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viernes, 30 de agosto de 2013

Tiempos líquidos, sanidad líquida






De pequeño me enseñaron que los bienes se dividían en muebles e inmuebles, los primeros eran susceptibles de moverse, cambiar de sitio, los segundos no. Esta semana vi una casa volando, si leen bien, una casa, con sus paredes, su techo, su suelo, incluso con sus muebles dentro. Un amigo hacía mudanza y se llevaba la casa puesta, una casa modular diseñada por el estudio Modulab que fabrica edificios con categoría energética A a precios increíbles. Al ver la vivienda suspendida de la grúa no pude evitar pensar en nuestra maltrecha sociedad, cada vez más líquida y por lo tanto más vulnerable como consecuencia de que muchos derechos se estén escapando por los sumideros sin que haya nada que los retenga. Este fenómeno no es privativo de nuestro país, de alguna manera desde hace años los problemas son globales, cada vez más.
También me enseñaron de pequeño que la sanidad era una cosa sólida, basada en pesados hospitales, en estructuras enormes y complejas. Cuando veo cómo se ceden estos hospitales al capital riesgo, cómo se precarizan los servicios de atención primaria, se cierran urgencias o se deniegan medicamentos o ambulancias, veo una sanidad líquida que se vacía lentamente por el sumidero del interés privado con ánimo de lucro, ese incesante remolino que engulle todo lo que toca con voracidad insaciable. Se supone que los gestores y políticos deberían proteger este bien, deberían cuidarlo en lugar de destruirlo, pero resulta que no tienen criterio, lo debieron perder por el camino.
Mi amigo Fran podrá seguir viviendo cómodamente en su casa en unos días, en cuanto vuelvan a unir los módulos, su sistema es seguro y está bien diseñado. Los pacientes de los hospitales vendidos también seguirán siendo atendidos, pero en este caso poco a poco irán viendo como la asistencia no será igual, no podrá serlo.Será todo más líquido, más liviano, para al final terminar vacío de contenido como una pecera sin agua, entonces empezarán los lamentos.


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