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lunes, 19 de febrero de 2018

El hilo de la vida







Nos volvemos invidentes de tanto mirar las vidas ajenas, ciegos ante nosotros mismos. El horror personal nos aterra y hace huir convirtiéndonos en esclavos de aquello que creemos facilita una salida. No la hay, nadie puede escapar de sí. Por mucho que corramos no nos zafaremos de la sombra y si decidimos cerrar los ojos para no verla o apagar toda luz nos condenamos a una noche sin formas. He conocido a muchos habitantes de esa oscuridad densa, yo mismo he pasado largas temporadas en la misma. Por eso sé que quema y convierte en ceniza los coloreados latidos con los que aleteamos a pocos palmos de la muerte. Ese curso de acción no merece la pena pues la vida es muy breve como bien saben los que alguna vez han vislumbrado su delicada levedad.

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