Me parece muy bien que haya unidades de innovación, expertos en tecnología sanitaria, avanzados informáticos clínicos. Pero me parecería mejor que sus propuestas se midieran, se evaluaran. Tal vez las gafas de Google puedan ser útiles en clínica, tal vez no. Tal vez los sofisticados robots quirúrgicos sean útiles, tal vez no. Lo mismo podemos decir de las miles de aplicaciones para móviles y los infinitos gadgets que nos están lloviendo.
Hoy tan solo quería recordar, como decía Gregorio Marañón, que la innovación tecnológica más importante para el médico es la silla, "la silla que nos permite sentarnos al lado del paciente, escucharlo y explorarlo". Es cierto que cada vez hay menos licenciados en medicina que se sienten al lado del paciente, le escuchen y le exploren. Unos por optar por especialidades no clínicas (laboratorio, radiología, anatomía patológica...) otros por optar por especialidades quirúrgicas en las que no se dedica un tiempo generoso al contacto con el paciente y otros simplemente porque prefieren otras actividades.
Libremos Dios de médicos muy tecnológicos y sofisticados que hayan olvidado el poder de la silla.
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