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jueves, 17 de marzo de 2016
Relectura de Lucas 15
"Un padre tenía dos hijos; y el menor de ellos le dijo: padre dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes". Lucas 15.
Un padre tenía dos egos; el hedonista le dijo: deseo que mueras y me dejes disfrutar libremente de tus bienes; y le permitió marchar. Poco tiempo después el ego hedonista se apartó con toda su herencia y la dilapidó en actividades y placeres diversos. Cuando no le quedó nada empezó a sentir mucha necesidad. Trató de hacer arreglos pero nadie le atendía ni le daba el alimento que precisaba. Volviendo en sí razonó: cuántos contenidos mentales tiene mi padre de todo tamaño y condición y él les atiende y provee debidamente mientras que yo estoy aquí abandonado y me muero de soledad. Volveré y pediré perdón.
El ego hedonista volvió y viéndole lejos su padre salió corriendo y le abrazó, restaurándole su dignidad y dejándole entrar en casa donde preparó una fiesta.
El ego riguroso estaba cumpliendo sus obligaciones y cuando volvía a casa preguntó porqué había fiesta. Le informaron de que su hermano hedonista había regresado y su padre ordenó hacer fiesta por haberlo recuperado con salud. Se enojó y no quería entrar. Salió el padre a convencerle para que pasara pero él respondió que no era justo que tras tanto tiempo a su servicio no hubiera recibido suficiente reconocimiento y que ahora hiciera fiesta por un ego hedonista que tras abandonarles había malgastado los recursos de la familia. El padre respondió: tu tienes la mejor parte al estar siempre conmigo y tener toda mi atención y mi cuidado, todo lo que tengo. Pero ahora era necesario hacer fiesta porque tu hermano estaba muerto lejos de nosotros y ahora ha revivido; volvemos a ser una familia viva.
El texto original del capítulo 15 de Lucas es una obra maestra. En pocas líneas nos regala una foto teológica que es de las mejores aproximaciones de la dinámica compasiva de Dios. Me he permitido hacer una relectura psicológica para aplicar el texto a la condición humana formada por muchas partes. Si establecemos la mente como un trío entre una fuente de conciencia, una parte hedonista y otra normativa (semejante a la que han hecho Freud y otros muchos autores) podemos inferir que ese sistema pueda alternar tiempos de equilibrio y buena relación con otros de crisis y zozobra. El sufrimiento humano suele nacer de un intento de romper el triángulo que constituye el cimiento de la persona. O bien el ego hedonista quiere matar a los demás para vivir solo o el ego normativo quiere hacer lo propio para velar por su interés. Sin embargo ni el uno ni el otro pueden sobrevivir mucho tiempo fuera del foco de atención de su padre que es el que permite su existencia. A su vez el padre necesita a sus dos hijos para desenvolverse en las circunstancias del mundo. Entender esta dinámica es fundamental para comprender porqué nos rompemos y sufrimos. El texto es magnífico en su sencillez y permite que cada cual saque sus propias conclusiones. ¿Cómo me relaciono con mi parte consciente? ¿Quiero escapar de ella o estoy en paz en su presencia? ¿Cómo me relaciono con mi ego hedonista que trata de escapar de casa para gozar? ¿Y con mi ego normativo que a veces arde de rencor y de odio?
Revisitar los viejos textos puede depararnos sorpresas. A veces las respuestas que buscamos están mucho más cerca de donde suponemos.
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