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La capacidad de asombro la tenemos saturada. Tal vez por eso les resulte tan difícil a artistas, cineastas y escritores sorprendernos. Reflexiono tras ver la película relatos salvajes que nos muestra, una vez mas, que la realidad supera la ficción. El primero de los seis relatos que la compone nos muestra un avión en manos de una persona de salud mental cuestionable. En estas semanas las noticias no se ocupan de otra cosa que de sacar en sus portadas informaciones de una situación parecida, en este caso tristemente real. El resto de los relatos son situaciones humanas llevadas al limite. Rozan el horror, y me resultaron desagradables pese a que la factura cinematográfica es excelente. Lo triste del asunto es lo cerca que estamos de esos relatos. Una infidelidad mal llevada, una trifulca conduciendo, la posibilidad radical de ajustar cuentas, encubrir malamente un delito o una manera explosiva de solucionar los asuntos son cursos de acción que iremos viendo ocupar los titulares y si no al tiempo. El nivel de crispación social es muy alto, hay mucha tensión. Por eso estamos tan cerca de lo salvaje, hay circunstancias que nos devuelven a ese plano primitivo y brutal que siglos de civilización no han conseguido eliminar del todo. Lo cierto es que todas las semanas atiendo a personas así en mi consulta, tal vez no sean protagonistas de un relato salvaje pero podrían serlo perfectamente. Me preocupa toda aquella gente que está sometida a más presión todavía y que no tiene posibilidad de contárselo a nadie ni desahogarse de ninguna manera. Los explotados, excluidos, apartados, ninguneados que cada día son más. Me preocupa que la única opción para cada vez mas personas sea recuperar su naturaleza salvaje para defenderse de un medio hostil que les ahoga. Es cierto que la educación, la lectura, la sanidad universal y las medidas de protección social son métodos útiles para reducir la desiguldad y cohesionar una sociedad. También lo es que por si solos no son suficientes sino hay un proyecto social que busque el bien común y trate de reducir las diferencias excesivas. Si seguimos erosionándo la educación, la sanidad y las diferencias sociales aumentan sin limite el escenario narrativo salvaje llegará a todos contaminando nuestros sueños y nuestras vigilias, no serán necesarias más peliculas.
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