Foto de Jef Safi
Los gigantes de la publicidad se están poniendo nerviosos con las aplicaciones que la bloquean en móviles, tabletas y ordenadores. Tienen motivos: el ciudadano medio está cada vez más cansado de la publicidad intrusiva y no deseada. Es el comienzo del fin de una industria que mueve cantidades inimaginables de dinero. Como todo en este tiempo cambiante también la publicidad se está reformulando. Seguramente terminemos viendo propuestas en las que las marcas paguen a los usuarios por aceptar su publicidad eliminando intermediarios. Amazon ya lo está haciendo rebajando el precio de sus libros electrónicos si el usuario acepta recibir anuncios en ellos.
Todo en la vida es cíclico no será de extrañar que volvamos a la cultura de la recomendación de nuestros abuelos, el famoso "boca a boca" con el que se han difundido durante siglos todo tipo de consejos y recomendaciones desde productos alimenticios, marcas de ropa o médicos de confianza. Porque es precisamente la confianza lo que está en crisis. Cada vez la credibilidad de las marcas y organizaciones está más en entredicho. En lugar de ir a la página web de un hotel vamos a las de recomendaciones del mismo. Cosa que repetimos con restaurantes y todo tipo de bienes y servicios. Nos fiamos más de la opinión de los demás que de la del anunciante.
Cada vez más nuestra red de conocidos nos servirá de filtro cuando nos planteemos comprar un producto. Recurrir a ella para preguntar y buscar una recomendación será una práctica frecuente. Otra probáblemente sea fiarnos de aquellos personajes públicos o profesionales de referencia que sigamos en redes sociales. De hecho somos muy sensibles a la presencia de publicidad no deseada en estos medios, a los que nos asomamos buscando consejo o recomendaciones.
Internet se ha convertido en la nueva plaza pública y si alguien quiere saber lo que pasa tendrá que asomarse a ella. Proveernos de un balcón bien situado será esencial para recibir información de calidad. Aprender a pasearnos por la plaza y hacer recomendaciones adecuadas, justas y que busquen el bien común será esencial. En cuando algo huela a publicidad serán habituales las lluvias de piedras, o directamente la desconexión de la fuente indeseada, que viene a ser lo mismo.
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