Tras miles de horas de lectura y reflexión llego a una conclusión que desbarata mis elaboradas concepciones de gestión sanitaria. La solución a la crisis del sistema sanitario público español, que ha tenido pensando durante lustros a las mejores mentes del reino, me vino ayer a la mente de forma totalmente fortuita.
No necesitamos nuevos sistemas de gestión, líderes ímprobos, adalides del big data ni maestros de la innovación. No serán necesarios algoritmos matemáticos de complejidad, teoría de juegos o informática avanzaba. Tampoco hipertecnificar más el sistema. Ni siquiera invertir mayores recursos, no es cuestión únicamente de dinero.
Nos hace falta una Supernanny que visite una a una todas las unidades y servicios empezando por aquellos más desordenados y bloqueados. Cada unidad de gestión muestra diferentes niveles de caos, desunión, escaqueo, pérdida de eficiencia y sobrecarga. Lo habitual es que los de tal estamento no hablen con los de tal otro, que unos no quieran hacer algo porque no es su función, que otros lo hagan sin tener obligación de hacerlo... Bueno, ya saben de lo que hablo.
Supernanny es una figura televisiva que ayudaba a familias en apuros cuyos hijos mostraban una generoso espectro de conductas y actitudes, digamos, desordenadas. Eran ejemplos reales que compartían una única condición: la situación en casa era insufrible.
Nuestra querida nanny hacía siempre exactamente lo mismo: ponía unas normas (parcialmente consensuadas) y unas consecuencias, si no se cumplían. Su misión durante unos días era ayudar a que las consecuencias se cumplieran. Nada más.
Llevo décadas trabajando (duro) en atención primaria. He visto el funcionamiento de decenas de equipos hospitalarios y en centros de salud. He visto cientos de pliegos de normas. Pocas veces me he encontrado lugares donde hubiera alguna consecuencia por hacer algo mal o directemente por dejar de hacer algo. Centros de salud donde los administrativos citan toda consulta administrativa que llega como "urgencia", jefes de servicio permamentemente "missing", enfermeras de primaria con un mes de lista de espera para cita, médicos que llegan sistemáticamente una hora tarde, gestores que jamás salen de su despacho... no sigo.
En mi centro de salud no necesitamos un director necesitamos una Supernanny, como probablemente la mayoría de equipos. Y si me apuran también vendría bien en los colegios, empresas, organismos diversos; incluso en el Congreso de los diputados.
Ya ven, la solución era mucho más sencilla de lo que creíamos. Ahora bien, si consiguen encontrar una Supernanny cuéntenmelo pronto, que ganas tengo de ponerme a trabajar con ella.
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