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martes, 2 de octubre de 2012
Transparencia o intervención
Si incluimos temas económicos o políticos en este blog es porque nos creemos que el principal problema de salud pública de España son los seis millones de parados. Como médico de familia sé que esto es un verdadero desastre, lo veo dia a dia en la consulta. Situaciones de enorme tensión familiar y personal que causan dolor, mucho dolor. Personas que se deshacen en lágrimas o en angustia, personas al límite de sus recursos personales. Y finalmente enfermedad.
El sistema sanitario no podrá dar respuesta a este incremento en el sufrimiento social y personal. Si esperamos a que la gente enferme no lo habremos hecho bien. El mejor de los galenos es impotente ante una tormenta tan grande, para esto requeriremos la implicación de todos a la hora de generar respuestas.
¿Cómo encontrar soluciones? aparentemente todo el mundo manifiesta su preocupación pero no hay en el debate argumentos de peso ni en un lado ni en otro. Lo que está claro es que parece necesario revisar el modelo de estado, el sistema político y de representación, el control de las instituciones y finalmente el contrato social. Asignaturas duras, pero posibles de aprobar si conseguimos clarificar los objetivos. El diagnóstico parece evidente, es hora de proponer tratamientos.
Realizar cortes límpios, los mínimos posibles. Cada incisión en la piel producirá inevitáblemente una cicatriz. Por eso cuando los médicos acometemos cirugías tratamos de hacer el mínimo daño posible. Parecería razonable que a la hora de reducir gasto se cortaran partidas secundarias y no esenciales. ¿seremos capaces de limitar los beneficios bancarios en lugar de resarcir sus pérdidas con dinero público? ¿seremos capaces de reducir la duplicación de funciones que las autonomías generan? ¿seremos capaces de concentrar servicios como las televisiones autonómicas o volver a centralizar competencias como las sanitarias?
Aumentar la profesionalidad. Disponer de mejores profesionales es siempre algo deseable. Para ello hay que formarlos bien en primer lugar y ofrecerles trabajo competitivo. En caso contrario no se generarán, y los que lo hagan tenderán a marchar. Desinvertir en educación no parece muy inteligente en los tiempos que corren, debería priorizarse estas partidas si queremos apostar por nuestros hijos e hijas, lo contrario será quitarles oportunidades. Por otro lado no es posible cuantificar monetariamente cuanto vale la fuga de capital mental consecuencia de un mercado laboral menguante. Tampoco lo que vale la sangre que se pierde en quirófano, pero todos sabemos que si es excesiva nos va la vida en ello.
A nivel macropolítico será necesario algo tan evidente como la transparencia. La receta contra la corrupción de todos los tipos. Esta gusta de la oscuridad, basta encender la luz para que desaparezca con las sombras. Incorporar este valor a todas las instituciones públicas, a la banca, a las cuentas de las privadas... es un camino que producirá beneficios sociales y mejorará la gestión y el buen hacer. Tan importante es que si no lo conseguimos de forma interna, no quedará otro remedio de que otros lo hagan. Se llama intervención y está cada dia más cerca. Estas semanas la periodista Stefanie Claudia Müller ha generado una tormenta mediática en las redes sociales con un duro artículo que ilustra como se nos ve a los españoles desde fuera. No entraré a analizarlo, tan solo argumentar que las generalizaciones suelen llevar implícito su error pero nos ilustran el panorama.
Si nos creemos que somos una democracia tendremos que ejercer como demócratas y empezar a buscar consensos eligiendo los mejores argumentos. El paciente espera en el quirófano, no nos podemos retrasar más, se requiere urgentemente transparencia o intervención.
Publicado esta semana en el Huffington Post
Foto: 'Surgeons at work'
http://www.flickr.com/photos/47061246@N00/166467691
Primero, es evidente que el tener a la gente desocupada supone un factor de riesgo de enfermedad (“antiterapia ocupacional”).
ResponderEliminarSegundo, la sociedad debe dar respuestas en su conjunto, pero para ello los agentes sociales y los individuos no deben estar condicionados por los poderes públicos.
Tercero, el recortar donde no se debe –y viceversa– muestra la catadura moral de los gobernantes.
Cuarto, no es necesario que nos adviertan desde afuera sobre nepotismo, corrupción y despilfarro internos; necesitamos que nos liberen del inmenso fango político.
Quinto, una partitocracia no es una democracia. Por eso, y por lo anterior, necesitamos una intervención.