Año 2666. Nuestra avanzada civilización ha conseguido por fin prescindir de los partidos políticos. Llevamos tiempo gobernando la nación con equipos de fútbol. Cada ciudadano puede afiliarse al que desee, desde su club de barrio a la Gran Liga. Todo se dirime en el terreno de juego, desde los presupuestos del estado y las políticas sociales hasta las nuevas leyes. Hemos conseguido un éxito de participación política sin precedentes en la historia y dado que las primas las reciben los mismos jugadores que gobiernan hemos disminuido los gastos y la corrupción a la mitad. Los demás países miran con envidia el florecimiento sin par que ofrece nuestro escenario gubernamental con los políticos con mejor preparación física del planeta. Nos causa verdadero orgullo patrio el que sean fácilmente reconocibles en cualquier reunión internacional por ser los únicos que gastan atuendo deportivo y se permiten presumir de abdominales cuando se suben la camiseta.
Este microrelato es un regalo a Manuel Vilas en respuesta a otro suyo, con la misma idea, que me alegró la mañana hace unos días. Si no conocen a este autor sepan que es mi novelista favorito; ya están tardando en ir a comprar alguno de sus libros.
Manuel Vilas es el mejor escritor de la tierra, leerle me pone de buen humor http://t.co/Pmt0PWSP
— Salvador Casado (@doctorcasado) June 1, 2012
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