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viernes, 4 de noviembre de 2011

Vilasterapia



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La literatura es esencial para entender el mundo. Somos palabras, estamos hechos de lenguajes.
Hace unos años descubrí lo que significaba la palabra literatura. Lo experimenté.

Ocurrió mientras leía un libro de Manuel Vilas, poeta y novelista español. Escritor de la talla de los grandes, que posee una cualidad que otros muchos perdieron: está vivo. Este detalle es imprescindible. Los poetas y novelistas contemporáneos son un grandísimo tesoro. Poder leerlos, poder escribirles, poder hablar con ellos... nos da la posibilidad de cerrer un bucle Hoffstadteriano y tener un insight, yo lo tuve.

Por eso recomiendo a todos mis pacientes, amigos y colegas que se regalen la lectura de Vilas. Es difícil que hayan leído algo semejante anteriormente.

Lo cierto es que la imaginación, el humor y la frescura que destila la obra de Vilas son regalos en estos tiempos grises se agradecen.

La sanación implica contactar con la belleza y el humor que todo ser humano contiene. Los poetas son necesarios para evocar, los novelistas para ayudarnos a viajar y conversar, los escritores para sacarnos de nuestro aburrido discurso interior. Manuel Vilas tiene oficio, sabe lo que hace, sabe lo que escribe. Esta pequeña crítica literaria no es imparcial. Está claramente condicionada por la certeza del que ha experimentado un nuevo sabor y tiene en su poder todas las razones para recomendarlo. Hoy la medicina que recomiendo no es ningún producto farmacéutico. Se llama Vilasterapia y consiste en una buena dosis de literatura de calidad a un coste asumible.





Traducción del poema Rimbaud del poeta W. H. Auden en el blog de Manuel Vilas.

Las noches, los túneles de los trenes, el cielo maligno,
Sus horribles amigachos nunca lo supieron;
Pero en este chaval la mentira de la literatura
Reventó como una tubería helada: el frío nos trajo a un poeta.

Las copas que le pagaba su lerdo y lírico amigo,
Sus cincos sentidos que saltan en pedazos, sistemáticamente,
Pusieron fin a la vaguedad del mundo;
Hasta que de la poesía y de la perdición se apartó con ganas.

El verso era una iluminación especial del oído;
Nunca fue suficiente la honestidad; otra vez
El infierno de los niños: había que intentar otra cosa.

Ahora, atravesando África al galope, soñó
Una vida nueva, tener un hijo, ser un ingeniero,
Una verdad normal para hombres que mienten.


The nights, the railway-arches, the bad sky,
His horrible companions did not know it;
But in that child the rhetorician’s lie
Burst like a pipe: the cold had made a poet.
Drinks bought him by his weak and lyric friend
His five wits systematically deranged,
To all accustomed nonsense put an end;
Till he from lyre and weakness was estranged.
Verse was a special illness of the ear;
Integrity was not enough; that seemed
The hell of childhood: he must try again.
Now, galloping through Africa, he dreamed
Of a new self, a son, an engineer,
His truth acceptable to lying men.




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