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jueves, 7 de febrero de 2013
Aportar sentido, aportar salud
Recuperar la salud no suele ser una cuestión de tomar pastillas. Por lo menos no únicamente.
La medicina occidental es capaz de dar respuestas a muchas cuestiones de salud. Es especialmente buena solucionando problemas traumatológicos o quirúrgicos, enfermedades infecciosas y reagudizaciones o urgencias. No se le dan tan bien la patología degenerativa o del desgaste, las insuficiencias orgánicas, los problemas psicológicos leves.
Eso lo saben los pacientes. Son los primeros en notar cuando no hay una respuesta adecuada a sus problemas. También lo sabemos los profesionales, a menudo frustrados por no ser capaces de hacer más.
Hoy tuve que atender a un paciente que pidió cita urgente por un catarro. Su congestión nasal le impedía respirar por la nariz. Tras escucharle y explorarle le expliqué la benignidad del caso, le aconsejé vahos y lavados nasales y le prescribí un descongestionante oral. También me disculpé diciéndole que aunque lo hiciera todo bien la congestión probablemente duraría unos días. El paciente se fue disgustado, no le había solucionado su problema. "Si un médico no puede curar ni unos mocos, ¿para qué sirven?" pareció pensar cuando salía por la puerta resoplando. Llevaba su parte de razón.
La dificultad estriba en conciliar las necesidades de salud y bienestar crecientes de la población con la realidad de limitación inherente a la biología humana y a los condicionamientos sociales y culturales que vivimos. No nos salen los números.
La presión sobre los profesionales sanitarios es creciente. En esta coyuntura va a ser difícil encontrarnos profesionales creativos, receptivos y comunicativos. Lo más frecuente será hallar burócratas o técnicos fríos, si no quemados tras años de maltrato institucional.
La pieza más delicada de un sistema es siempre la parte humana. Y para cuidar hay que ser humano.
Aportar sentido o conciencia a un paciente en tiempo de enfermar siempre es necesario. Que lo haga su médico es una oportunidad valiosa. No vamos por ahí enseñando las heridas. Creo que tengo mucho que aprender. Además de ciencia sé que de alguna manera estoy llamado a dar sentido en aquellas situaciones que no sean susceptibles de arreglarse. Y esto en la vida es lo más habitual.
Aportar sentido requiere su tiempo. Seguimos caminando sobre hielo. Tiempo parece que no hay.
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