Nuestros deseos inevitablemente chocan con los de los demás generando diferencias de potencial de las que surgen chispas y descargas, a veces rayos furibundos. Pocos son capaces de aprovechar semejante energía capaz de generar epopeyas, sinfonías o deslumbrantes gestas como las que narran los poetas. Habitualmente se pierde entre las manos como agua que escapa dejándonos un poso de amargura. De esas chispas emergen sentimientos con la capacidad de movernos hacia nuevos espacios. Vientos que bien aprovechados pueden hinchar las velas del barco más pesado y desplazarnos hacia tierras ignotas ricas en leche y miel. Lo que solemos ver son tormentas de fuego que terminan abrasando a sus protagonistas en lugar de permitirles viajar hacia otras islas. Nadie nos enseñó los secretos de esta alquimia privada de la que puede surgir el plomo que nos lastre a las profundidades o el oro que nos aporte resplandor. Tal vez la situación merezca que nos apliquemos y observemos mejor dado que estos secretos se muestran a voces delante de nosotros. Basta contemplar el universo con todas sus criaturas. Nunca se desperdicia ninguna energía, todas empujan la rueda de la vida cuyo movimiento es bello e incesante.
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