Jorge Mario Bergoglio es un anciano de ochenta años con una cabeza muy bien amueblada. Pese a haber nacido y vivido casi toda su vida en Argentina no ha tenido pereza para emigrar a Roma donde trabaja dirigiendo una organización religiosa como todos sabemos. Independientemente de que se compartan o no sus ideas parece innegable que su agenda supera en complejidad, responsabilidad e intensidad la del 99% de los ciudadanos. Claramente su ritmo de vida no es la de un octagenario tipo. Me fijo en él hoy por la charla TED que ha dado recientemente uniéndose con ella a una gran comunidad de comunicadores e innovadores. Es un discurso muy bien llevado, tanto en el contenido como en su presentación. Escuchar a un señor tan mayor hablar de la revolución de la ternura, de las desigualdades sociales y de la importancia de la compasión para mejorar las relaciones sociales es algo realmente poco habitual.
Dentro del mundo sanitario llevo años defendiendo la necesidad de que los profesionales nos atrevamos a salir de la consulta hacia la comunidad y la sociedad elaborando contenidos, vídeos, conversaciones y encuentros. Hay que aprender de otros que también tienen su correspondiente sombra de inercia pero son capaces de dar pasos buscando ofrecer un valor añadido a la sociedad en la que viven.
Les animo a ver el vídeo y a investigar otros oradores a los que su edad, condición social o circunstancias no han impedido compartir sus ideas y talento.
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