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sábado, 1 de agosto de 2015

Relatos de verano: El profesor Hervé.

Desde que recuerdo tenía los brazos como panes, enormemente musculados como el resto del cuerpo. Le dió por cuidarse desde muy jóven aficionándose al gminasio y a lucir un palmito corpulento. Sus padres le educaron para que llegara a ser cualquier cosa que se propusiera. Él quiso ser otorrinolaringólogo. Tras su musculatura se escondía una personaldiad huidiza que no solía mostrar a las claras. Los demás veían una fachada que incluía sus buenas notas y su gran capacidad con las mujeres que coleccionaba con la precisión de un entomólogo. Compartió con muy pocos alguna pista de su vida interior, de sus anhelos más profundos, de sus angustias y quebrantos. Sé que consiguió el éxito profesional y material pero desconozco si llegó a ser feliz. Aunque este detalle, como todos sabemos, sea tan complicado de intuir.

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