¿Consiguen los profesionales sanitarios hacer lo que se suponen que tienen que hacer: transformar el sufrimiento de sus pacientes?
¿Percibien el sufrimiento tal como es?
¿Son capaces de ser compasivos?
La palabra compasión no figura en ningún currículum médico que yo conozca. No se contempla en los planes de estudio, no se enseña a estudiantes ni a residentes. Pero si preguntamos a los pacientes es una de las cualidades que más valoran y agradecen en sus profesionales sanitarios. En muchas ocasiones esta compasión la reciben del celador, la auxiliar o la profesional de la limpieza y no de la jefa de enfermeras ni la responsable de sus cuidados médicos. No estoy hablando de pena, una mal entendida piedad ó de lástima. Estoy hablando de compasión, la capacidad de padecer-con, de empatizar profundamente.
Algo me dice que hemos errado el rumbo cuando seleccionamos a nuestros médicos entre los expedientes más brillantes en habilidades de lecto-escritura, memoria o inteligencia lógico-matemática y no valoramos o potenciamos su capacidad compasiva. Algo me dice que en la formación continuada es necesario potenciar habilidades que mejoren la capacidad de ser empático, compasivo... humano.
Habitualmente hablamos de presupuestos, política sanitaria, gasto público, cartera de servicios... pero obviamos palabras importantes como la que hoy rescatamos. Joan Halifax nos ayuda en esta reflexión con el vídeo TED que compartimos. Si la enfermedad, la muerte y el sufrimiento nos acompañan parece sensato encarar esas realidades con ciencia y conciencia.
Me ha emocionado tu entrada y el video que acompaña. Te invito a leer la carta que publico una residente en mi blog.
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