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jueves, 12 de abril de 2018

Día de (luto) de la Atención Primaria





No es fácil asumir que alguien querido nos ha dejado. En nuestro caso hablamos de la Atención Primaria con la que convivimos de cuerpo presente desde hace décadas. Una organización que nació con fuerza y esperanza y que llevaba agonizando mucho tiempo tras infinitas sangrías presupuestarias, ninguneos políticos y una nefasta gestión de recursos humanos.

La muestras de apoyo y parabienes que se hacen desde las altas instancias no han servido para evitar un desenlace anunciado. Los profesionales de los centros de salud están cansados, agotados, desmotivados. Apunto siete razones, hay muchas más:


1. Trabajan con sistemas informáticos no centrados en el paciente ni en el profesional. Despistan, interrumpen y malogran la comunicación clínica al introducir una pantalla entre unos y otros.

2. Trabajan en una situación mantenida de sobrecarga que aumenta cuando algún miembro del equipo falta por enfermedad o vacaciones y en los picos invernales o epidémicos.

3. Trabajan con poca autonomía profesional y de equipo siguiendo directrices de jerarquía piramidal propia de otras épocas.

4. Hay una enorme falta de liderazgo. Los gerentes no salen de sus despachos y los directores de centro no tienen competencias. El inmovilismo es pues la resultante.

5. Se maltrata a los profesionales jóvenes con contratos basura y a los senior negándoles la carrera y promoción profesional.

6. Se implementan protocolos clínicos no consensuados con los profesionales, programas y burocracia que no aporta valor demostrado y se mantienen funciones y servicios sin evidencia científica.

7. No hay una política de incentivación dentro de la organización. No se reconoce el mérito ni el trabajo bien hecho. Tampoco la innovación ni las buenas ideas.



Por eso cuando veo a algún político deshacerse en elogios y en "apoyo total" no puedo menos que torcer el gesto.





Sigo creyendo en el papel y en el servicio que la Atención Primaria puede prestar a la sociedad. Sigo teniendo claro que es fundamental para la salud de las personas y para el bien común que cada ciudadano tenga la mejor enfermera y médico general posible.

Pero si la sociedad no lo comparte habremos perdido algo más que un derecho.



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