Durante décadas la visibilidad profesional tenía mucho que ver con lo académico y algo con la mercadotecnia. Fundamentalmente la cosa dependía de lo largo que fuera el curriculum, en especial la parte de producción científica. Y en algunos casos en la cercanía del profesional a los medios de comunicación.
Hoy la cosa es distinta. Por un lado se mantiene lo anterior pero cada vez más la visibilidad depende de las habilidades de cada cual en la arena digital, donde hay que estar si se quiere ser visible. Si perfiles humanos tan distintos como el Papa de Roma, el presidente Norteamericano o Risto Mejide tienen cuentas en redes sociales imagínense lo imprescindible que serán para los que vamos a pie por la vida.
En el mundo sanitario predominan los perfiles poco amigos de la exposición pública por diversas razones. La principal: el riesgo al patinazo. Quizá por ello y dado que la mayoría de las profesionales son mujeres, y por ende infiero que más prudentes e inteligentes, no son muchas las que se aventuran a salir a una plaza tan llena de peligros como esta. Tampoco verán muchas toreando en las plazas de toros, dicho sea de paso.
Entiendo que cuando se desempeña una actividad sanitaria privada es una prioridad darla a conocer para atraer pacientes a la propia consulta y poder vivir de ello. Pero cuando el empleador más importante del país es público, parece que a pocos sanitarios interesa incrementar su popularidad ni sus potenciales clientes.
En esta paradoja andamos metidos. Un servidor lleva años defendiendo la necesidad de salir de la consulta y mantener perfiles públicos que aporten valor social. Ya se imaginarán que la calidad de la información de salud en Internet es terrible. Pero he de reconocer que ponerse a redactar contenidos de este tema por amor al arte no es sencillo siendo empresa que consume tiempo y energías a la par que regala dardos y encontronazos.
Por eso si se encuentran con blogs o cuentas de Twitter, Instagram y demás firmadas por fisioterapeutas, psicólogas, enfermeras, doctoras… presten doble atención, seguramente lo merezca.
Todo bien, excepto que al final cita varias profesiones sanitarias y no conozco la de "doctoras", sí la de "médicas". Doctor, en España, es quien estudia un doctorado.
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