Como en algún programa televisivo la humanidad parece perdida en una isla desierta. En ese tipo de realities un grupo de chicos y chicas jóvenes son desplazados a algún entorno paradiásico para que se busquen la vida, liguen y enreden. Las cámaras tomarán buena nota de la acción para una audiencia ávida de carnaza.
En el mundo real pasa lo mismo, hemos permitido que las redes sociales publiciten nuestras vidas mientras tratamos de triunfar. Algo que casi nadie consigue y que suele destrozar tanto al que aparentemente gana como a los que aparentemente pierden. El éxito es la nueva fiebre del oro. Una pandemia que pese a no ser infecciosa es terriblemente virulenta. Da igual que el planeta no aguante tanto despropósito, para triunfar hay que correr más rápido que los demás y quemar gasolina y vida pisando a fondo el acelerador.
Los jóvenes se están empezando a dar cuenta que esta loca carrera no lleva a ningún sitio. Sin trabajo, sin poder independizarse por no acceder a vivienda propia, sin posibilidad en muchos casos de tener hijos… el panorama es todo menos idílico. Y no podemos negar que correr corren, pero tampoco garantizar que llegarán donde quieren.
Por otro lado los que tienen trabajo también están acelerados, demasiado. Es casi imposible encontrar a alguien que no se sienta explotado, sobrecargado o agotado en el desempeño de sus obligaciones laborales. Los horarios infinitos, la normalización de realizar el trabajo de varios y la sobrecarga progresiva se han normalizado. No quedan fuerzas para tener una vida privada calidad mínima ni para cuidar en condiciones de niños o mayores. Las cifras de natalidad están en mínimos, las residencias de ancianos en máximos. Y los que tienen mascotas las dejan solas la mayoría del día.
Estamos perdidos de nosotros mismos. Los referentes de las generaciones anteriores han desaparecido. Los antiguo sistemas éticos y creenciales fueron sustituidos por enormes rótulos y pantallas gigantes que prometen paraísos artificiales que manan bebidas refrescantes y placeres sin límite. El viejo Dios de nuestros mayores fue asesinado por un mercado que no quiere saber nada de lo que huela a transcendencia enfocado como está en adorar al dios dinero que siempre ha sido el de la inmediatez.
Y como el dinero es el que otorga hoy la felicidad, a él rinden pleitesía todos los poderes del mundo y detrás de ellos toda la sociedad. En contraprestación vivimos perdidos, al no tener un norte al que mirar reina la confusión. Y en ese rio revuelto ganan los pescadores que lo tienen muy fácil para pescar en sus redes a todos los incautos que nadan por el rio en permanente tormenta de movimientos.
Desde mi consulta de medicina general soy testigo de las fatigas y catástrofes vitales que mis pacientes me comparten. En pocos sitios se vierte tanto dolor, sufrimiento y dificultad como aquí, especialmente en estos días en los que nadie parece tener tiempo para escuchar en condiciones el malestar del otro. Por eso tengo claro que la sanidad que conocíamos ha colapsado. Cada día que pasa me obligan a atender a más pacientes y en consecuencia dedicarles menos tiempo. La medicina lenta de nuestros abuelos ya no existe. ¿Quién la custodiará? ¿Quedará un resto en algún sitio?
Miro la negra noche y veo a Saturno en el sur y a un murciélago trajinandose la cena. Desde niño me gusta mirar el cielo tanto de día como de noche. Y en esta oscuridad entrego mis cuitas y desvelos confiando que el nuevo día traiga la suficiente luz para seguir caminando.
Lost
Like in some TV shows, humanity seems lost on a desert island. In this type of reality show, a group of young boys and girls are sent to some paradisiacal environment to make a life for themselves, flirt, and get involved. The cameras will take good note of the action for an audience hungry for fodder.
In the real world it's the same, we have allowed social media to advertise our lives while we try to succeed. Something that almost no one succeeds at and it tends to destroy both the apparent winners and the apparent losers. Success is the new gold rush. An old
pandemic that, although not infectious, is terribly virulent. It doesn't matter that the planet can't take so much nonsense, to succeed you have to run faster than everyone else and burn petrol and life by putting the pedal to the metal.
Young people are beginning to realise that this mad race is going nowhere. Without a job, unable to become independent because they don't have access to their own home, without the possibility in many cases of having children... the outlook is anything but idyllic. And we cannot deny that they are running, but neither can we guarantee that they will get where they want to go.
On the other hand, those who have jobs are also in a hurry, too much. It is almost impossible to find someone who does not feel exploited, overburdened or exhausted in the performance of their work duties. Endless schedules, the normalisation of doing the work of several people and the progressive overload have become normalised. There is no strength left to lead a private life of minimum quality or to take care of children or the elderly. Birth rates are at an all-time low, old people's homes are at an all-time high. And those who have pets leave them alone most of the day.
We are lost to ourselves. The reference points of previous generations have disappeared. The old ethical and belief systems have been replaced by huge billboards and giant screens promising artificial paradises gushing with refreshing drinks and limitless pleasures. The old God of our elders has been murdered by a market that wants nothing to do with anything that smacks of transcendence, focused as it is on worshipping the god of money, which has always been the god of immediacy.
And since it is money that grants happiness today, all the powers of the world pay obeisance to it, and behind them the whole of society. In return, we live lost, with no north to look towards, confusion reigns. And in this turbulent river, the fishermen win, as they have an easy time catching in their nets all the unwary who swim the river in a permanent storm of movements.
From my general practice clinic, I am a witness to the fatigue and vital catastrophes that my patients share with me. There are few places where so much pain, suffering and difficulty is poured out as here, especially in these days when nobody seems to have time to listen properly to the discomfort of others. That is why it is clear to me that the healthcare we used to know has collapsed. With each passing day I am forced to see more patients and consequently spend less time with them. The slow medicine of our grandparents no longer exists. Who will take care of it? Will there be a remnant left somewhere?
I look at the black night and see Saturn in the south and a bat swallowing its dinner. Since I was a child I like to look at the sky both day and night. And in this darkness I surrender my troubles and sleeplessness trusting that the new day will bring enough light to keep on walking.
丢失
自动翻译,抱歉有错误。
就像在一些电视节目中,人类似乎迷失在一个荒岛上。在这种类型的真人秀节目中,一群年轻的男孩和女孩被送到一些天堂般的环境中,为自己创造生活,调情,并参与其中。摄像机将为渴望获得素材的观众很好地记录下这些行动。
在现实世界中也是如此,我们在努力成功的同时,也让社交媒体为我们的生活做了广告。这是几乎没有人成功的事情,它往往会摧毁明显的赢家和明显的输家。成功是新的淘金热。一种大流行病,虽然没有传染性,但毒性非常强。地球承受不了这么多的废话,这并不重要,要想成功,你必须比别人跑得更快,通过踩油门来燃烧汽油和生命。
年轻人开始意识到,这场疯狂的竞赛没有任何进展。没有工作,无法独立,因为他们没有自己的家,在许多情况下,没有生孩子的可能......前景不是田园诗般的。而且我们不能否认他们正在运行,但我们也不能保证他们会到达他们想要去的地方。
另一方面,那些有工作的人也很着急,太着急了。几乎不可能找到一个在履行工作职责时不感到被剥削、负担过重或疲惫的人。无休止的日程安排,做几个人的工作的常态化,以及逐渐超负荷的工作已经成为常态化。没有力量去过最低质量的私人生活,也没有力量去照顾孩子或老人。出生率处于历史最低水平,老人院处于历史最高水平。而那些有宠物的人在一天中的大部分时间都让它们独处。
我们对自己迷失了方向。前几代人的参考点已经消失了。旧的道德和信仰体系已被巨大的广告牌和巨大的屏幕所取代,这些广告牌和屏幕承诺人造天堂涌现出清爽的饮料和无限的快乐。我们老一辈的上帝已经被一个市场谋杀了,这个市场不希望与任何具有超越性的东西有任何关系,它专注于崇拜金钱之神,而金钱之神一直都是即时性的。
既然今天是金钱赋予了幸福,那么世界上所有的权力都向它致敬,在它们背后是整个社会。作为回报,我们活得很迷茫,没有北方可寻,混乱不堪。在这条湍急的河流中,渔民们赢得了胜利,因为他们很容易在他们的渔网中捕捉到所有不小心的人,这些人在河流中游动的时候,永远都是暴风雨。
从我的全科医生来看,我是我的病人与我分享的疲劳和生命灾难的见证者。很少有地方能像这里一样倾泻出如此多的痛苦、苦难和困难,尤其是在这个似乎没有人有时间好好倾听别人的不适的时代。这就是为什么我清楚地知道,我们过去所知道的医疗保健已经崩溃了。随着时间的推移,我被迫看更多的病人,因此花在他们身上的时间越来越少。我们祖祖辈辈的慢药已经不存在了。 谁来照顾它? 会不会在某个地方留下残余?
我看着黑夜,看到土星在南方,一只蝙蝠正在吞下它的晚餐。我从小就喜欢看天空,无论是白天还是晚上。在这黑暗中,我交出了我的烦恼和失眠,相信新的一天会带来足够的光亮来继续行走。
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