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martes, 2 de marzo de 2010
Empezar a dejar de hacer cosas, para hacerlas mejor
Excelente descripción y reflexión de un buen médico de familia asturiano:
Tuve que hacer un domicilio imprevisto. Pese a no formar parte actual de mi trabajo, por otras circunstancias, me tocó hacer un domicilio.
El barrio ha cambiado. Cuesta más aparcar. Han cerrado muchas tiendas. Los bares siguen llenos de exceso de mortalidad masculina. Y sus mitades, de no estar ahí, seguirán detrás de las ventanitas que empiezan a encenderse: en tareas conocidas y probables.
Las casas y las escaleras también se expresan. Sigue siendo necesario observar, escuchar las escaleras, las habitaciones.
Las preguntas al paciente empiezan preguntándole primero al barrio. Y auscultando las calles. Y revisando la historia clínica de los portales.
Subo caminando. Me gusta acariciar las paredes cuando subo. Un saludo sonriente desde algunas casas. Me abrazo sencillamente en el tercero. Con alegría, ambos, de sentirnos reconocidos.
El primer problema, por orden de aparición, no por orden de una importancia que no me atrevería a graduar, es el tiempo. Es necesario sacar la banqueta, sentarse y escuchar. Ver cómo se mueve la familia por la casa y cómo preguntan. Observar de reojo la pierna. Es el segundo problema. O lo que llamarían formativamente el motivo de consulta. Observo de reojo la mesa de la cocina (papeles, alguna estampa, las pastillas, objetos de costura), las tarteras al fuego. Tratar de adivinar de dónde viene el dolor más importante. El marido inquieto me hace una consulta en paralelo. Realmente es la consulta. La mujer me pregunta aprovechando las entradas y salidas del marido. No está bien. Pero de nuevo aquí va a ser difícil graduar quién se encuentra peor. Exploro la pierna. Pregunto lista de espera. Cuidados. Vida diaria. Expectativas. Resto de sillas de la familia. Nietos. Nos tenemos un perfecto cariño, una perfecta compasión mutua más allá de la consulta. El marido entra de nuevo a continuar con sus preguntas.
El diagnóstico clínico me lo hace ella perfectamente. Resuelvo. Aconsejo. Se me va la mano un poco aconsejando por el exceso de confianza.
Resuelvo hasta dónde puedo. Este es el tercer problema. El verdadero problema, aún siendo un problema verdadero, no está en la rodilla. La medicina. Familiar. Y comunitaria (me sorprendo que en Portugal en medio de una entusiasmante reforma no hayan contemplado la perspectiva comunitaria de la especialidad). La respuesta también me la da el paciente. Mirando también ella de reojo la casa, la mesa, las tarteras, a su marido, a la calle y al barrio.
El 99% del esfuerzo del gasto sanitario actual se hace en esa rodilla (entiéndeme con prudencia). Pero el problema no está sólo ahí.
Muchas de las consultas son procesos de acompañamiento (intensos, complejos, costosos personalmente para ambas partes) dentro de un sistema sanitario desorientado de lo que realmente son los factores determinantes de salud. Determinados sistemas de gestión, atención, evaluación, coordinación o formación pueden ser importantes, pero sólo cuando el sistema sanitario se oriente. La Atención Primaria no es Atención Primaria. Y el Centro de Salud no es el centro de la salud.
Hay que pensar sobre esto. Y no sólo tu y yo desde aquí, desvelados. Empezar a dejar de hacer cosas, para hacerlas mejor. O pensar cómo tendríamos que hacerlas si empezáramos a trabajar de nuevo. Muchos de los problemas no pueden solucionarse desde la consulta. No es sólo cuestión de tiempo, aunque lo sea. Es que muchos de los problemas no pueden ni deben solucionarse desde la consulta. El verdadero locus de control está en otro sitio.
Illgresi hace un loop en mi reproductor. Noto perfectos los dedos. Es bellísimo observar cómo pueden guardar la memoria intacta de ciertas paredes y de ciertos cuerpos.
Rafa Cofiño
En esta línea os invito a conocer un documento que elaboramos hace tres años, basado en la idea de "dejar de hacer"... ASANEC lo tiene colgado en su página en el siguiente enlace:
ResponderEliminarhttp://www.asanec.es/pdf/DEJAR%20DE%20HACER.pdf
Jose Luis Gutiérrez Sequera.