Empiezan los pacientes sin cita. Anginas en adolescentes. Hay huecos a las 13h. Todo es urgente en el DoctorShopping Mall of Health
— Vicente Baos (@vbaosv) October 1, 2015
España es un país pobre. No tiene petróleo, industria pesada, ni recursos minerales de interés. Tampoco tiene una población caracterizada por su cultura ó educación. De lo que sí disponemos es de una sanidad gratuita que funciona como un enorme supermercado, el Doctor Shopping Mall of Health. Un recurso muy valorado en las encuestas que se sostiene cada vez con ménos dinero y más esfuerzo de sus ya sobrecargados profesionales. No voy a dudar de la utilidad de este recurso cuando uno está verdaderamente enfermo. El dilema es cuando no lo estamos tanto, me explico. Si mi niño tiene mocos, tengo un problema y acudo al Doctor Shopping exigiendo que me atiendan el primero. Me presento en el centro sanitario en cuestión y ya están tardando en atenderme. Lo mismo si tengo un catarro, si me molesta la garganta, si me duele la tripa, si he vomitado un par de veces y así hasta el infinito. Acudimos al médico cada vez más veces, cada vez por motivos más banales, cada vez más pronto.
Como médico de familia atiendo a pacientes a partir de los catorce años de edad. Créanme si les digo que muchos de ellos traen ya historiales dignos de un nonagenario. Los pediatras de los centros de salud suelen estar fogueados por la enorme presión a los que les somete una población que cada vez tiene menos capacidad para cuidar problemas de salud leves que toda la vida se han solucionado con remedios caseros. Luego, cuando esos niños se hacen adultos, la cosa sigue igual para los maltrechos médicos de cabecera. Y lo mismo podemos decir de las cada vez más sobrecargadas urgencias y consultas de hospital.
El uso excesivo del sistema sanitario por la población es una de las causas del sobrediagnóstico y sobretratamiento que nuestra sociedad padece. Problemas que, además de ser caros, producen daños.
¿Cómo solucionar esta paradoja?
No es fácil transformar la sanidad tras años convirtiéndola en un bien más de consumo. De hecho las tendencias políticas van encaminadas a dar el siguiente paso: "si es un producto más que el ciudadano pague por él". Lo que está tratando de "externalizar" (privatizar la gestión, con ánimo de lucro) los servicios y aumentar los copagos.
Tomar conciencia del valor de la salud y su autocuidado es quizá el primer paso. Mejorar nuestros hábitos de vida y la forma en que manejamos pequeños problemas de salud el segundo. Seguiremos necesitando asesoramiento profesional pero habrá que aprender a utilizar de otro modo los servicios sanitarios. Hay una enorme diferencia entre un supermercado ó una hamburguesería y un centro de salud. En los primeros puedo consumir productos con poco riesgo vital. En el segundo puedo conseguir ayuda y alivio para mis enfermedades pero si abuso me puede salir caro. Los efectos secundarios y las interacciones de los medicamentos, los efectos dañinos de las pruebas diagnósticas no son moco de pavo. Hay una línea sutil que separa el uso del abuso, no nos va a quedar otra que aprender a reconocerla.
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