Sanidad zombi
Un zombi es un ente medio muerto y medio vivo, un ser que pese a presentar evidentes signos de descomposición sigue moviéndose en busca de sustento. Esta figura del imaginario colectivo es uno de los signos de nuestra época y explica su popularidad por su relevancia social y su progresiva capacidad de materialización. Ha pasado de ser una entelequia a algo real cada vez más presente en nuestras sociedades.
En muchos países nos jactamos de tener esperanzas de vida nunca vistas, es cierto que esto es una buena noticia pero, como todo, tiene su lado oscuro. Un porcentaje de los más mayores se convierte de alguna manera en zombi, perdiendo sus capacidades físicas y cognitivas y exibiendo enormes niveles de deterioro. Hacer una visita a una residencia de ancianos suele ser doloroso cuando se pasa a la sala de “no válidos”, o nos atrevemos a subir a la planta de encamados.
Pero no solo el estado zombi tiene capacidad de afectar individuos, lo más tenebroso es que puede transformar organizaciones e instituciones, incluso sociedades enteras. ¿Cómo lo hace? La respuesta es simple, favoreciendo que el deterioro se extienda más allá de lo que la muerte permite, aplicando medidas de soporte vital sobredimensionadas.
Elijamos al azar un par de instituciones, por ejemplo los partidos políticos y la sanidad. La podredumbre de los primeros es evidente y tras sus candidatos perfectamente trajeados se esconde el terrible hedor de una descomposición avanzada de sus idearios políticos y de la ética del bien común. Prima el beneficio personal y el “sálvese quien pueda”, aderezado con mordiscos dialécticos y bronca continua persiguiendo al rival. Un espectáculo que al ser permanentemente televisado nos invita a la nausea y a apagar el canal.
Si ponemos el foco en la sanidad veremos que aparentemente guarda las apariencias. Sus instalaciones suelen estar límpias y presentables, también su personal. En este caso es más sutil. El proceso es el mismo, un prolongado deterioro presupuestario fue sometiendo a una presión creciente a sus recursos humanos que se fueron fundiendo como fusibles que se apagan. Se empezó a deteriorar la Atención Primaria, luego cayeron los servicios de urgencia, al final caerán los hospitales. Es verdad que no ocurrió todo al mismo tiempo, coexistían profesionales y servicios que seguían funcionando a pleno rendimiento con otros parcial o totalmente deteriorados. Pero ¿no es la coexistencia de partes en avanzada descomposición con otras medio sanas lo que define a un zombi?
Los profesionales sanitarios zombi siguen trabajando, quizá en exceso. Siguen pasando consulta y haciendo curas, pero lo hacen en modo supervivencia, implicándose lo mínimo y trasladando el problema al siguiente en cuanto pueden, obligados como están a atender a más pacientes de lo que sería prudente. Nadie ha fijado nunca unos mínimos de calidad, más bien se ha obligado desde las gerencias a atender “todo lo que entra por la puerta”, el problema es que cuando entra más de lo que el sistema o humanamente sus trabajadores pueden asumir se obliga a estos a hacer un apaño, un truco, una trampa, en lugar de coger el toro por los cuernos y decir: esta cuestión menor la puede usted solucionar sin movilizar recursos sanitarios. No hay directivo ni político que se haya atrevido jamás a plantearlo.
Los centros de Atención Primaria llevan sufriendo esta epidemia zombi varias décadas y el estado de descomposición es ya notorio. Este verano hemos cruzado la línea roja de permitir que un médico de familia tenga que asumir cinco consultas a la vez, algo semejante a un zombi sin cabeza caminando por Broadway. No lo verán en los telediarios, pero les aseguro que sería una noticia igual de notable si en lugar de un pueblo humilde de Madrid (el Álamo, 9470 habitantes) ocurriera en un barrio bien.
El vaciamiento de la zona rural y de tantas instituciones públicas progresa en una macabra danza de la muerte, como la que hizo famoso a Michael Jackson, un baile que terminará beneficiando a los especuladores de siempre a costa de las grandes mayorías.
Frente a tanta desolación cabe preguntarse qué podemos hacer y la respuesta no es sencilla. Será necesario plantear alternativas a nivel personal, local y global, incluyendo en ellas criterios de autocrítica y auto responsabilidad que asuman la actual coyuntura de necesario decrecimiento (económico, ambiental, poblacional, político y existencial). Procesos que son amarga medicina y que no será probable apoyen los responsables políticos ni institucionales centrados en agarrarse a sus correspondientes sillones. Lo malo es que la alternativa a no tomar el desagradable bebedizo es devenir en ignominia. Cada cual elija lo que pueda.
Zombie health system.
A zombie is an entity half dead and half alive, a being that in spite of presenting evident signs of decomposition continues to move in search of sustenance. This figure of the collective imagination is one of the signs of our times and explains its popularity for its social relevance and its progressive capacity of materialization. It has gone from being an entelechy to something real that is increasingly present in our societies.
In many countries we boast of having never before seen life expectancies, it is true that this is good news but, like everything else, it has its dark side. A percentage of the elderly inevitably become zombies in a certain way, losing their physical and cognitive abilities and exhibiting enormous levels of deterioration. A visit to a nursing home is often painful when you go to the "invalid" ward, or dare to go upstairs to bed.
But it is not only the zombie state that has the capacity to affect individuals, the most frightening thing is that it can transform organizations and institutions, even entire societies. How does it do this? The answer is simple, by encouraging deterioration to extend beyond what death allows, by applying overdimensioned life support measures.
Let us choose a couple of institutions at random, for example political parties and health care system. The rottenness of the former is evident and behind their perfectly dressed candidates hides the terrible stench of an advanced decomposition of their political ideals and the ethics of the common good. Personal gain prevails and "every man for himself", seasoned with dialectic bites and anger continues to pursue the rival. A show that, being permanently televised, invites us to nausea and to turn off the channel.
If we put the focus on healing we will see that it apparently keeps up appearances. Its facilities are usually clean and presentable, as well as its staff. In this case it is more subtle. The process is the same, a prolonged budgetary deterioration put increasing pressure on its human resources that were melting like fuses that go out. Primary care began to deteriorate, then the emergency services fell, and eventually the hospitals fell. It is true that not everything happened at the same time; professionals and services that continued to function at full capacity coexisted with others that were partially or totally deteriorated. But isn't it the coexistence of parts in advanced decomposition with other half healthy ones that defines a zombie?
Zombie health professionals are still working, perhaps in excess. They continue to consult and treat, but they do so in a survival mode, involving themselves as little as possible and transferring the problem to the next as soon as they can, forced as they are to treat more patients than would be prudent. No one has ever set a minimum quality, but rather the management has forced itself to attend to "everything that comes through the door", the problem is that when more comes in than the system or its workers can humanly assume, they are forced to make a deal, a trick, a trap, instead of grasp the nettle and saying: you can solve this minor issue without mobilizing health resources. No manager or politician has ever dared to raise it.
Primary care centres have been suffering from this zombie epidemic for several decades and the state of decomposition is already evident. This summer we crossed the red line of allowing a family doctor to take on five consultations at once, something like a headless zombie walking down Broadway. You won't see it on the news, but I assure you that it would be just as remarkable news if instead of a humble village in Madrid (the Alamo, 9470 inhabitants) it happened in a good neighborhood.
The emptying of the rural area and of so many public institutions is progressing into a macabre dance of death, like the one that made Michael Jackson famous, a dance that will end up benefiting the usual speculators at the expense of the great majorities.
In the face of so much desolation, one might ask what we can do, and the answer is not simple. It will be necessary to propose alternatives at a personal, local and global level, including criteria of self-criticism and self-responsibility that assume the current situation of necessary decrease (economic, environmental, population, political and existential). Processes that are bitter medicine and that are unlikely to be supported by political or institutional leaders focused on clinging to their corresponding chairs. The problem is that the alternative to not taking the unpleasant drink is to become ignominious. Each person should choose what he or she can.
殭屍衛生系統。
自動翻譯,對錯誤感到抱歉。
殭屍是一個半死半活的實體,儘管存在明顯的分解跡象,但殭屍仍在繼續尋找生命。集體想像力的這一數字是我們時代的標誌之一,並解釋了其因其與社會相關的重要性和其逐步實現的能力而受到歡迎。它已經從一種誘惑變成了在我們社會中越來越普遍的真實事物。
在許多國家,我們誇耀從未有過預期壽命,這確實是個好消息,但與其他所有事物一樣,它也有其陰暗面。一定比例的老年人不可避免地會變成殭屍,失去其身體和認知能力,並表現出極大的惡化。當您去“無效”病房或不敢上樓睡覺時,去養老院通常會很痛苦。
但是,不僅殭屍國家有能力影響個人,最可怕的是,它可以改變組織和機構,甚至整個社會。它是如何做到的?答案很簡單,通過採取超大型的生命維持措施,鼓勵惡化擴大到死亡所允許的範圍之外。
讓我們隨機選擇幾個機構,例如政黨和衛生保健系統。前者的爛攤子很明顯,在他們穿著考究的候選人的身後,隱藏著他們政治理想和共同利益倫理高級分解的可怕惡臭。個人利益佔上風,“每個人都為自己著想”,以辯證性的口吻和憤怒來繼續追求對手。永久播放的節目邀請我們噁心並關閉頻道。
如果我們把重點放在治療上,我們會發現它顯然可以保持外觀。它的設施和工作人員通常都很乾淨整潔。在這種情況下,它更加微妙。流程是一樣的,長期的預算惡化會給其人力資源帶來越來越大的壓力,這些人力資源像熔斷的熔絲一樣在融化。初級保健開始惡化,然後急診服務下降,最終醫院倒閉。確實,並非所有事情都是同時發生的。繼續發揮最大作用的專業人員和服務與部分或全部退化的其他人員並存。但是,難道不是高級分解中的部分與定義了殭屍的其他一半健康部分並存嗎?
殭屍健康專業人員仍在工作,也許工作量過多。他們繼續進行諮詢和治療,但是他們以生存的方式進行諮詢,盡可能少地參與進來,並儘快將問題轉移到下一個患者,因為他們不得不治療比審慎的患者更多的患者。從來沒有人設定過最低的質量,而是管理層強迫自己去處理“一切可能從門進來的事情”,問題是,當進來的數量超出系統或其工作人員可以想像的範圍時,他們就不得不這樣做。達成協議,一個技巧,一個陷阱,而不是抓住蕁麻說:您可以在不動員醫療資源的情況下解決這個小問題。從未有經理或政客敢於提出這一建議。
初級保健中心已經經歷了幾十年的殭屍流行,而且分解狀態已經很明顯。今年夏天,我們越過了允許一名家庭醫生立即進行五次診治的紅線,就像一個無頭殭屍在百老匯上走一樣。您不會在新聞中看到它,但我向您保證,如果它發生在一個好鄰居中,而不是馬德里一個不起眼的村莊(阿拉莫市,有9470名居民),那將是同樣令人矚目的新聞。
農村地區和許多公共機構的排空正在演變成令人震驚的死亡之舞,就像使邁克爾·傑克遜(Michael Jackson)出名的那支舞,最終將使大多數投機者受益,而犧牲了大多數人。
面對如此多的荒涼,人們可能會問我們能做什麼,答案並不簡單。有必要在個人,地方和全球層面上提出替代方案,包括自我批評和自我責任的標準,這些標准假定當前必要的減少情況(經濟,環境,人口,政治和存在)。那些苦澀的過程,不太可能得到專注於緊握其相應主席的政治或機構領導人的支持。問題在於,不喝不愉快的飲料的選擇是變得愚昧無知。每個人都應該選擇自己能做的。
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