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lunes, 4 de diciembre de 2017

El lado oscuro del etiquetado de pacientes





La medicina moderna aplica el método científico como base. Esto lógicamente es bueno y ha producido enormes avances pero también tiene sus pegas. Una de ellas es abusar del etiquetado y las taxonomías a la hora de categorizar la complejidad. 

Efectivamente dividir una disciplina para estudiar sus componentes ha permitido incrementar el conocimiento, la dificultad estriba en que aplicar etiquetas a entidades complejas puede dar problemas éticos no deseados. 

Es lo que está pasando con las estrategias de crónicos que dividen a ciertos pacientes en pirámides de riesgo y de intervención. Si se tiene determinada enfermedad se asignan recursos, si no se tiene no se asignan. Esta forma de clasificación no atiende determinantes sociales de salud ni componentes subjetivos de sufrimiento u otros.

En lugar de fortalecer la Atención Primaria que es el mejor recurso disponible para atender y cuidar situaciones de salud complejas, en el domicilio y en la comunidad del paciente, se implementan estrategias que tratan de gestionar lo mismo desde el nivel hospitalario. Desde mi experiencia creo que esto no va a funcionar, terminará siendo más caro y aportará menos valor. El mejor curso de acción para atender la complejidad sigue siendo manejarla donde más información blanda del paciente tenemos que es la consulta de enfermería y medicina de familia en buen tándem con el hospital para solucionar problemas puntuales. Si le dan la vuelta no funcionará igual, por mucho que apliquemos narrativas de marketing norteamericanas del mismo sello que la filosofía de Kaiser Permanente que ha sido la impulsora de estas estratificaciones.



Recomiendo leer el interesante editorial sobre el tema de Laia Riera Armengol en la revista Atención Primaria.



1 comentario:

  1. Es un placer leerte, Salvador.
    La humildad es una cualidad imprescindible para poder ayudar a los demás. Por eso, todos deberíamos ser MÉDICOS DESCALZOS como dices en tu maravilloso libro.
    Los "crónicos" son personas que necesitan de nuestros cuidados y nuestra atención. Atención que no precisa “la cronicidad” como ente sino miradas a las caras de estas personas. Muchas veces ancianas o muy ancianas que valoran mucho más el cariño, el respeto y el cuidado que la técnica y que aceptan en general sin crítica cualquier prescripción. Consultas en las que es imprescindible disponer de un espacio y un tiempo cuando las decisiones son especialmente complejas por las dificultades motoras, sensoriales y cognitivas de estas personas. Un espacio de escucha y dialogo. Un tiempo compartido.
    Centrarse en el cuidado, en el no hacer daño como principio básico considerando que siempre que sea posible debemos evitar las pastillas y reforzar los lazos y las medidas no farmacológicas.
    Soy de la opinión por tanto, de hablar más de pacientes ancianos necesitados de atención que de “estrategia” de crónicos. Las cotidianeidades de escuchar, estar con ellos en la consulta y su domicilio y compartir sus preocupaciones y problemas nos ayudan a valorar la verdadera medida de las cosas. Sus necesidades reales. Lo que quieren y lo que no.
    Porque como dice Benjamín Prado " todo lo que no es poesía es cajero automático"

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