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sábado, 23 de abril de 2016

Ciudadano Cervantes











La dignidad de un país, de un pueblo, de un grupo humano, se mide en el modo en que trata a sus miembros más débiles pero también en cómo lo hace con los más destacados. Cervantes es buen ejemplo. Alavado por todos como genio de las letras castellanas murió solo, pobre y olvidado. No es quizá lo peor, tal vez lo sea que muchos sigan dando por muerta su obra y se nieguen a reconocer que su pluma e ingenio siguen vivos, a disposición gratuita de todo aquel que se atreva a leerle.

El trato que las instituciones oficiales y los líderes han dando al aniversario de Cervantes es proporcional al desapego cultural que se gasta en estos páramos. Hay excepciones claro está, dignas y valientes pero ¿podrán sostener por si solas el peso de una sociedad que da la espalda al conocimiento, al talento y a la creatividad?

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