La barca de la Medusa. Théodore Géricault (1818-1819).
--> Igual que los medios de comunicación audiovisual ayudaron a abrir el muro de Berlín y a transformar la Unión Soviética al darse cuenta sus ciudadanos de que fuera había otros mundos, lo mismo está pasando hoy con la salud. Los niveles que cada vez se exigen son más altos, no basta estar sano hay que estar hipersano. No son tolerables pequeñas molestias, manchitas en la piel, mocos en la nariz y otros muchos inconvenientes que ahora se convierten en motivos que obligan a una consulta médica. Hay que tener un cuerpo como el de nuestras heroínas y héroes mediáticos. Un aspecto impecable, una condición física perfecta. Para ello nos gastamos ingentes cantidades de dinero en cremas, dietas y gimnasios. En maquillaje, cirugía estética y tratamientos convencionales ó alternativos. En alimentos probióticos y en complementos nutricionales hipervitaminantes. Todos estos esfuerzos se vuelven vanos, al final nos terminamos sintiendo mal. Es el hundimiento de la salud cuya consecuencia es que nos sentimos cada día un poco más enfermos.
En las últimas cuatro semanas uno de cada tres ciudadanos ha ido a una consulta médica. Cada vez vamos más. Cada vez estamos más preocupados por nuestra salud y los ordenadores ó teléfonos móviles que nos acercan la información sobre el tema no terminan de ayudarnos. Cuando buscamos información en internet solemos acabar mareados. Queremos saber más para calmar nuestro agobio cuando alguna cuestión que ataña a nuestra salud nos da vueltas en la cabeza. No lo solemos conseguir y acudimos a nuestra médica a preguntar sobre ese dolor de rodilla, esa garganta que pica y nos hace toser ó ese ojo que hoy ameneció rojo. Hemos normalizado que ante cualquier disconfort percibido haya que acudir a una consulta médica.
Lo que nos encontramos al llegar al facultativo es que la espera es progresivamente mayor. Si las visitas se multiplican y los presupuestos sanitarios siguen disminuyendo ya me dirán cómo lo van a poder hacer. Estamos quemando a la actual generación de médicos de familia que sufre presiones asistenciales mucho mayores que en otros países europeos. Estamos mal usando el sistema sanitario en general, unos por acudir más de lo necesario y otros por gestionarlo incorrectamente. Los profesionales sanitarios tampoco consiguimos hacerlo del todo bien, al tener menos tiempo tendemos a mandar más pruebas y medicamentos lo que conlleva más problemas a la larga.
Todo parece indicar que esta tendencia de aumento de consultas y disminución de recursos económicos para sostenerlas va a seguir. El modelo sanitario público lleva roto mucho tiempo pero nadie ha sido capaz de ofrecer soluciones reales dado la enorme complejidad del sistema. No es una cuestión de inteligencia, nuestro sistema sanitario tiene parte de las mejores cabezas del país. El problema es global, en Reino Unido, Canadá y otros muchos lugares están como nosotros. Unos proponen la necesidad de privatizar los sistemas para que sea el mercado el que regule y al tener que pagar los servicios los ciudadanos los usen menos. Otros que hay que seguir inyectando recursos en los sistemas públicos para que estos sean accesibles para todos. Nadie habla de que no hemos tomado conciencia del problema de fondo, de que no hemos conseguido comprender lo que de verdad está fallando.
Como sociedad necesitamos calibrar los conceptos de salud y enfermedad que emergen de nuestra concepción de ser humano. El "Homo Economicus" actual, consumidor y hedonista, ha disminuido su tolerancia a la frustración, a las molestias inherentes a la vida, la enfermedad y sobre todo a la muerte. Su búsqueda del esplendor del placer y el bienestar le hace abominar de toda sombra y eso lo vuelve vulnerable porque la vida es luz y oscuridad, no solo lo primero. ¿Nos enseñan de pequeños a relacionarnos con nuestras propias sombras, incongruencias, dolores y molestias físicas? ó más bien las madres y padres corren desesperados a buscar la ayuda del pediatra cuando aparecen los primeros mocos ó alguna décima de fiebre. Llevamos a nuestros hijos e hijas incontables veces a los servicios sanitarios enseñándoles que eso es lo normal, cuando a nuestros padres y abuelos a penas les llevaron.
Salud y enfermedad no son términos opuestos sino más bien un continuo de grises que contiene habitualmente distintas proporciones de ambos. Es fundamental entender que las pequeñas molestias son inherentes a la normalidad y que a todo el mundo alguna vez le duele la cabeza, la tripa ó todo el cuerpo. Si tengo un catarro similar a otros anteriores, ¿es necesario acudir a un profesional a que me confirme lo que ya sé y me dé un remedio que yo mismo puedo aplicarme?. Recuperar una relación con nosotros mismos que integre tanto los tiempos de salud como los de enfermedad, los momentos de bienestar con los de malestar es básico para poder recuperar nuestra salud y no hipotecarla ante agentes externos por muy aparentemente bien intencionados que parezcan. Hay cosas que no deberíamos delegar, nuestra salud y nuestra enfermedad entre ellas. También nuestra muerte, que en muchas ocasiones se medicaliza y hospitaliza hasta el extremo. Si no somos capaces de decidir cómo queremos vivir, atender nuestra enfermedad y plantear nuestra muerte otros lo harán por nosotros. Tal vez no nos guste como lo planteen.
Vivimos rodeados de oportunidades, información y capacidades que nuestros ancestros no pudieron soñar. Pero no nos estamos dando cuenta de que estamos dejando cosas importantes por el camino. Nos estamos olvidando lecciones que la naturaleza lleva eones enseñando. Que la vida contiene la muerte y la muerte la vida, que la salud implica la enfermedad y esta a su hermana. Que somos capaces de adaptarnos a ambas y sobre todo que es posible vivir con plenitud más allá de los condicionantes externos e internos. Mientras no seamos capaces de valorar la importancia de relacionarnos mejor con nosotros mismos, de cuidar nuestra higiene física, psicológica, social, afectiva y transcendente de manera diaria seguiremos siendo dependientes tanto de los que crean necesidades de salud como de los que ofrecen soluciones a las mismas. La reflexión y toma de conciencia para dar este paso nadie las podrá hacer nunca por usted.
En América Latina la tendencia de realizarse cirugías estéticas es cada vez más alta. No sé si se están volviendo cada vez más accesibles, o si ahora hay mayor presión social que induce a todo el mundo a intervenirse por salud, estética o porque pueden...
ResponderEliminarLas clínicas son cada vez más especialistas e integrales, la gente se está cuidando más, pero tiene sentido porque ahora todo es dañino, todo produce cáncer. Pero no lo veo mal, tengo la esperanza de que la gente quiere vivir más y quiere tener una mayor calidad de vida.
Querido Salva: creo que en el análisis del hundimiento que has hecho con tu habitual lucidez puede faltar el papel que el propio sistema sanitario tal y como esta diseñado desde hace años, y nosotros mismos como agentes jugamos en ese deseo de hiper salud y en la medicalización de la sociedad en general.
ResponderEliminarNo creo que toda nuestra culpa pase por tener poco tiempo para nuestros pacientes cayendo en un incremento de medicación, pruebas y diagnósticos innecesarios, que también, hay que considerar también que de construyó un sistema en muchos aspectos hipertrofiado, (exceso de hospitales, unidades y servicios gigantiasicos, campañas de screening de escasa consistencia científica, protocolos inútiles, servicios en AP que de siempre habían hecho los médicos y enfermeras de cabecera) y al mismo tiempo se iba despreciando y minusvalorado al medico de toda la vida, el que lo fue de tu padre y de tu abuelo, por antiguo y por poco atractivo tecnológicamente.
A nuestros abuelos no les hacían el PSA porque estaban a otras cosas, a mi nunca me llevaron a la consulta de cefaleas de neuro porque no existía, a mis padres no les llevaron al pediatra por mocos porque el pediatra era un señor que trataba a los niños en el hospital, y a los ricos en su casa.
Quiero decir con esto que el para mi también inevitable hundimiento del Titanic (salvo capitán héroe que de golpe de timón social) es, en gran parte, un harakiri que nos
... a nosotros mismos emborrachados por la riqueza de nuestro estado de bienestar. Hemos querido ser ricos, sin saber que los ricos en realidad viven vidas menos sanas.
ResponderEliminarFuerte abrazo, amigo
La cirugía estética es una realidad en aumento en muchos países. La imagen cada vez tiene más valor.
ResponderEliminarLa solución a este abuso es compleja. Pasa por educar en el fortalecimiento del autoconcepto y el cultivo de valores que vayan más allá de lo meramente aparente.
Gracias Evelyn por comentar.