La muerte de Sócrates de Jaques Louis David
Vivimos muy deprisa. Corremos por la vida con la sensación de que no hay suficiente tiempo. El conejo del cuento de Alicia en el País de las Maravillas lo ilustra perfectamente. Somos de alguna forma ese conejo que huye y paradójicamente en esa huida nos sentimos inmortales, no nos acordamos de la muerte, eso queda muy lejos.
¿Es útil acordarse de que nos vamos a morir? no es fácil responder. La muerte suele dar miedo en nuestra cultura precisamente porque no nos enseñan a mirarla de frente. La muerte se esconde a los niños, se extirpa socialmente depositandola en hospitales o salas cerradas. Mientras más la rehuimos más miedo nos da. Muy pocas personas se plantean cómo querrían que fueran sus últimos días, ¿en casa o en un hospital?, ¿sometido a sondas nasogástricas, tubos y catéteres o asistido en domicilio por el médico de familia?, ¿con múltiples visitas a urgencias y largas esperas en pasillos o con supervisión de un equipo de cuidados paliativos domiciliarios?. Hay un documento de instrucciones previas que puede legalizar nuestras voluntades de forma anticipada en los registros correspondientes de las comunidades autónomas. Pero más allá de rellenar el papel lo importante es hacerse la pregunta ¿cómo me gustaría que fueran mis últimos días? ¿a qué no estaría dispuesto? dado que si no te lo preguntas otros tendrán que hacerlo, en tu familia y en el sistema sanitario. Por muy buenos que sean los profesionales sanitarios que te atiendan en tu fase final, aún no hemos conseguido leer el pensamiento. Lo que puede estar indicado para un paciente tipo puede no ajustarse a tus deseos. Es importante hablarlo, que la familia y los allegados lo sepan, que tus médicos y enfermeras de confianza conozcan lo que quieres.
La muerte llegará a su debido tiempo, probablemente más pronto que tarde, dado que nadie quiere morir. Creo que no hay que estar pensando en ello todo el tiempo, hay cosas más interesantes y bellas que atender. Pero dada su importancia quizá sea bueno, de tarde en tarde, tomar conciencia de nuestra finitud, para poder disfrutar con mayor plenitud el tiempo que nos quede.
Muy interesante el tema de la muerte.
ResponderEliminarEn la entrada preguntas:
"¿Es útil acordarse de que nos vamos a morir?"
Después comentas:
"Creo que no hay que estar pensando en ello todo el tiempo, hay cosas más interesantes y bellas que atender"
Pensar en la muerte, no tiene que ser deprimente. Creo que pensar en la propia muerte es las actividades más positivas que puede haber.
Si realmente tomas consciencia de tu propia muerte y lo haces de forma profunda, es liberador.
¿Por qué?
Porque te quitas toda la presión y reduces cualquier preocupación a un nivel ínfimo.
Nada es demasiado importante porque nada va a durar demasiado.
Cien años es un espacio de tiempo infinitesimal desde un punto de vista geológico.
¿Dónde estaremos cualquiera de los que leemos esto dentro de 100 años?