La comunicación tiene una potente faceta sanadora. Dentro de los múltiples aspectos de esta me gusta rescatar el saludable papel de la poesía en quien la escribe y quien la lee. Si fuéramos capaces de convertir nuestros anhelos en versos, los miedos, culpas, ilusiones... Andaríamos por la vida algo más ligeros, menos agobiados...
Lanza el arquero sus dardos a la luna
Cada disparo un verso, cada verso un suspiro
Y la luna sonríe en su azotea algodonosa.
Venid a mi, venid a mi los sueños...
En la noche salimos entremezclando olvido,
Cadencias o deseos; bailamos todos:
La sin razón, el holocausto, los abrazos no dados,
Y la brisa nos mueve aventando las sombras.
La inconsciencia genera un revés de presencia,
El leve tul de frágiles historias cual la luz
Que nocturna se cuela en las ventanas.
Seguid soñando niños, regaladme tesoros,
Yo sabré agradecerlo con un alba tranquila.
Venid a mi, venid a mi los sueños...
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