz, la infantilización de los padres, las políticas de igualdad, la
mercantilización de la vida, los escasos espacios de juego al aire libre, la
alimentación deficitaria y la escasa presencia de los padres en el hogar son
multicausas de un estado de cosas que no parecen independientes de una mente
perversa que trata sin duda de socavar nuestra civilización y nuestra forma de
vida.
Los niños de 14 años pasan a las
consultas de Medicina de Familia convertidos en enfermos crónicos con numerosos
episodios clínicos y etiquetas diagnósticas. La pediatría de Atención Primaria
ha fracasado con sus programas de niño sano que han acabado por “patologizar” grandes muchedumbres de familias atribuladas.
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