Mis pacientes tienen todo el derecho a conocer mi código ético, que define qué tipo de médico quiero ser y el compromiso que como médico quiero asumir con ellos, antes de venir a la consulta. El médico que realmente soy lo conocen, evidentemente, cuando me tienen delante.
Los códigos éticos son mapas, cartas de navegación. Nos ayudan a avanzar tanto con el viento en popa como en la tormenta y en la noche. No son el territorio que cartografían, a veces incluso equivocan sus datos. Son difíciles de seguir, de convertirlos en vida, pero eso no exime su importancia. Nuestra época precisa como todas de estos mapas, navegar sin ellos nos suele sumir en confusión y zozobra.
Llevo años con mi código ético publicado en este blog al acceso de quien quiera leerlo. Serán mis pacientes los que dictaminen cuánto me alejo de él. Seré yo el responsable de no alejarme demasiado.
¿Se imaginan que algún día los políticos y otros servidores públicos también lo tengan y lo publiquen?
Pueden consultar aquí mi código ético y aquí mi compromiso médico paciente.
Cada vez me doy más cuenta de que la ética no es teórica ni estética, o es practica o no es. @fguzon
— Salvador Casado (@doctorcasado) June 12, 2013
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ResponderEliminarLA medicina mejoro mucho desde que nació la bioetica, la verdad es que ahora nos parece algo básico, pero ha costado mucho llegar a ello, enhorabuena!
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