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domingo, 19 de enero de 2014

El doctor Barberis, un ejemplo de virtud en una época poco virtuosa




Doctor Barberis, foto diario Norte



Mi amigo Rober Sánchez me comparte un artículo de otro amigo común, el profesor Zurita sobre un tercer médico, el doctor Barberis. Pienso que esta cadena de galenos aporta valor a mis colegas y pacientes. En los tiempos que corren existen profesionales que creen en lo que hacen, que creen en el valor de trabajar en beneficio de la sociedad.

El doctor Barberis era un médico argentino fallecido recientemente. Tuvo claro que es prioritario llevar la mejor atención sanitaria al que más la necesita. Tuvo claro que quería ser un médico integral. Tuvo claro que su labor recaía en sus pacientes y en la comunidad donde estos viven.

Les dejo con el profesor Zurita:


La vida del Dr. Barberis, ilustra bien los problemas de concretar el actual slogan “el médico que el país necesita”, una figura que era común en el pasado, hasta que la tecnología comenzó a parcelar el cuerpo en órganos que podían ser explorados y/o tratados mediante equipos cada vez más sofisticados, dando lugar a innumerables especialidades que proliferan en las ciudades, pero son difíciles de trasladar a los pueblecitos, y a los centros de salud, dando lugar a la actual crisis mundial de déficit de médicos en las zonas rurales y barriadas pobres, en tanto se homenajea precisamente en estos días a médicos que habiendo nacido en pueblos del interior se “superan” al migrar hacia Buenos Aires para aprender y ejercer especialidades muy sofisticadas, en grandes centros hospitalarios privados, y asisten con sus conocimientos a la presidente de la nación. Todo un ejemplo para los estudiantes de medicina de cuál es el camino exitoso que deben seguir.

Este problema ya era evidente décadas atrás, por lo que el gobierno del Chaco contrató en 1981 al Dr. Barberis, que ejercía en un pueblito de San Luis, para organizar una residencia de Medicina Rural en el Hospital de las Breñas, y crear además el know how necesario para revitalizar el status del médico rural, ya muy degradado por la aparición de las especialidades. Los inevitables cambios de gobiernos y ministros dejaron de lado rápidamente esos objetivos, y la residencia, como es la tónica general, solo fue utilizada para disponer de mano de obra barata, sin ninguna previsión de que se haría a posteriori con esos profesionales formados. “La Casa de Dios” (Estados Unidos, 1970) novela en forma satírica ese uso del médico residente para hacerse cargo de los casos complicados, no rentables por el tiempo que requieren, que el especialista ya establecido descarga desde su consulta para dejar espacio para los casos rentables, que son los de tratamiento rápido y sencillo.

Uno de los primeros trabajos de investigación del Dr. Barberis fue precisar la potencialidad del médico no especialista para resolver los problemas de salud de la población, y lo que podría suponer como eficacia adicional la incorporación de médicos especialistas con sus equipos en un hospital como Las Breñas. Como han mostrado otros estudios, el beneficio existe, pero es marginal con respecto a los recursos necesarios. Sin embargo la creencia de que no es así, alimenta el aluvión de equipo que los gobiernos compran e instalan en todo el mundo, no en beneficio precisamente de la gente más pobre, que tiene muchos otros problemas, más prioritarios que el de acceder o no a tecnologías médicas sofisticadas.



Pueden leer el resto del artículo aquí.



Hay muchos profesionales sanitarios invisibles que llevan a cabo labores muy valiosas. Tal vez no hagan transplantes cardiacos ni salgan en los telediarios, pero su trabajo callado aporta valor a la sociedad. Este post trata de recordarlos y homenajearlos.

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