martes, 18 de enero de 2022

Los sanitarios en busca de sentido. Health professionals in search of meaning. 寻找意义的卫生专业人员。


Michelle Kingdom, Duties of gossamer, 2015.




Lo peor para mí de este tiempo de pandemia está siendo el ruido de fondo. Ese chapapote invisible pero oscuro y pegajoso que termina adherido al ánimo y al alma. Han sido muchas las jornadas con suave despertar que terminaron yéndome a la cama cubierto de ese alquitrán mezcla de miedo, nausea y fatiga. 


En los primeros meses me tocó hacer el duelo de la primera ola con la mitad de los ancianos de las residencias de nuestro pueblo en el cementerio y nosotros atendiendo al personal cubiertos con bolsas de basura. En la sexta ola padecer una sobrecarga máxima aderezada con lluvia de bajas laborales que terminaron de certificar la muerte de la Atención Primaria y el nuevo duelo consiguiente. 


A mi alrededor la mayoría de compañeros de fatigas sobreviven como pueden en este maremagno sin terminar de darse cuenta de que el sistema sanitario es ya una institución zombi que no podrá ser reanimada si no se aplican medidas extremas que ningún político se atreverá a tomar. 


Por eso la clara prioridad en este momento sería volver a encontrar sentido tras el Tsunami que ha terminado de arrasar la sanidad. Sentido para seguir atendiendo a la gente. Sentido para poder curar las heridas y aceptar las cicatrices que cada sanitario se ha ganado. Sentido para aprender a relacionarnos con una institución que nos ha maltratado y lo seguirá haciendo. 


Nadie está hablando de sentido en el mundo sanitario. Se habla de si tal tenista no se vacuna o de si hay que tomar tal o cual medida, de lo mal que lo hace tal político o lo terrible que lo hace tal otro. Pero no miramos el problema a la cara. ¿Sigue teniendo sentido trabajar como profesional sanitario? ¿Tiene sentido una sanidad zombi? ¿Tiene sentido seguir maltratando a los sanitarios?


Como la filosofía se ha retirado de los planes de estudio y la religión prácticamente también, será difícil que el personal consiga alguna agarradera de calidad fuera de sus contertulios e influencers de cabecera. Pero me temo que ni Ibai Llanos, ni Terelu, ni Belén Esteban tienen el empaque de Platón, Séneca o Shopenhauer. 


Por eso me apena que en el medio sanitario sigamos perdidos como pollo sin cabeza tratando de resolver el nudo Gordiano de la reforma del sistema sabiendo que más que una solución política lo que necesitamos es una nueva visión filosófica que nos permita priorizar, ordenar, potenciar y desmontar de forma armónica. 


Mi propuesta sería alejarnos un poco de ese ruido que nos rodea, de los titulares agresivos, de las incesantes búsquedas de polémicas de unos y otros, de los debates estériles. Acercarnos al silencio y si es posible un poco a la reflexión, y desde allí tratar de ordenar valores y prioridades personales que podamos compartir con familia y allegados en nuestros equipos de trabajo. No se trata de armar una revolución sino de tratar de ver con claridad y comprender que tanto nuestras instituciones como nosotros precisamos adaptarnos a un mundo cambiante que ya no es el de cuando éramos estudiantes. El sentido se esconde en ese silencio, en lo cotidiano, en lo verdaderamente importante. Rescatémoslo, nadie lo va a hacer por nosotros. 












Foto: Emilio Moneratti.





Health professionals in search of meaning.



The worst side of this pandemic time is the background noise. That invisible but dark and sticky tar that ends up sticking to the spirit and the soul. There have been many days of gentle awakening that ended with me going to bed covered in that tarry mixture of fear, nausea and fatigue. 


In the first months I had to mourn the first wave with half of the elderly people in our town's homes in the cemetery and us attending to the patients covered with rubbish bags. In the sixth wave, we suffered a maximum overload with a rain of sick leave that ended up certifying the death of Primary Care and the consequent new mourning. 


Around me, the majority of my fellow workers are surviving as best they can in this sea of confusion without fully realising that the health system is already a zombie institution that cannot be revived unless extreme measures are applied that no politician will dare to take. 


That is why the clear priority at the moment would be to find meaning again after the Tsunami that has devastated the health system. Sense in order to continue caring for people. Sense to be able to heal the wounds and accept the scars that each health worker has earned. Sense to learn to relate to an institution that has mistreated us and will continue to do so. 


No one is talking about meaning in the healthcare world. We talk about whether such and such a tennis player should not be vaccinated or whether such and such a measure should be taken, about how badly such and such a politician is doing it or how terrible the oposite politician is doing it. But we don't look streight to the problem. Does it still make sense to work as a health professional? Does it make sense to have a zombie health system? Does it make sense to continue mistreating health professionals?


As philosophy has been withdrawn from the curriculum and religion practically too, it will be difficult for ordinary people to get any quality grips outside of their usual talking heads and influencers. But I fear that neither Casey Neistan nor Rihana have the same quality as Plato, Seneca or Shopenhauer. 


That is why it saddens me that in the health sector we are still lost like a headless chicken trying to solve the Gordian knot of system reform, knowing that more than a political solution, what we need is a new philosophical vision that allows us to prioritise, order, strengthen and dismantle in a harmonious way. 


My proposal would be to move away from the noise that surrounds us, from the aggressive headlines, from the incessant search for polemics, from the sterile debates. We should move towards silence and, if possible, a little reflection, and from there try to order personal values and priorities that we can share with our family and friends in our work teams. It is not a question of creating a revolution but of trying to see clearly and understand that both our institutions and ourselves need to adapt to a changing world that is no longer the same as when we were students. The meaning is hidden in that silence, in the everyday, in what is really important. Let's rescue it, no one is going to do it for us. 









寻找意义的卫生专业人员。


自动翻译,抱歉有错误。


这个大流行的时代最糟糕的一面是背景噪音。那看不见的但黑暗而粘稠的焦油,最终会粘在精神和灵魂上。有许多天,我温柔地醒来,最后却被那种恐惧、恶心和疲劳的焦油混合物所覆盖而上床。


在最初的几个月里,我不得不哀悼第一波,我们镇上一半的老人家都在墓地里,而我们则用垃圾袋覆盖着为病人服务。在第六次浪潮中,我们遭受了最大限度的超负荷,病假雨,最终证明了初级保健的死亡和随之而来的新的哀悼。


在我周围,我的大多数同事都在这片混乱的海洋中尽力生存,却没有充分意识到卫生系统已经是一个僵尸机构,除非采取任何政治家都不敢采取的极端措施,否则无法恢复。


这就是为什么目前的当务之急是在摧毁卫生系统的海啸之后,重新找到意义。有了意义才能继续为人们提供关怀。理智是为了能够愈合伤口,接受每个卫生工作者赢得的伤疤。要学会与一个曾经虐待我们并将继续虐待我们的机构建立联系,就要有理智。


在医疗卫生界,没有人在谈论意义。我们谈论这样的网球运动员是否不应该接种疫苗,或者是否应该采取这样的措施,谈论这样的政治家做得多么糟糕,或者相反的政治家做得多么糟糕。但我们并没有直面问题。作为一个卫生专业人员工作还有意义吗?拥有一个僵尸式的卫生系统有意义吗?继续虐待卫生专业人员有意义吗?


由于哲学已经从课程中撤出,宗教实际上也是如此,普通人将很难在他们通常的谈话者和影响者之外获得任何高质量的掌握。但我担心,无论是凯西-尼斯坦还是里哈纳,都没有柏拉图、塞内加或肖本豪尔那样的品质。


这就是为什么我很难过,在卫生部门,我们仍然像一只无头鸡一样迷茫,试图解决系统改革的戈尔迪之结,要知道比起政治解决方案,我们更需要的是一种新的哲学视野,让我们能够以一种和谐的方式来确定优先次序、秩序、加强和拆除。


我的建议是远离围绕我们的噪音,远离咄咄逼人的头条新闻,远离不断寻求论战,远离毫无生气的辩论。我们应该走向沉默,如果可能的话,进行一点反思,并从那里尝试安排个人的价值观和优先事项,我们可以在我们的工作团队中与家人和朋友分享。这不是一个创造革命的问题,而是努力看清并理解我们的机构和我们自己都需要适应一个不断变化的世界,这个世界已经不再是我们当年的世界了。

domingo, 16 de enero de 2022

¿Qué ha pasado con la Atención Primaria española? What has happened to Spanish Primary Health Care?




Leo que los tutores de médicos residentes de familia van a dejar de serlo en bloque. Hace unos meses ocurrió igual con los directores de centros de salud. Me llegan noticias de jubilaciones anticipadas de compañeros y otras más numerosas de aquellos que manifiestan su deseo. Cada día más médicos de familia se plantean abandonar de una u otra forma. El número de profesionales que reconoce tener que tomar psicofármacos no para de aumentar. Los dos máximos responsables de mi dirección asistencial se han marchado y su lugar está ocupado provisionalmente por otros. Los directores de Salud Pública de varias Comunidades han dejado su cargo. 


El panorama de la Atención Primaria de Madrid está arrasado. En el resto de España van poco más o menos. ¿Qué ha pasado?


Hace unos días un periodista me lo preguntó. Traté de dar una respuesta corta y no fui capaz. Me enredé en mil razones. Al igual que pasa en una relación de pareja muy deteriorada todo es endiabladamente complicado para el que la sufre. No terminar de ver que lo mejor es separarse es uno de los platos más amargos que le pueden servir a cualquiera. Y como pasa en esos casos, desde fuera suele ser evidente. Una relación muerta solo es invisible para el que no quiere o puede verla. 


Si lo tuviéramos que resumir en una sola frase tal vez podríamos decir que se nos rompió la narrativa. Se quebró el marco teórico que sostenía la especialidad y la Atención Primaria y ahora solo queda supervivencia y atención precaria. Es verdad que atravesamos la mayor crisis sanitaria de la historia y que las circunstancias son excepcionales, es verdad que como dijo el sabio en desolación mejor no hacer mudanza. Pero aun así las cotas de sufrimiento personal y profesional que estamos viviendo han cruzado todas las líneas rojas. 


¿Tiene arreglo la narrativa? no puedo responder con certeza. Lo que si aventuro es que muchos quedarán severamente tocados y arrastrarán terribles cicatrices, otros quizás puedan recuperarse y olvidar. Pero el panorama de fondo no tiene visos de cambiar y eso va a terminar condicionando que terminemos aceptando lo que hay: hemos vuelto a la medicina de cupo de los antiguos ambulatorios. Dos minutos por paciente y sin sillas. Que pase el siguiente, esto es la Beneficencia. O la libertad, según quien hable. 


El el vasto panorama de los centros de salud seguramente queden algunos en verde que puedan seguir funcionando como antes. Pero la mayoría habrán pasado al amarillo, e irán muy justos, o al rojo y solo podrán sobrevivir la mayoría del tiempo. Puede que algún día la presión asistencial sea menor, pero ¿quién retomará las actividades premium puntualmente cuando lo habitual es dedicar toda la energía a atender listas interminables?


Quizá haya llegado la hora de dejar de enseñar a los residentes tanta ecografía y empezar a poner el foco en habilidades de supervivencia, manejo de presiones asistenciales muy altas y habilidades de comunicación con periodistas para visibilizar lo que hay. Llorar en la sala del café o en las redes sociales tal vez nos desahogue un poco pero si no llegamos a los telediarios pocos se enterarán. Y aun así seguramente no pase nada. 


Esa indefensión es probablemente lo peor, tener la certeza de que ningún político se atreverá a reformular el Sistema Sanitario. Parches seguirán poniendo pero de poco servirán con la estructura funcional y humana tan herida. La Sanidad seguirá involucionando a una Sanidad de mínimos tipo Beneficencia mientras las clases medias huyen a servicios privados sin tanta demora. Las altas hace tiempo que se fueron. 


Y ¿qué hacemos con la turba de gente con enfermedades y problemas que espera en la puerta?, ¿qué les decimos a todos esos hambrientos que llevan tanto tiempo siguiéndonos? Alguien bueno en su día aconsejó “dadles vosotros de comer” pero no es fácil cuando uno mismo tiene hambre y la muchedumbre es tan numerosa. 


Cifrarlo todo a la conciencia de cada cual es arriesgado. La filosofía personal, los valores profesionales y las creencias flaquean cuando a uno lo someten a tormento. Y créanme, llegar a casa hecho fosfatina y tirarse en el sofá a lamerse las heridas es tónica bastante general. Nadie aguanta la tortura mucho tiempo, nadie. 


Como ven he fracasado a la hora de proponerles una nueva narrativa. Me he centrado en contar lo que hay y es evidente que no pinta nada bien. Quedémonos con eso, con tratar de ver lo que tenemos delante. Solo si lo vemos como colectivo podremos dar una respuesta como colectivo. Y de momento, por increíble que parezca, seguimos completamente ciegos. Ninguna sociedad científica, colegio profesional o sindicato ha dicho nada nuevo. No es posible sin ver la profundidad de la herida y la gravedad del cuadro. Quedarnos en quejas múltiples o requerimientos superficiales no sirve de mucho cuando al paciente lo tenemos completamente desangrado. 


Ponernos de acuerdo para organizar un sepelio digno y enterrar de una vez un cadáver que ya hiede tal vez sea lo más sensato en este momento, por lo menos nos libraremos del mal olor. Y así poder aceptar que hemos pasado de ser especialistas en medicina familiar y comunitaria a médicos generales. Que hemos pasado de una Atención Primaria de salud a una medicina de Beneficencia donde cada cual hará lo que pueda sabiendo que ese es el objetivo real y no los contratos programas, carteras de servicios, comisiones, planes de mejora y libros blancos que hace mucho tiempo son papel mojado. 










What has happened to Spanish Primary Health Care?




I read that the tutors of family medicine residents are resigning. A few months ago the same thing happened with the directors of local health centers. I receive news of early retirements of colleagues and other more numerous ones of those who express their desire. Every day more and more family physicians are considering leaving in one way or another. The number of professionals who admit to having to take psychotropic drugs is increasing. The two top managers of my health care department have left and their place is temporarily taken by others. The directors of Public Health in several Communities have left their posts. 


The primary care landscape in Madrid is devastated. In the rest of Spain they are doing little more or less. What has happened?


A few days ago a journalist asked me. I tried to give a short answer and I was not able to. I got tangled up in a thousand reasons. Just as it happens in a very deteriorated relationship, everything is devilishly complicated for the one who suffers from it. Not being able to see that the best thing to do is to separate is one of the most bitter dishes that can be served to anyone. And as it happens in such cases, from the outside it is usually obvious. A dead relationship is only invisible to those who don't want to or can't see it. 


If we had to sum it up in one sentence, perhaps we could say that our narrative broke. The theoretical framework that sustained the specialty and Primary Care has been broken and now all that is left is survival and precarious care. It is true that we are going through the greatest health crisis in history and that the circumstances are exceptional; it is true that, as the wise man said, in desolation it is better not to move. But even so, the levels of personal and professional suffering we are experiencing have crossed all red lines. 


Can the narrative be fixed? I cannot answer with certainty. What I can say is that many will be severely affected and will carry terrible scars, others may be able to recover and forget. But the underlying panorama shows no signs of changing and that will end up conditioning us to accept what is there: we have returned to the quota medicine of the old outpatient clinics. Two minutes per patient and no chairs. Let the next one go, this is Charity. Or freedom, depending on who's talking. 


In the vast landscape of primary health centers, there are probably a few green ones left that can continue to function as before. But most will have gone yellow, and will be running very lean, or red and will only be able to survive most of the time. The pressure of care may someday be less, but who will resume premium activities on a timely basis when all the energy is usually devoted to attending to endless lists?


Maybe it's time to stop teaching residents so much ultrasound and start focusing on survival skills, managing very high care pressures, and communication skills with journalists to make what's out there visible. Crying in the coffee room or on social networks may let off some steam, but if we don't make the news, few will hear about it. And even then nothing will probably happen. 


This helplessness is probably the worst thing, being certain that no politician will dare to reformulate the healthcare system. Patches will continue to be put in place but they will be of little use with the functional and human structure so wounded. Healthcare will continue to devolve into a minimum Healthcare system of the Beneficence type while the middle classes flee to private services without so much delay. The upper classes have long since left. 


And what do we do with the mob of people with illnesses and problems waiting at the door, what do we say to all those hungry people who have been following us for so long? Someone good once advised "give them something to eat" but it is not easy when you are hungry yourself and the crowd is so large. 


To leave everything to one's own conscience is risky. Personal philosophy, professional values and beliefs falter when one is subjected to torment. And believe me, arriving home as a wreck and lying down on the sofa to lick one's wounds is quite a general trend. No one endures torture for long, no one. 


As you can see, I have failed to come up with a new narrative. I have focused on telling you what is there and it is evident that it does not look good. Let's stay with that, with trying to see what we have in front of us. Only if we see it as a collective will we be able to give an answer as a collective. And for the moment, incredible as it may seem, we are still completely blind. No scientific society, professional association or trade union has said anything new. It is not possible without seeing the depth of the wound and the seriousness of the situation. To remain with multiple complaints or superficial requirements is of little use when the patient is completely drained of blood.


Agreeing to organize a dignified burial and burying at once a corpse that already stinks may be the most sensible thing to do at this moment, at least we will get rid of the bad smell. And so we can accept that we have gone from being specialists in family and community medicine to general practitioners. That we have gone from Primary Health Care to a charity medicine where everyone will do what they can, knowing that this is the real objective and not the program contracts, service portfolios, commissions, improvement plans and white papers that have long been a dead letter. 







https://atensionprimaria.wordpress.com/2022/01/15/hasta-aqui-he-llegado/







miércoles, 5 de enero de 2022

Sexta ola. Sixth wave. 第六次浪潮

 




Nos toman por tontos, eso ya lo sabemos. Los políticos atienden sus agendas y priorizan lo que les permite sobrevivir. Sus conductas y omisiones los retratan. Y seguimos sufriendo esta pandemia con la sensación de que no hay nadie al mando.



Pero desde una consulta de centro de salud les puedo contar algunas cosas.


1. Los casos en esta ola están incrementándose más rápido que en otras.

2. La mayoría son asintomáticos o con síntomas catarrales leves.

3. Los centros de salud estamos de nuevo saturados.

4. Los hospitales casi, lo estarán en breve.

5. No sabemos con certeza si habrá más olas. 

6. Merece la pena seguir haciendo lo que funciona: ventilar, mascarilla (quirúrgica o FFP2) en interiores, evitar muchedumbres…

7. Traten con delicadeza a los sanitarios, estamos muy cansados. 




¿Cómo puede ayudar?


1. Tenga cuidado y cuide a su familia. 

2. Evite situaciones de riesgo innecesarias, protéjase.

3. No acuda al centro de salud por síntomas leves que puede autocuidarse como en otras ocasiones.

4. Si fiebre alta mantenida, falta de aire progresiva o síntomas de gravedad llame o acuda. 

5. Pida a los responsables políticos que inviertan en mejorar la sanidad pública. Envíe cartas, correos electrónicos, use sus redes sociales y a la hora de votar no se olvide de revisar si su político favorito ha hecho algo al respecto.

6. Salga a pasear y normalice su vida en lo que pueda. Los parques urbanos y la naturaleza son buenas opciones.

7. No se olvide de sonreír ni de escuchar a Bach.



Últimos estudios científicos que indican menor gravedad pulmonar e inflamación.







Sixth wave


They take us for fools, we know that. Politicians attend to their agendas and prioritise what allows them to survive. Their behaviour and omissions portray them. And we continue to suffer this pandemic with the feeling that no one is in charge.


But from a primary health centre practice I can tell you a few things.


1. Cases in this wave are increasing faster than in other waves.

2. Most are asymptomatic or with mild catarrhal symptoms.

3. Health centres are once again overcrowded.

4. Hospitals are almost, and soon will be.

5. We don't know for sure if there will be more waves. 

6. It is worth continuing to do what works: ventilation, mask (surgical or FFP2) indoors, avoiding crowds...

7. Treat the health workers gently, we are very tired. 




How can you help?


1. Be careful and take care of your family. 

2. Avoid unnecessary risky situations, protect yourself.

3. Don't go to the health centre for mild symptoms, you can take care of yourself as on other occasions.

4. If you have a high fever, progressive shortness of breath or serious symptoms, call or go to the health centre. 

5. Ask policy makers to invest in improving public health care. Send letters, emails, use your social media and when it's time to vote don't forget to check if your favourite politician has done anything about it.

6. Go for a walk and normalise your life as much as you can. Urban parks and nature are good options.

7. Don't forget to smile and listen to Bach.








第六次浪潮


机器翻译,原谅我的错误。


他们把我们当做傻瓜,我们知道。政客们关注他们的议程,并优先考虑能让他们生存的东西。他们的行为和不作为描绘了他们。而我们继续忍受着这种大流行病,感觉没有人在负责。


但从健康中心的实践来看,我可以告诉你几件事。


1. 这一浪潮中的病例比其他浪潮中的病例增加得更快。

2. 大多数人没有症状或有轻微的卡他性症状。

3. 卫生中心再次出现了人满为患的情况。

4. 医院几乎是,而且很快就会是。

5. 我们不确定是否会有更多的波浪。

6. 值得继续做有效的工作:通风,在室内戴口罩(外科或FFP2),避免人群。

7. 温柔地对待卫生工作者,我们非常累。




你能提供什么帮助?


1.小心并照顾好你的家人。

2. 避免不必要的危险情况,保护自己。

3.不要因为轻微的症状而去保健中心,你可以像其他场合一样照顾自己。

4. 如果你有高烧、进行性呼吸急促或严重的症状,请打电话或去健康中心。

5. 要求政策制定者投资改善公共卫生保健。发送信件、电子邮件、使用你的社交媒体,当投票的时候,不要忘记检查你最喜欢的政治家是否做了什么。

6. 出去走走,尽可能地使你的生活正常化。城市公园和大自然是不错的选择。

7. 不要忘记微笑和聆听巴赫的声音。



lunes, 3 de enero de 2022

La banalización del mal

 


Madonna con Niño (c. 1480) de Carlo Crivelli.




"Nos acostumbramos a la violencia, y esto no es bueno para nuestra sociedad. Una población insensible es una población peligrosa". 

Isaac Asimov




La construcción de sociedades del bienestar sigue una cuidada estrategia que lentamente, y con la máxima suavidad, convierte al ciudadano en consumidor. Esta transformación es la obra maestra del sistema de libre mercado y de sus dioses, Beneficio, Desarrollo y Prosperidad. Cambian pues las religiones, filosofías y dinámicas sociales quedando la ciudadanía abandonada a su suerte sin referentes útiles que la ayuden a orientarse en un entorno de complejidad creciente que se transforma cada vez más deprisa. Corremos sin parar avanzando a trompicones hacia ninguna parte en medio de un griterío ensordecedor donde cada cual opina y nadie guía. 


Todo parece valer y los valores se funden como cera en un relativismo moral en el que cabe todo. Mezclamos creencias a la carta en nuestras religiones privadas con las que tratamos de construirnos un modelo que nos explique el mundo y nos defienda de la desgracia. Pero solo conseguimos construir castillos de arena que las olas devoran fácilmente. Hoy es común terminar arrasado por la catástrofe vital o por el deterioro físico y mental de los que se quedaron viendo la televisión y se olvidaron de andar y de pensar. 


Por otro lado las instituciones sociales y los servicios públicos tradicionalmente sólidos también parecen disolverse en este mundo líquido que todo lo engulle. Basta con limitarles el presupuesto durante años para que terminen convirtiéndose en organizaciones zombi, ni muertas ni vivas, incapaces de desarrollar una labor de calidad. ¿Quién ayudará al enfermo, al agobiado, al moribundo, si los pobres sanitarios, que sufren de sobrecarga crónica y son obligados a trabajar en una cadena de montaje, terminan deviniendo en profesionales zombi?


El mal se ha banalizado y pasa a formar parte de nuestras vidas como un aditamento más que colocamos en una esquina para que no moleste mucho pero desde la que termina enredando más de lo que pensamos. Si dejamos entrar moscas en casa terminaremos sufriendo su pesada presencia. Ahora las moscas son edulcoradas y parecen molestar menos, o al menos nos damos menos cuenta desde que vamos por la vida con pantallas delante, gafas de realidad virtual, auriculares y demás complementos.


El hundimiento de las religiones tradicionales ha alejado de nosotros a los guardianes de la ortodoxia especializados en señalar las moscas, que en la pintura renacentista significaban al maligno. Sufrimos plagas de estos insectos sin que nada ni nadie parezca poder hacer algo al respecto. De hecho en las redes sociales muchos se acompañan de gordos y hermosos ejemplares con los que comparten exabruptos, maledicencias y todo tipo de mentiras. Hoy el que grita más es candidato a triunfador y muchos lo consiguen subidos en enormes y grasientos insectos alados. 


Con los grandes males no solemos tener problema, los vemos desde lejos y tratamos de aportarnos. Lo más difícil desde el principio de los tiempos ha tenido que ver con los males pequeños, esos que dejamos acercarse y que no tiene un aspecto peligroso. Por eso el símbolo de la mosca es tan acertado. Hoy seguimos enfrentando el mismo reto y como nos señaló Hanna Harent y el experimento de Milgram, la mayoría somos subsidiarios de convertirnos en poderosos agentes del mal si se dan las circunstancias adecuadas. 


Hoy el mal es que nuestro equipo de fútbol pierda o que ganen las elecciones los del partido que nos disgusta. Nadie habla del mal moral, de valores o de redención. La filosofía y la teología tradicionales quedaron circunscritas a ámbitos académicos especializados que no llegan ya a la plaza del pueblo. Allí imperan las imágenes de deportistas, actores y famosos que se pavonean mostrando sus fantásticas vidas. Y sin conversación posible no crecerá la semilla de la reflexión o el discernimiento. Seguirán vendiéndonos la moto, cada vez de forma más personalizada.







viernes, 31 de diciembre de 2021

Reprogramar los centros de salud. Reprogramming primary health centres.

 

 

 

(Dibujo de Nerea Casado)




Nos hemos acostumbrado a que nuestros aparatos electrónicos tengan sistema operativo. Una narrativa digital en forma de código que permite que funcionen. Sin ella ni el móvil, ni el ordenador ni el coche se pondrán en marcha, serían solo chatarra. De alguna forma también lo son cuando dicha programación queda obsoleta y deja de ser capaz de manejar aplicaciones o programas diseñados para versiones más actualizadas. En ese momento no témenos más remedio que cambiar a un nuevo aparato con el último sistema operativo disponible. Obsolescencia programada lo llaman.

 

Obsolescencia sanitaria

 

A muchas de nuestras instituciones, empresas y organizaciones humanas les está pasando esto. Elijan la que quieran, por mi parte me centraré en la que más conozco que es la sanitaria. Una estructura humana, tecnológica y estructural enorme con un gran presupuesto y una ingente capacidad de servicio y sostén social. Sin embargo llega un momento en que el diseño y la programación original quedan obsoletos lo que empieza a sobrecargar y sobrecalentar delicados circuitos, disminuir la capacidad funcional, dar fallos repetidos del sistema, quedarse colgada cada dos por tres y aumentar el malestar en los usuarios. Cuando es un teléfono el queda obsoleto lo cambiamos pero ¿qué hacemos cuando es la sanidad la que se ha vuelto zombi?

 

¿Inyectar recursos o hackear el sistema?

 

Los responsables y directivos se muestran incapaces de hacer frente a esta situación que no es solucionable únicamente inyectando recursos. No es un problema de gestión, es un problema de programación, de sistema operativo. Todo el capital humano, monetario, tecnológico que apliquen a un sistema con su programación obsoleta no funcionará, como no lo hace poner aplicaciones nuevas en un móvil antiguo que no las soporta. El vino nuevo en odres viejos nunca maridó bien como saben los que tengan familia en el pueblo o hayan leído el evangelio. 

 

Las propuestas de nueva programación son infinitas, cada colectivo profesional tiene las suyas, pero me temo que la cosa no va así. El programador suele ser alguien alejado del usuario (interno y externo) aunque tenga obligación de conocerlos. Por eso solo apuntaré algunas pinceladas para hackear el sistema en espera de que dispongamos de una nueva versión, que puede que tarde pero es inevitable que termine llegando. 

 

¿Podrá el sistema cuidar mejor a los sanitarios?

 

A nivel de gestión priorizaría la atención a los circuitos integrados de mayor calidad del sistema: los profesionales. Y lo haría cambiando el foco desde las métricas de cartera de servicios y programación asistencial, que probablemente se puedan automatizar sin mucho esfuerzo, hacia el cuidado, asesoría y sostén de los profesionales desarrollando para ellos nuevos servicios que mejoren su desempeño profesional y los protejan de la sobrecarga. Mejorar la gestión de “recursos humanos” y tratar de minimizar el maltrato profesional es fundamental si no queremos quedarnos con profesionales que en buena lógica cambian a puestos de trabajo mejores. 

 

¿Se apostará algún día por la autogestión?

 

A nivel de los centros de salud permitiría más autogestión de una vez por todas confiando en que muchas decisiones operativas son más eficaces si se toman desde el nivel que tiene que bregar con las mayores dificultades. Potenciaría el trabajo en equipo real que evite que unos profesionales tengan el doble de agenda que otros y que algo tan evidente como que un paciente sin cita con un motivo de consulta no complicado pueda ser atendido tanto por enfermeras como por médicos sea por fin una realidad. Aunque parezca mentira en la mayoría de los centros de salud esto sigue siendo imposible. Añadiría para compensar mecanismos de refuerzo de centros sobrecargados fomentando una nueva distribución de recursos proporcional al grado de complejidad que el mismo afronte así como otros de solidaridad que permitan que unos centros más descargados puedan apoyar a los que tengan más necesidad.

 

¿Conseguiremos dar máximo valor a la logitudinalidad?

 

Dentro de la consulta la programación debería priorizar ante todo la relación entre profesionales y pacientes que es el centro de todo el Sistema Sanitario. Para facilitarla se debería potenciar la longitudinalidad que se define como el tiempo que un profesional mantiene un destino y una población a su cargo. Esto permite que profesionales y pacientes se conozcan, mejora la información familiar y comunitaria por parte del profesional y la confianza y seguridad por parte del paciente. Solo será posible si se incentiva con vehemencia, no hacerlo hace que los profesionales busquen el cambio para mejorar turno, cercanía al domicilio o disminuir la complejidad del centro de salud. 

 

¿Asitencia sanitaria tipo “fast food” o “low food”?

 

Lo siguiente a priorizar serían los módulos de comunicación clínica y  reflexión, algo que precisa de tiempo y silencio. Una consulta con una agenda desproporcionada o con mucho ruido de fondo (llamadas, distracciones, pacientes sin cita, urgencias, avisos, compañeros que preguntan, puertas que se abren…) lo impiden por definición. Si el módulo de comunicación clínica falla y no hay suficiente escucha será imposible orientar correctamente la anamnesis. Sin una buena anamnesis y el suficiente silencio reflexivo no será posible que el módulo de reflexión oriente bien el caso. La asistencia tipo “fast food” produce gran cantidad de actos al día, pero de poca calidad. Es mucho más rentable priorizar el “low food” sabiendo que será más eficiente, protegerá al profesional y obtendrá mejores resultados en salud para el paciente y la organización.

 

Esto puede ser costoso para profesionales que han sido entrenados para desarrollar técnicas diversas, cirugía menor, infiltraciones, ecografía, crioterapia… que ocupan un tiempo que no siempre está disponible en una agenda que exceda lo recomendable. No es sencillo asumir una reducción en la cartera de servicios ni en el despliegue de habilidades profesionales, pero es necesario aplicar la máxima inteligencia y flexibilidad a la hora de evaluar la practica asistencial de cada cual. Sin un diagnóstico preciso del tipo de práctica, el tipo de centro de salud y el tipo de agenda seguiremos trabajando en modo piloto automático y seguirá creciendo la frustración y el queme profesional según pasa el tiempo. Para esto quizá una auditoría por pares sea una herramienta útil, con apoyo de las unidades de gestión cuando su ayuda sea requerida. 

 

El despotismo ilustrado en la gestión sanitaria (todo para el paciente pero sin el paciente, todo para el profesional pero sin el profesional) tiene los días contados siendo urgente redefinir los roles y las reglas del juego. Si no lo hace la propia organización lo hará el mercado, de hecho ya lo está haciendo compensando la pérdida de calidad del sistema público con un aumento vertiginoso de  servicios y seguros de salud privados. 

 

La reprogramación más difícil

 

Reprogramar el modo en que los ciudadanos interactúan con el sistema probablemente sea la parte más difícil, no porque sea compleja sino porque no es políticamente rentable y ningún partido apostará por medidas que le resten votos salvo que se consigan consensos que en el caso sanitario no son sencillos de obtener. Si no se logra que se haga un uso más prudente y correcto del sistema será imposible que este sobreviva. Los Sistemas Sanitarios tipo “barra libre” como el nuestro no tienen capacidad para asumir todo el malestar de una sociedad, ni tampoco los pequeños problemas de salud inherentes a la vida ordinaria susceptibles de ser manejados con autocuidados. Toda la energía que se decida a esto se retira de los pacientes más enfermos o potencialmente graves, de los más mayores o los más frágiles. Facilitar que la sociedad lo entienda y asuma su responsabilidad a la hora de usar bien la Sanidad es el primer paso para su supervivencia. Si no aprobamos esta asignatura pendiente tendremos que conformarnos con una Sanidad zombi que no será del agrado ni de gestores, ni de profesionales, ni de usuarios. 

 



Retrato anónimo, tumba egipcia, imperio romano tardío.




Reprogramming primary health centres.

 

 

Mainly all our electronic devices have operating systems. A digital narrative in the form of code that allows them to function. Without it, neither the mobile phone, nor the computer, nor the car will run, they would just be junk. In a way, they are also junk when that programming becomes obsolete and is no longer capable of handling applications or programmes designed for more up-to-date versions. At that point we have no choice but to switch to a new device with the latest operating system available. Planned obsolescence, they call it.

 

Health obsolescence

 

This is happening to many of our institutions, businesses and human organisations. Take your pick, for my part I will focus on the one I know best, which is the health sector. It is a huge human, technological and structural structure with a large budget and an enormous capacity for service and social support. However, there comes a time when the original design and programming becomes obsolete, which begins to overload and overheat delicate circuits, reduce functional capacity, cause repeated system failures, hang up every so often and increase user discomfort. When it is a phone that becomes obsolete, we replace it, but what do we do when it is the health system that has become zombie-like?

 

Do we inject resources or hack the system?

 

Managers and directors are incapable of dealing with this situation, which cannot be solved by injecting resources alone. It is not a management problem, it is a problem of programming, of the operating system. All the human, monetary and technological capital applied to a system with obsolete programming will not work, any more than putting new applications on an old mobile phone that does not support them. New wine in old wineskins never paired well as those who have family in the village or have read the gospel know. 

 

The proposals for new programming are infinite, each professional collective has its own, but I'm afraid that's not the way it goes. The programmer is usually someone far removed from the user (internal and external) even though he or she is obliged to know them. That's why I'll just point out a few tips for hacking the system while waiting for a new version, which may take a while but will inevitably arrive. 

 

Will the system be able to take better care of healthcare workers?

 

At the management level, I would prioritise attention to the system's highest quality integrated circuits: the professionals. And I would do so by shifting the focus from service portfolio metrics and care programming, which can probably be automated without much effort, to caring for, advising and supporting professionals by developing new services for them that improve their professional performance and protect them from overload. Improving the management of "human resources" and trying to minimise professional mistreatment is essential if we do not want to be left with professionals who logically move on to better jobs. 

 

Will there ever be a move towards self-management?

 

At the level of health centres, it would allow more self-management once and for all, trusting that many operational decisions are more effective if they are taken at the level that has to deal with the greatest difficulties. It would promote real teamwork that avoids some professionals having double the agenda of others and that something as obvious as a patient without an appointment with an uncomplicated reason for consultation can finally be attended to by both nurses and doctors becomes a reality. Believe it or not, this is still impossible in most health centres. In order to compensate for this, I would add mechanisms to reinforce overburdened centres by encouraging a new distribution of resources proportional to the degree of complexity they face, as well as other solidarity mechanisms that would allow some centres that are more overburdened to support those that are more in need.

 

Will we succeed in giving maximum value to logitudinality?

 

Within the consulting room, programming should prioritise above all the relationship between professionals and patients, which is at the heart of the entire healthcare system. To facilitate this, longitudinality should be promoted, which is defined as the time that a professional maintains a destination and a population under his or her care. This allows professionals and patients to get to know each other, improves family and community information on the part of the professional and confidence and security on the part of the patient. It will only be possible if it is vehemently encouraged; if it is not, professionals will seek to change in order to improve their shifts, be closer to home or reduce the complexity of the health centre. 

 


 

Fast food or low food health care?

 

The next thing to prioritise would be the clinical communication and reflection modules, something that requires time and silence. A practice with a disproportionate agenda or with a lot of background noise (calls, distractions, patients without appointments, emergencies, announcements, colleagues asking questions, doors opening...) prevents this by definition. If the clinical communication module fails and there is not enough listening, it will be impossible to orientate the anamnesis correctly. Without a good anamnesis and sufficient reflective silence, it will not be possible for the reflection module to orientate the case correctly. Fast food" care produces a large number of acts per day, but of poor quality. It is much more cost-effective to prioritise "low food" in the knowledge that it will be more efficient, protect the practitioner and produce better health outcomes for the patient and the organisation.

 

This can be costly for professionals who have been trained to develop diverse techniques, minor surgery, infiltrations, ultrasound, cryotherapy... that take up time that is not always available in a schedule that exceeds what is recommended. It is not easy to assume a reduction in the portfolio of services or in the deployment of professional skills, but it is necessary to apply maximum intelligence and flexibility when assessing the care practice of each one. Without an accurate diagnosis of the type of practice, the type of health centre and the type of agenda, we will continue to work in autopilot mode and frustration and professional burnout will continue to grow as time goes by. For this, perhaps a peer audit would be a useful tool, with support from the management units when their help is required. 

 

The days of enlightened despotism in healthcare management (everything for the patient but without the patient, everything for the professional but without the professional) are numbered and it is urgent to redefine the roles and rules of the game. If the organisation itself does not do it, the market will, in fact it is already doing so, compensating for the loss of quality in the public system with a dizzying increase in private health services and insurance. 

 

The most difficult reprogramming

 

Reprogramming the way in which citizens interact with the system is probably the most difficult part, not because it is complex but because it is not politically profitable and no party will go for measures that will take votes away unless consensus is achieved, which in the case of health is not easy to obtain. If a more prudent and correct use of the system is not achieved, it will be impossible for it to survive. Open bar" health systems such as ours are not capable of dealing with all the discomfort of a society, nor with the small health problems inherent in ordinary life that can be managed by self-care. All the energy that goes into this is withdrawn from the sickest or most potentially serious patients, the oldest or the most frail. Making it easier for society to understand this and to assume its responsibility for the proper use of healthcare is the first step towards its survival. If we do not pass this unfinished business, we will have to make do with a zombie healthcare system that will not be to the liking of managers, professionals or users.