viernes, 19 de enero de 2018

Sobre el sentido de la enfermedad






Mi mente ardió
Cuando tras las pruebas
Cáncer dijeron.





Hay palabras con un poder devastador. Ciertos diagnósticos producen estupor y temblores al hacer evidente nuestra levedad y ponernos delante y a las claras la cercanía de la muerte. 

No es sencillo dar malas noticias en el mundo sanitario. Hace unos días me tocó acompañar uno de esos diagnósticos terribles. La primera información la recibió del especialista de aparato digestivo, al que derivé sospechando enfermedad, que le contó lo que vio en la endoscopia. Su mujer me avisó del estado de nervios en que se hallaba sumido desde entonces. Programé una visita para hablar con él. No fue una consulta fácil pero conseguimos hablar del problema y de cómo lo estaba llevando, pudimos normalizar, dar empatía, animar y sugerir algún curso de acción en base a los verbos desahogar, comunicar, dejarse cuidar y dejarse acompañar. Ese mismo día tuve que atender a 75 personas más, como se suele hacer en otros países de escaso desarrollo. Si hubiera podido dedicar algo más de tiempo probablemente habría añadido calidad al encuentro, pero es lo que hay.

El hecho de que una enfermedad importante se constituya en una crisis vital nos hace habitualmente buscar sentido a la misma. Necesitamos respuestas. ¿Por qué me ha pasa esto a mí? ¿Qué he hecho yo para que me pase? ¿Qué sentido tiene? ¿Cómo lo superaré?

La enfermedad tiene el sentido que el que la padece quiera darle. Por sí misma es una manifestación neutra de un desequilibrio de la esfera física, psicológica, social o existencial de la persona o una combinación de estas. Desde antiguo sabemos que cada enfermedad se compone de una serie de síntomas (manifestaciones subjetivas, por ejemplo el dolor) y signos (manifestaciones objetivas, observables y medibles por un observador, por ejemplo la fiebre). El paciente experimenta sensaciones corporales además de emociones y pensamientos derivados de las mismas. Surgen ideas recirculantes en forma de preocupación y valoración o juicio de lo que está pasando junto a emociones de miedo, asco, disgusto, ansiedad o enfado. La intensidad de las mismas hace que sea difícil manejarlas y que las estrategias habituales de distracción, negación o huida no funcionen.

Los consejos de los demás tan poco suelen servir de mucho dado que van en la línea de lo que la gente hace ante problemas menores y es precisamente lo que no nos funciona. Por otro lado cuando acudimos a los servicios sanitarios suelen centrarse en diagnosticar y tratar la enfermedad y sus síntomas y dicen poco sobre cómo manejar los pensamientos y emociones que nos sobrepasan. Dentro de la sanidad son la enfermera de atención primaria y los médicos de familia los que suelen conocer bien a los pacientes y están en mejor posición para acompañar estos procesos y facilitar la generación por el paciente de narrativas que doten de sentido su situación vital y le ayuden a afrontarla y sobreponerse a la adversidad. 

Para poder hacerlo se precisa de una organización razonable. Con 76 pacientes en cinco horas de consulta no parece posible. Y si bien es verdad que esa cifra es extraordinaria y no habitual también lo es que el deterioro del sistema sanitario público nos va empujando lenta y progresivamente a consultas sobrecargadas, deshumanizadas y burocratizadas. Un tipo de medicina "de cupo" que se ejercía en este país hace muchos años típica de economías poco desarrolladas a la que parece que nos dirigimos sin que a políticos, ciudadanos o profesionales de la salud parezca importarles mucho.

No encontrar sentido a la enfermedad produce sufrimiento y aumenta el consumo de recursos sanitarios de forma ineficiente tanto para el paciente como para los demás. Y en una sociedad con menor tolerancia a la dificultad, redes familiares y sociales de sostén más débiles y menor capacidad de reflexión e introspección lo que la gente termina demandando es que la seden  de alguna manera para no tener que enfrentarse a tanto malestar. Terminamos haciendo barra libre de psicofármacos, entre otras cosas, sin que el paciente consiga experimentar el suficiente alivio.

Para dotar de sentido a la enfermedad es necesario hablar de ella, tomar consciencia de lo que sentimos, pensamos y experimentamos. Mirar de frente nuestros miedos, emociones y pensamientos más oscuros. Sacar a la luz el horror que imaginamos y los terribles escenarios que nos torturan. Para ello precisamos de narrativas habladas o escritas, necesitamos construir historias que nos muestren lo que hay para que lo podamos compartir y manejar mejor. Para que tengamos la oportunidad de llorarlo o desahogarlo y de esa forma nos podamos aliviar.

¿Quién favorece hoy esas narrativas cuando la gente no tiene con quién hablar sus problemas más profundos?

En un tiempo sin familias extensas ni amigos del alma, donde todos tenemos infinitos conocidos en redes sociales pero muy poca gente real a la que poder contar lo que nos preocupa, donde ya poca gente recurre a sacerdotes o religiosos para confesar sus problemas y pocos pueden permitirse económica o culturalmente un psicólogo, ¿quién va a acompañar nuestra enfermedad grave o nuestra muerte?

Yo no lo fiaría todo a lo profesionales de la salud. Si la tendencia es que tengan que atender a 76 pacientes cada día no quedarán muchos con una mínima salud mental cuando de verdad tengamos necesidad de ellos.





lunes, 15 de enero de 2018

¿Puede una enfermera atender un catarro?





Las preguntas simples frecuentemente no lo son. En el momento actual son pocas las enfermeras de atención primaria de nuestro país que hagan triaje o atiendan catarros/gripes en sus agendas. Dado que ya es posible por ley la prescripción enfermera y estas podrían recomendar paracetamol a sus pacientes parecería factible que nuestra organización sanitaria permitiese que en el pico estacional de enfermedades invernales las enfermeras pudieran intervenir en el cribado y cuidado de pacientes de forma autónoma, cosa que ahora es excepcional.

Son las enfermeras las que durante años llevan liderando la campaña de vacunación antigripal. Parecería lógico que una vez que termine la misma se dedicaran esos huecos de agenda a hacer triaje y/o atención de los procesos de enfermedad respiratoria alta no complicados que acudan al centro de salud.


¿Por qué no se hace?
¿Qué impedimentos técnicos, profesionales o institucionales existen?
¿Sería razonable implementar un cambio?


viernes, 12 de enero de 2018

Relato: La solución








Los problemas en apariencia irresolubles en ocasiones encuentran solución cuando alguien fuera del mismo se da cuenta de algo obvio que nadie desde dentro había podido ver. Es lo que ocurrió con el habitual atasco de enero en los centros de salud cuyas colas y esperas eran notorias todos los inviernos cuando el pico de demanda de catarros y gripes se encontraba con plantillas de vacaciones que nadie se preocupaba en suplir. La escena tuvo lugar en un centro de salud urbano de grandes dimensiones al que acudieron un sobrina de diez años con dolor de oídos y su tío de cuarenta y tantos con catarro. Cuando esperaban ante la consulta de pediatría la chica se dio cuenta de que las zonas de espera de las tres pediatras estaban atestadas y las de las enfermeras de pediatría prácticamente vacías. Lo mismo ocurrió luego en la zona de adultos, se lo hizo notar a su tío, uno de los periodistas sanitarios más prestigiosos del país. Antes de abandonar el centro preguntaron en la zona administrativa cuántos pacientes había atendido cada profesional esa jornada y se fueron con un dato que salió publicado al día siguiente en la prensa nacional con una aguda reflexión que trajo cola. Los sindicatos, colegios de enfermería y otras organizaciones corporativas protestaron pero nadie pudo negar lo evidente. Se crearon expontáneamente grupos de trabajo de enfermeras que estudiaron el asunto y propusieron que dado que la campaña de vacunación de gripe terminaba cuando la epidemia aparecía se podrían utilizar esos huecos de agenda para hacer triaje de pacientes sin cita y además asistencia y cuidados de las infecciones respiratorias altas no complicadas. Dado que se había aprobado hacía tiempo la prescripción enfermera no había inconveniente en que recomendaran descanso, líquidos y paracetamol como se había hacho toda la vida. Varios centros empezaron a hacerlo de forma expontánea con gran éxito y estupendos resultados. La prensa recogió estas iniciativas y se viralizaron por todo el territorio lo que terminó por superar uno de los puntos negros de la sanidad de aquellos días. Las enfermeras consiguieron en pocas semanas lo que gestores, políticos y médicos no habían logrado en décadas.









lunes, 8 de enero de 2018

Lávate más las manos y acude menos al médico estos días







Ya tenemos aquí la gripe de este año que como es natural producirá muchos contagios con los síntomas que ya conocemos y que en la gran mayoría de los casos se pueden controlar en casa con descanso y paracetamol.

Recordamos que la medida más eficaz para no contagiarse es lavarse las manos con frecuencia algo bastante barato y fácil de hacer.





Si no hay suerte y terminamos llevándonos a casa un catarro o una gripe puedes recordar en este enlace los consejos para aliviarte.

Como todos hemos padecido alguna vez un cuadro de este tipo recordamos que es normal tener fiebre y sentir malestar y debilidad.

Trata de acudir a tu médico de familia solo si lo consideras imprescindible. Si necesitas atención o cuidados una opción inteligente sería pedir consulta con tu enfermera que es una profesional de sobrada competencia cuyas agendas no se saturan tanto estos días.

Por una gripe o un catarro no deberías acudir a urgencias hospitalarias salvo que padezcas a su vez alguna enfermedad respiratoria o grave, o tengas alguna condición de riesgo.



domingo, 7 de enero de 2018

Relato: Balcania, Tabarnia, Vulcania





El domingo 7 de enero me publicaron en el diario El País este relato que me gustaría compartir con mis lectores.



Quan recordo als meus amics de Balcania, Tabarnia i Vulcania no puc evitar sentir una barreja de tristesa i conmiseración. Els tres territoris van ser arrasats per la obstinació i la ceguera humana, molt es va perdre. Les ferides eren tombes i profundes, després del desastre res va tornar a ser igual. Les fronteres van ser una solució de compromís que no va mitigar l'odió ni el dolor, tampoc va tornar a la vida tota la bellesa i el talent que va ser arrencat. En rares ocasions, les visites perquè quan inundé sentiments de difícil control no em compensa gaire el viatge. Amb freqüència sóc llorar al comprendre que jo tampoc vaig ser capaç de ser suficientment creatiu o compassiu per haver ajudat a trobar altres cursos d'acció diferents a l'enfrontament. Tal vegada hagués basat amb parlar amb els que van passar pel mateix, per llegir els llibres d'història o, possiblement, per haver-nos permès dubtar de les nostres certeses i la nostra idea de pàtria. Avui em refugio en la música i en la poesia, l'altre no em serveix.




When I remember my friends from Balcania, Tabarnia and Vulcania I can't help but feel a mixture of sadness and commiseration. The three territories were destroyed by obstinacy and human blindness, much was lost. The wounds were serious and deep, after the disaster nothing was ever the same. Borders were a compromise solution that did not alleviate hatred or pain, nor did it restore to life all the beauty and talent that was rippled away. On rare occasions I visit them since flooding me with feelings of difficult control does not usually compensate the trip. I often cry when I understand that I was not able to be creative or compassionate enough to help find courses of action other than confrontation. Perhaps it would have been enough to talk to those who went through the same thing, to read the history books or perhaps to have allowed us to doubt our certainties and our idea of a homeland. Today I take refuge in music and poetry, the rest is of no use to me.




Cuando recuerdo a mis amigos de Balcania, Tabarnia y Vulcania no puedo evitar sentir una mezcla de tristeza y conmiseración. Los tres territorios fueron arrasados por la obstinación y la ceguera humana, mucho se perdió. Las heridas fueron graves y profundas, tras el desastre nada volvió a ser igual. Las fronteras fueron una solución de compromiso que no mitigó el odio ni el dolor, tampoco devolvió a la vida toda la belleza y el talento que fue arrancado. En raras ocasiones las visito dado que al inundarme sentimientos de difícil control no me suele compensar el viaje. Con frecuencia suelo llorar al comprender que yo tampoco fui capaz de ser lo suficientemente creativo o compasivo para haber ayudado a encontrar otros cursos de acción distintos al enfrentamiento. Tal vez hubiera bastado con hablar con los que pasaron por lo mismo, por leer los libros de historia o quizá por habernos permitido dudar de nuestras certezas y nuestra idea de patria. Hoy me refugio en la música y en la poesía, lo demás no me sirve.













viernes, 5 de enero de 2018

Terapia ultrabreve en medicina de familia. A propósito de un caso



(El artículo también se puede leer en la revista Somamfyc, página 33)



Caso clínico


Un varón de veintitantos años acude a consulta refiriendo agobio, ataques de ira y emociones intensas que no puede controlar. Pese a que tengo una consulta atiborrada esa tarde no puedo evitar sentir compasión hacia él y decido escucharle lo mejor que pueda. Me pide permiso para leerme un folio doblado que lleva en la mano. Se lo doy y pasa a leerme lo que siente: lleva un mes descentrado, su vida no tiene sentido, discute con las personas que quiere y desean ayudarle, está enfadado con el mundo, sobretodo con él mismo, a veces experimenta mucho enfado y necesita desahogarse dando puñetazos (me enseña los nudillos descarnados), no encuentra alivio en nada siendo incapaz de distraerse, cree que tiene una depresión o algo peor, está fatal.

Me maravilla lo bien escrita que está su narración. Le pregunto si ha tenido oportunidad de compartirla con alguien lo que él niega.

Casos como este son muy frecuentes y las respuestas que damos en las consultas de medicina de familia muy diversas. Lo más habitual suele ser diagnosticarlos de trastorno de ansiedad y/o depresión, ofrecer escucha activa, dar psicofármacos y a veces una derivación a salud mental.

Yo decido aplicar terapia psicológica ultrabreve y arriesgarme a dinamitar la agenda de la tarde. En lugar de seis minutos disponibles precisaré emplear veinte para conseguir los siguientes objetivos:

1. Escuchar
2. Empatizar y contactar
3. Enfocar
4. Proponer
5. Red de seguridad

Para escuchar bien es necesario no tener prisa. En este caso el paciente leyó tranquilamente las dos caras de su escrito y luego añadió más información a medida que me interesaba por sus circunstancias personales, familiares y sociales. Era la primera vez que acudía.

El siguiente paso es conectar y dar empatía. Reconocer su dificultad y su sufrimiento. Aportar alguna imagen que le permita comprobar que le hemos entendido, que sabemos por lo que está pasando. Cuando lo conseguimos es habitual ver alivio en el lenguaje no verbal del paciente que relaja postura o cambia el gesto insinuando una sonrisa.

Conseguido el contacto pasamos a normalizar y enfocar. El paciente ha verbalizado que cree tener alguna enfermedad y experimenta falta de control en su vida, eso le agobia mucho como es natural. Devolver que no detectamos ninguna patología mental sino un sufrimiento intenso derivado de su momento vital permite al paciente reenfocar su discurso interior que tiende a ponerse en lo peor. Darse permiso para experimentar emociones intensas y dejar de autoagredirse por ello le coloca en una posición adecuada para encontrar una salida a su situación de bloqueo.

El teléfono interrumpe la conversación, la compañera administrativa me informa que tengo un aviso a domicilio de un paciente de otro centro de salud y dos personas sin cita que se suman a los que ya esperan en la puerta. Agradezco la llamada y continuo.

La propuesta que hago a continuación es triple: desahogar, respirar, esperar. El joven se siente como una olla a presión, cuando le invito a desahogarse lo entiende perfectamente. Le pregunto si hace alguna actividad física y responde que empezó el gimnasio el día anterior con buen resultado. Invito a su vez a verbalizar y a escribir, cosa que me acaba de demostrar sabe hacer perfectamente. También dejamos abierta la posibilidad de explorar otros cursos de acción que puedan aliviarle me dice que caminar y salir al campo le ayudan.

Dado que sus estrategias de manejo de emociones han fracasado le propongo que trate de sostener sus intensas emociones simplemente respirando, acogiéndolas sin lucha o huida explicándole que por muy desagradables o intensas que sean no tienen poder para hacerle daño. Me ayudo de un par de imágenes para ilustrarlo y comprobar que lo ha comprendido.

Por último le sugiero que tenga paciencia dado que el mundo emocional tiene un ritmo que si bien podemos facilitar o entorpecer no es susceptible de controlarse a voluntad. Pese a que responde que le cuesta me dice que lo entiende.

Descarto de momento recurrir a medicación o derivación a terceros dentro del sistema sanitario. Expongo que un psicólogo privado sí puede ser una opción para él si no consigue encontrar un interlocutor que le acompañe pero lo desestima por no poder costearlo. Ofrezco como red de seguridad una nueva consulta en dos semanas y la posibilidad de acudir antes si lo necesita.

Terminamos la visita con un fuerte apretón de manos y una sonrisa. Respiro hondo y salgo a una sala de espera atestada que me invita a rescatar mis mejores recursos para recuperar el retraso acumulado.



Comentario y revisión por pares.


La valoración del Psicólogo. Victor Amat @victoramat01



  • Me parece muy buena idea, presentar esta intervención

  • Es un ejemplo de praxis médica a la que, desafortunadamente, no estamos acostumbrados.

  • Gracias por compartirlo conmigo

  • Erickson probablemente hubiera estado orgulloso de compartir profesión contigo!
  • Por mi parte, poco que añadir: escucha empática, dejar fluir el relato del paciente, demostrar opciones creativas incubando ideas

  • Para.cerrar la sesión devolviendo al paciente sus propios recursos
  • Buena intervención y buen escrito!!


La valoración del Médico de familia. Maxi Gutiérrez @MAXIGJ


La terapia ultrabreve no fue tan breve.
Toda herramienta terapéutica necesita PERSONAS, ESPACIO y TIEMPO para poder ser desarrollada.


PERSONAS. Cuando la situación te la ponen delante en la consulta y uno sabe que puede aportar algo a aquello que está escuchando, me resulta complicado pensar que esto no va conmigo. Puedo pensar “¿Por qué a mi?” “¿Es enfermedad?” “¿justo tenía que ser hoy?”… da igual. Sólo queda conmoverse con el sufrimiento del otro (padecer-con) y tomar el asunto como propio para abordarlo en toda su extensión.
Somos elegidos para que nos cuenten lo que nos cuentan porque tenemos la capacidad de compadecernos. Y se manifiesta en el interés por la escucha de alguien que está pidiendo ser acompañado en aquello que le ahoga.
Sencillo de entender y difícil de evitar cuando uno está entrenado en compasión.


ESPACIO. Podemos discutir si es el entorno de la Atención Primaria de Salud el ámbito más adecuado para abordar este tipo de problemas. Si somos profesionales de la medicina para esta patología aparentemente banal. Si estamos formados para ello. Si… Podemos discutirlo y admito que habrá puntos de vista diversos pero manifiesto alguna de mis intuiciones:
- La cuestión es que las personas no encuentran muchos espacios en su vida donde alguien les escuche y les facilite ayuda. No vivimos en un mundo fácil para ejercer la ayuda entre iguales donde unos se acompañan a otros. Y no quiero decir que no sea responsabilidad de nadie, esta sociedad acostumbra a mantener relaciones superficiales donde los seres apenas se comunican más allá de lo que hacen. Vivimos en el hacer más que en el ser y así son nuestras relaciones.
- Aspectos como éste afectan a la salud de las personas. En lo físico: insomnio, ansiedad, auto-agresión,… En su sentido amplio: infelicidad, enfado, inquietud, desilusión,… En el miedo a enfermar, a tener algo incontrolable o peor… Cuestiones que no permiten vivir y que desencadenan todo tipo de alarmas. Esto es lo nuestro: la salud en todos los aspectos.
- Sin etiquetar ni sobrediagnosticar añadiendo carga de enfermedad a los problemas que son la vida y sus complicaciones. Explorando y normalizando para conseguir re-enfocar. Quitando el peso en lo que "se esperaría de” para “sentir lo que se siente” sin culpas ni limitaciones.


TIEMPO. Una de las claves de la Medicina de Familia es gestionar el tiempo. ¡Qué difícil gestión cuando tienes una agenda llena, un domicilio que acudir y dos pacientes que solicitan cita inmemorable!. ¡Qué difícil negar tiempo al sufrimiento humano que se presenta ante nosotros! Sólo queda priorizar y dedicar el tiempo a quien lo necesita (aunque a veces lo hagamos de forma injusta), poner en práctica estrategias aprendidas y esperar la comprensión de los que esperan sin desesperar. Solo eso y alguna cosa más que una vez escribí en “No he tenido tiempo”


Y así ocurre la terapia ultrabreve que se cierra por hoy con ese "fuerte apretón de manos” que habla de calidez, de humanidad y de que aquello que ha ocurrido en la consulta trasciende y supera al rol médico-enfermo para convertirse en algo sagrado.

Gracias por permitirme ser testigo y lector de esta consulta, Salva.

miércoles, 3 de enero de 2018

¡No!


Agenda de consulta 76 pacientes citados (incluyendo bajas, recetas y demás).



Quejarse sirve de poco.
Protestar no suele ser de ayuda.
Emitir comunicados es inútil.
Redactar una queja formal termina siendo papel mojado.




Ayer martes 2 de enero de 2018 otra médica y yo atendimos las consultas de cuatro médicos de familia.


Es un despropósito ante el que tan sólo diré:



¡NO!


  • Tratar a los ciudadanos como ganado no es digno.
  • Mal tratar a los profesionales de la salud tampoco.

martes, 2 de enero de 2018

Sanar el tiempo, sanar el género




Me publican hoy este artículo en el  Huffpost y lo comparto aquí con mis lectores y amigos. Feliz año nuevo. 





Las turbulencias sociales que todos experimentamos hacen que la aeronave humanidad se zarandee produciendo mucho miedo en el pasaje. Una de las consecuencias es que se nos enferman verbos y sustantivos lo que dificulta enormemente la comunicación y las relaciones.

La incertidumbre y el miedo nos llevan al futuro y al pasado. Pasamos mucho tiempo pensando lo qué va a pasar, construyendo escenarios e imaginando cursos de acción. Dilapidamos de esta forma nuestro capital de energía y recursos creativos, que se diluyen cual castillos en el aire sin servir para nada. También viajamos al pasado solazándonos en nuestros recuerdos favoritos lo que también es costoso en recursos personales e igualmente poco rentable. Nuestros verbos se quedan sin presente cuyo caudal es consumido por los grifos abiertos de pasado y futuro. El hilillo de agua de presente que queda termina gastándose malamente en alguna pantalla que nos ofrece distracciones audiovisuales o empachos de información o en una agenda sobrecargada donde se nos va la fuerza apagando fuegos infinitos.

Con los sustantivos obramos de otra forma al no poder manipular un tiempo que no tienen. Con ellos jugamos a batallas de género sin saber el riego que corremos ya que el lenguaje forma el armazón de la consciencia y si lo llenamos de conflicto contamina sin remedio la totalidad de la estructura.

Pareciera que no tiene importancia forzar el lenguaje diciendo plátana donde decía plátano o sillo donde decía silla. Permítanme el juego de palabras. Forzar como políticamente correcto decir melones y melonas donde antes se decía simplemente melones. Pero la tiene, y mucha, dado que añade un punto de conflicto que en lugar de crear igualdad, armonía y encuentro genera tensión y división al olvidar que el ser humano está formado por ambos géneros y los precisa a ambos por igual para vivir en equilibrio pero no a la vez.

En consecuencia andamos batallando con el tiempo y el género y nos quedamos sin presente y sin tranquilidad en una sociedad escapista y maltratadora que está olvidando el arte de ser y estar tanto con uno mismo como con los demás. Una cultura donde ellos están en conflicto con ellas, ellas con ellos y cada cual finalmente con uno mismo y con el resto.

Para cambiar el paradigma y sanar la locura que estamos construyendo es fundamental regresar al presente y recordar que es nuestra única posibilidad real de existencia plena. Mientras no miremos de frente el aquí y el ahora no sabremos lo que hay ni tampoco lo que es preciso hacer. Junto a esto es necesario construir dinámicas relacionales basadas en el buen trato. Tratarnos bien a nosotros mismos atendiendo las sensaciones, ideas, emociones y necesidades que haya en nuestro presente. Tratar en consecuencia bien a las demás personas, seres vivos, ecosistemas y objetos que nos rodean.

Cuando nos vamos de nuestro presente nos despistamos y desaparecemos para nosotros mismos y para los demás. Cuando damos un grito, un portazo o un golpe en la mesa nos estamos gritando y golpeándonos a nosotros mismos. ¿Quién escucha en primer lugar esa voz altisonante o recibe en sus propias carnes el impacto contra algo duro?

Olvidar el arte de estar presente y bien tratar nos termina enfermando al llenarse la vida de sinsentido, brusquedad y frío. No merece la pena. La vida es un privilegio que merece ser experimentado en plenitud. Cuando en ocasiones sentimos desazón, inquietud o malestar sin saber la razón tal vez deberíamos mirarnos los verbos y los sustantivos. Comprobar de vez en cuando cómo están nuestros tiempos y géneros no vaya a ser que por no haberlo revisado en meses tengamos las ruedas con poco aire y a punto de pinchar.

Y a los que convivan o tengan personas a su cargo también animaremos para que se interesen por la calidad de presente y de buen trato de los que les son dados. Mientras más consciencia y mejor trato sepamos dispensar mejor para todos.





jueves, 28 de diciembre de 2017

Relato: Excesos y defectos





Excesses and defects


After the sumptuous dinner she felt slightly unwell and went out to the bathroom for a moment. She could feel her hot head, wetting her face with cool water did her good. She lay for a moment on the sink, staring straight at the face returning by the mirror. She knew that weather-tanned face well. She was not afraid to look at it, though aroused her curiosity and a hint of wonder. The Christmas holidays of the last few days had been full of family and social events with an calories overloaded   and an excess of gifts and unnecessary expenses. Too much noise, she thought. And there she was, wrecking her thirst for meaning and love in the midst of a toilet. Despite being surrounded, she was irretrievably alone, and the worst of it all is that she knew she had abandoned herself completely.




Tras la opípara cena se sintió levemente indispuesta y se ausentó un momento al baño. Notaba la cabeza acalorada y mojar la cara con agua fresca la hizo bien. Se quedó un momento apoyada en el lavabo mirando de frente el rostro que devolvía el espejo. Conocía bien esa cara curtida por el tiempo. No le daba miedo mirarla, más bien la suscitaba curiosidad y una pizca de asombro. Las fiestas navideñas de los últimos días habían venido cargadas de eventos familiares y sociales con sobrecarga calórico-protéica y un exceso de regalos y de gastos superfluos. Demasiado ruido, pensó. Y ahí estaba ella, naufragando en un aseo su sed de sentido y encuentro. Pese a estar rodeada estaba irremisiblemente sola y lo peor es que sabía que ella misma se había abandonado por completo.




p




Després de l'opípar sopar es va sentir lleument indisposada i es va absentar un moment al bany. Notava el cap acalorat i mullar la cara amb aigua fresca la va fer bé. Es va quedar un moment recolzada en el lavabo mirant de front el rostre que retornava el mirall. Coneixia bé aquesta cara adobada pel temps. No li feia por mirar-la, més aviat la suscitava curiositat i un polsim de sorpresa. Les festes nadalenques dels últims dies havien vingut carregades d'esdeveniments familiars i socials amb sobrecàrrega protéica i un excés de regals i de despeses supèrflues. Massa soroll, va pensar. I aquí estava ella, naufragant en una condícia la seva set de sentit i trobada. Malgrat estar envoltada estava irremissiblement sola i el pitjor és que sabia que ella mateixa s'havia abandonat per complet.

martes, 26 de diciembre de 2017

Sanar la Navidad





El tiempo de Navidad es emocionalmente complejo:

  1. Se hace mucha vida en familia extensa incluyendo familia política.
  2. Las ausencias pesan especialmente.
  3. Se rememoran recuerdos y emociones intensas.


Está claro que no suele dejar a casi nadie indiferente, hay grandes defensores y grandes detractores. En cualquier caso tómatelo con calma y regálate algún paseo y mucha fruta para compensar los excesos dietéticos. Recuerda que el mejor regalo que puedes hacer a tus seres queridos es tu tiempo y atención, exáctamente lo mismo que a tí mismo.

Un servidor pasa estos días trabajando en el centro de salud sacando adelante el trabajo lo mejor que puedo. No son días fáciles para los profesionales de la salud, por un lado por la epidemia habitual de enfermedades invernales y por otro por las múltiples ausencias de personal de vacaciones que nunca se cubren. El conocido caos sanitario invernal que políticos y gestores no tienen voluntad de arreglar.

En lo posible no acudan a urgencias hospitalarias por cuestiones menores ni al centro de salud si su catarro puede ser manejado en casa con medidas habituales (aquí te dejo unos consejos para ayudarte a hacerse con él).

Permíteme felicitarte las Navidades y desearte lo mejor para este momento, estés dónde estés y hagas lo que hagas. Respecto al año nuevo esperaremos que traiga mucha luz y que seamos capaces de asumir las consiguientes sombras.




viernes, 22 de diciembre de 2017

Is it worth creating narratives? Merece la pena crear narrativas




Is it worth creating narratives?
Are they good for anything?


The most advanced technology created by humans is language. No modern invention exceeds its potential. It is true that we can travel to the moon or carry a computer in our pocket, but without language we would still be stuck in caves.

Societies create narrative frameworks that draw on memories, archetypes, heroes and mythologies. On this cultural layer, the individual will grow up incorporating family narratives from which the own ones will emerge. The ideas of the world and of oneself therefore have a common basis.

When adversity touches us, we go to our narrative reservoirs looking for answers, meaning and direction. Vital crises force us to weave new narratives, this time in the first person. It is not an easy task. We are all afraid to face fear, sadness or anger, and also what we think threatens or worries us. We usually defend ourselves by ignoring it and ignoring it, and in cases where it overflows us in a circular fashion.

No one teaches us how to deal with suffering and difficulty, since these are precisely the circumstances that will favour our growth and overcoming.

The first step when a vital crisis catches us is to become aware of it. It is perhaps the most difficult expert as we are in the art of negation, concealment and projection.

The second is to tell it, and as one's self is difficult we usually require the help of a listener. In doing so, we put into words those emotions and thoughts that we keep on our backs without being seen. To narrate is to materialize the formless, to convert into discourse the stinging magma of human suffering in order to share, understand or visualize it.

In the healing processes of all cultures, some dimension is included that favors narrative. Usually the sick person asks for help from his family or community. He begins to verbalize his discomfort or problem. If you don't find the answer, take one more step and go to a health professional. Through a clinical interview and a physical examination, the patient will enter into a dialogue in which the patient's original narrative is developed and enriched. From this point onwards, he or she will arrive at a proposal for diagnosis and treatment that will allow the person in time of illness to mark a course of action that will help him or her to emerge from the whirlwind of their life crisis.

New narrative components will emerge from the clinical encounter. The patient will tell his or her family and community what they have been told and they will give their opinion and advice in a cycle of variable length that may involve successive consultations, conversations and awareness raising.

Narrative can be oral, written or artistic expression such as music, painting or creative arts and crafts, textiles or culinary production. Everyone has their abilities, even those who define themselves as few words.

Narrating is therefore essential to find meaning, relief, rest or relief, elements for which pharmacopoeia and medical treatments do not always have an answer.

The technological explosion we are experiencing should not let us lose sight of something as important as this. When we suffer, we need to deploy the best communicative skills we have. A coffee talk or messages from Whatsapp will not be enough. Healthcare professionals may have to salvage our role in facilitating narratives. We may have to set an example by sharing our own as the humanist doctors of the last century did, combining novel and poetry writing with their sanitary obligations. What is not retractable is to remember that each one of us must form his or her own vital narrative, paying special attention to the dark night phases, which is when we need it the most. We have good examples, it is true that they are not as popular as athletes or fashion artists, but they are there, both in our families and communities and in literature, history and universal art. Let us learn from them so that we can be a help to others.




Merece la pena crear narrativas?
Sirven para algo?


La tecnología más avanzada que ha creado el ser humano es el lenguaje. Ningún invento moderno supera su potencialidad. Es cierto que podemos viajar a la luna o llevar un ordenador en el bolsillo pero sin lenguaje seguiríamos metidos en cavernas.

Las sociedades crean armazones narrativos que se ayudan de memorias, arquetipos, héroes y mitologías. Sobre esa capa cultural el individuo crecerá incorporando narrativas familiares de las que surgirán las propias. Las ideas del mundo y de sí mismo tienen pues una base común.

Cuando la adversidad nos toca acudimos a nuestros reservorios narrativos buscando respuestas, sentido y orientación. Las crisis vitales nos obligan a tejer nuevas narraciones, esta vez en primera persona. No es una tarea sencilla. A todos nos asusta mirar a la cara al miedo, la tristeza o la ira, también a lo que pensamos nos amenaza o nos preocupa. Solemos defendernos ignorándolo y en los casos en los que nos desborda dándole vueltas de manera circular.

Nadie nos enseña a manejar el sufrimiento y la dificultad siendo estas precisamente las circunstancias que favorecerán nuestro crecimiento y superación.

El primer paso cuando una crisis vital nos atrapa es tomar consciencia de ello. Es quizá lo más difícil expertos como somos en el arte de la negación, ocultación y la proyección.

El segundo es contarlo y como a uno mismo es difícil solemos requerir la ayuda de un oyente. Al hacerlo ponemos en palabras aquellas emociones y pensamientos que mantenemos a la espalda sin ser vistos. Narrar es materializar lo informe, convertir en discurso el magma urticante del sufrimiento humano para poderlo así compartir, comprender o visualizar.

En los procesos de sanación de todas las culturas se incluye alguna dimensión que favorezca la narrativa. Habitualmente el enfermo pide ayuda a su familia o comunidad. Comienza así a verbalizar su malestar o problema. Si no encuentra suficiente respuesta dará un paso más y acudirá a algún profesional de la salud. Éste, mediante una entrevista clínica y una exploración física, entablará un diálogo en el que la narrativa primigenia del paciente se va desarrollando y enriqueciendo. A partir de ella llegará a una propuesta de diagnóstico y tratamiento que permitirá a la persona en tiempo de enfermar marcar un curso de acción que le ayude a salir del remolino de su crisis vital.

Del encuentro clínico surgirán nuevos componentes narrativos. El paciente contará a su familia y comunidad lo que le dijeron y estos darán su opinión y consejos en un ciclo de longitud variable que puede implicar sucesivas consultas, conversaciones y tomas de consciencia.

La narrativa puede ser oral, escrita o ayudarse de expresión artística como música, pintura o creativa como manualidades, tejidos o producción culinaria. Cada cual tiene sus capacidades, incluso aquellos que se autodefinen como de pocas palabras.

Narrar es pues fundamental para encontrar sentido, alivio, descanso o desahogo, elementos para los que la farmacopea y los tratamientos médicos no siempre tienen respuesta.

La explosión tecnológica que vivimos no nos debería hacer perder de vista algo tan importante como esto. Cuando sufrimos requerimos desplegar las mejores capacidades comunicativas que tengamos. Una charla de café o unos mensajes de Whatsapp no bastarán. Tal vez los profesionales sanitarios tengamos que rescatar nuestro papel a la hora de facilitar las narrativas. Tal vez tengamos que dar ejemplo compartiendo las nuestras como hacían los médicos humanistas del siglo pasado compaginando la escritura de novela y poesía con sus obligaciones sanitarias. Lo que no es escamoteable es recordar que cada cual debe de conformar su propia narración vital cuidando especialmente las fases de noche oscura que es cuando más precisamos de ella. Tenemos buenos ejemplos, es verdad que no son tan populares como los deportistas o artistas de moda pero ahí están, tanto en nuestras familias y comunidades como en la literatura, historia y arte universal. Aprendamos de ellos para poder ser nosotros una ayuda para otros.

jueves, 21 de diciembre de 2017

Aprender a morir












Los seres humanos hemos sofisticado bastante una de las capacidades que nos han traído hasta aquí: el aprendizaje. Sin embargo nadie nos enseña formalmente a amar, manejar emociones, decidir o tomar consciencia. Tampoco a morir.

Como médico me interesa mucho la muerte. Se supone que todo lo que hago va dirigido a retrasarla. Tampoco los profesionales de la salud hemos recibido formación para ayudar a otros a morir. Es verdad que sabemos de cuidados paliativos y tenemos técnicas y medicaciones que facilitan el proceso de morir, pero hay aspectos cualitativos que no están presentes en la formación académica ni tampoco en la práctica clínica. Sabemos poner morfina subcutánea pero no se nos da tan bien el acompañamiento o la facilitación de este tiempo de vida tan delicado.

Tras terminar de leer Las cinco invitaciones de Frank Ostasesky lo primero que me surge es recomendar vehementemente su lectura. El autor dirige un hospicio en San Francisco donde lleva acompañando personas en el final de la vida desde hace treinta años. El libro resume su valiosa experiencia y permite que cada cual se acerque a su propia vida e impermanencia a su manera. Es una obra honrada escrita en primera persona donde queda clara la calidad humana del autor. No esperen recetas ni charlas magistrales, tan solo cinco sencillas invitaciones:






  • No esperes.
  • Da la bienvenida a todo, sin rechazar nada.
  • Aporta todo tu ser a la experiencia.
  • Encuentra un lugar de descanso en medio de los acontecimientos.
  • Cultiva una mente que no sabe.



  • Merece la pena atreverse a mirar a la muerte para arriesgarnos a tener una vida plena. El autor nos lo sugiere con el texto. Como lector doy fe de que se puede mirar la propia levedad cuando alguien nos da la mano y con paciencia facilita que nos hagamos las preguntas adecuadas.









    How can we learn to die?



    We human beings have sophisticated enough one of the capabilities that have brought us here: learning. However, no one formally teaches us to love, manage emotions, decide or become conscious. Nor to die.

     As a doctor, I'm very interested in death. Everything I do is supposed to slow it down. Nor have health professionals been trained to fully help others die. It is true that we know about palliative care and we have techniques and medications that facilitate the process of dying, but there are qualitative aspects that are not present in academic training or clinical practice. We know how to use subcutaneous morphine but we are not as good at accompanying or facilitating this delicate lifespan. 

    After I have finished reading The Five Invitations of Frank Ostasesky, the first thing that comes to mind is to strongly recommend his reading. The author directs a hospice in San Francisco where he has been accompanying people at the end of life for thirty years. The book sums up their valuable experience and allows everyone to approach their own life and impermanence in their own way. It is an honest work written in the first person where the human quality of the author is clear. Don't expect recipes or masterly talks, just five simple invitations:


    •  Don't wait.
    • Welcome everything, without rejecting anything. 
    • Bring your whole being to the experience. 
    • Find a resting place in the middle of events. 
    • Cultivate a don't know mind. 



     It is worthwhile to dare to look at death to gain a full life. The author suggests it with the text. As a reader, I attest that one can look at one's own impermanence when someone gives us a hand, and patiently helps us to ask ourselves the right questions.

    lunes, 18 de diciembre de 2017

    Afinar el encuentro






    Una de las consecuencias de la sanidad industrial de los países es el progresivo deterioro del encuentro clínico.  La sobrecarga de los profesionales de la salud con hiperburocracia o saturación de agendas, los sistemas de información mal diseñados, las múltiples interrupciones, la prisa, las esperas, la mala coordinación entre niveles...

    Estamos en una pendiente resbaladiza a la que se le está restando financiación, lo que aumenta el desnivel.



    Apunto cuatro consecuencias:

    1. Aumento del sobrediagnóstico y el sobretratamiento en los que reciben asistencia (más yatrogenia y problemas de seguridad del paciente).
    2. Aumento de las desigualdades en salud
    3. Aumento de la sobrecarga y el queme profesional en los sanitarios.
    4. Aumento del gasto por sobreuso y mala gestión.



    Abogo por desindustrializar los cuidados. Eso precisará:

    1. Conciencia social y uso mejorado del sistema sanitario.
    2. Mejor gestión y finaciación del mismo.
    3. Protección del profesional de la salud para que pueda trabajar con seguridad y sin sobrecarga.
    4. Responsabilización del ciudadano de su salud y enfermedad.


    lunes, 11 de diciembre de 2017

    Acompañamiento profesional en el sufrimiento extremo





    A los seres humanos no nos gusta sufrir. Cuando no nos queda más remedio que afrontar una situación difícil que nos desborda solemos pedir ayuda. Como profesional de la salud encuentro dos problemas en los pacientes que acompaño. El primero que cada vez les es más difícil compartir con familiares y amigos sus agobios. El segundo que la tolerancia a los mismos y la eficacia al manejarlos están disminuyendo.

    Ante esta inquietud me pregunto a quién acude la gente cuando experimenta sufrimiento extremo. Tomo la decisión de preguntarlo en twitter, red social que permite hacer encuestas con cuatro respuestas.

    La pregunta que se lanza es:
    ¿Qué profesional quieres que te acompañe en el sufrimiento extremo?

    Y las respuestas:

    • Psicólogo
    • Terapeuta alternativo
    • Asesor espiritual
    • Médico


    No pude incluir:


    • Enfermera
    • Equipo de cuidados paliativos
    • Ningún profesional, prefiero familia o amigos
    • Otros


    Como se ve metodológicamente esta encuesta no sirve para ninguna labor cuantitativa ni de investigación, es tan solo una pregunta, pero sí es posible obtener información cualitativa de valor.

    No defino lo que es sufrimiento extremo, dejando que al igual que la gente imagina el peor dolor posible en la escala visual analógica haga lo mismo aquí con el sufrimiento.

    El hilo de respuestas es muy interesante, sobre todo los comentarios en texto libre que constituyen de por sí una quinta opción, probablemente la más valiosa. Destacan un considerable número de respuestas que echan de menos la posibilidad de elegir una enfermera. Debo decir que en la primera versión del texto que usé incluí esa opción pero la sustituí por terapeuta alternativo para por un lado intentar cuantificar cuántas respuestas preferían otros paradigmas interpretativos y por otro  cuántos buscaban alivio fuera del sistema sanitario. De poder modificar las respuestas pondría enfermera/médico en la misma opción.

    La pregunta no se interesa por quién atiende el sufrimiento extremo o quién tiene la mejor capacitación para ello o sea finalmente quien lo haga. Busca dilucidar con quién pediría cita alguien que esté sufriendo mucho.

    Mi sensación al leer los distintos posicionamientos apoya la idea de la importancia de la identidad profesional. Cada cual ve el mundo sanitario y social desde el prisma de su formación y capacitación curricular. Esto suele favorecer animadversiones y guerras atávicas que conforman la desunión que caracteriza a los profesionales de la salud y que durante décadas ha permitido que su gestión en nuestro medio sea tan nefasta.

    Por otro lado hubo voces que con toda razón reivindicaban el trabajo en equipo, cosa que nos sigue costando y en muchas ocasiones no se logra conseguir. Se supone que la Atención Primaria se constituye en base a equipos, lo mismo los servicios hospitalarios. La realidad es que cada cual hace la guerra como puede predominando el trabajo en solitario.

    En cuanto al análisis de las respuestas analizo las 586 primeras respuestas.

    Psicólogo 24%
    Terapeuta alternativo 4%
    Asesor espiritual 16%
    Médico 54%

    Aproximadamente una cuarta parte asume que el sufrimiento extremo tiene para él naturaleza principalmente psicológica, un 16% espiritual. Esto me llama la atención, un 40% asume que la parte más difícil de su sufrimiento no será física.

    Por otro lado las tres primeras posibilidades que suman casi el 50% indican que el sufrimiento extremo no puede aliviarse dentro del sistema sanitario.

    Los que me conocen saben que aventuro un decrecimiento en los sistemas sanitarios públicos basado en la progresiva disminución presupuestaria y en el aumento de la complejidad, la edad y la polimorbilidad. Me surgen pues varias preguntas:

    ¿Qué papel debe jugar el sistema sanitario público a la hora de atender el sufrimiento extremo? ¿Controlar síntomas desde los cuidados paliativos y la salud mental? ¿Aportar la medicación necesaria? ¿Incluir terapias habladas o enfoques de enfermería y médicos que permitan comunicación de calidad?

    ¿Qué papel deben jugar los recursos no incluidos en el sistema sanitario? ¿Qué pasará con quien no pueda permitírselos por no tener recursos económicos o espirituales (carecer de fe o comunidad religiosa de referencia)?

    ¿Podrán las enfermeras hospitalarias y de atención primaria ser reconocidas por la ciudadanía como referentes a la hora de atender el sufrimiento extremo? ¿Pedirán cita con ellas si lo necesitaran?

    ¿Qué papel se supone que podrán desempeñar los médicos en un escenario de sobrecarga progresiva?


    Como ven más que respuestas he encontrado preguntas además de un interesante hilo de opiniones que condensa mucha sabiduría además de perplejidad e identidad corporativa. Agradezco la participación y vuelvo a constatar que las redes sociales son un instrumento muy valioso de comunicación que hay que manejar con extrema prudencia: podríamos decir lo mismo que con las armas de fuego, las carga el diablo.






    viernes, 8 de diciembre de 2017

    Levedad compartida

    Cuando uno se da cuenta de que no tiene nada que perder rasga el velo de la pluripotencia no por ser capaz de  acrecentar sino por todo lo contrario. Al encarnar la levedad superlativa, al tomar plena consciencia de la poca vida que le queda, por un momento tiene todas las posibilidades en la mano. Ese es el punto de apoyo del milagro y es el que esgrimo hoy para desplegar los suficientes versos que explosionando en el cimiento justo derrumben para siempre toda la soberbia que nos sobra.

    Sé tu también milagro como yo, sé tu también un verso enfebrecido. Entre los dos levantaremos sin esfuerzo una torre de viento, un torbellino de locura, una máscara hueca, una nueva forma de mirar el universo. No conozco nada más delicado que un encuentro, pocas cosas más sumamente misteriosas. Y ahí dejamos las huellas en la arena que la mar en un rato se beberá despacio. Esta noche es posible recordar que avanzamos. Queda pues liberado el testimonio. Y ahora, permíteme, voy a inflamar el mundo con esa llama que ya no puedo contener, de amor y gozo, de ciega confianza en lo incalificable.



    lunes, 4 de diciembre de 2017

    El lado oscuro del etiquetado de pacientes





    La medicina moderna aplica el método científico como base. Esto lógicamente es bueno y ha producido enormes avances pero también tiene sus pegas. Una de ellas es abusar del etiquetado y las taxonomías a la hora de categorizar la complejidad. 

    Efectivamente dividir una disciplina para estudiar sus componentes ha permitido incrementar el conocimiento, la dificultad estriba en que aplicar etiquetas a entidades complejas puede dar problemas éticos no deseados. 

    Es lo que está pasando con las estrategias de crónicos que dividen a ciertos pacientes en pirámides de riesgo y de intervención. Si se tiene determinada enfermedad se asignan recursos, si no se tiene no se asignan. Esta forma de clasificación no atiende determinantes sociales de salud ni componentes subjetivos de sufrimiento u otros.

    En lugar de fortalecer la Atención Primaria que es el mejor recurso disponible para atender y cuidar situaciones de salud complejas, en el domicilio y en la comunidad del paciente, se implementan estrategias que tratan de gestionar lo mismo desde el nivel hospitalario. Desde mi experiencia creo que esto no va a funcionar, terminará siendo más caro y aportará menos valor. El mejor curso de acción para atender la complejidad sigue siendo manejarla donde más información blanda del paciente tenemos que es la consulta de enfermería y medicina de familia en buen tándem con el hospital para solucionar problemas puntuales. Si le dan la vuelta no funcionará igual, por mucho que apliquemos narrativas de marketing norteamericanas del mismo sello que la filosofía de Kaiser Permanente que ha sido la impulsora de estas estratificaciones.



    Recomiendo leer el interesante editorial sobre el tema de Laia Riera Armengol en la revista Atención Primaria.



    viernes, 1 de diciembre de 2017

    Europa





    Muchos han olvidado que Europa es nombre de mujer, de belleza apolínea, de ojos iridiscentes. Un dejarse llevar por la brisa, una trémula dejadez capaz de seducir al mismo hálito divino. Sin saberlo ella porta la corona que dicta el futuro de la humanidad. Estamos abocados a crear un nuevo Olimpo cuyos moradores serán seres con capacidades especiales y las mismas miserias que los originales. Todo arderá, todo será hecho nuevo. Y ella volverá a ser la que permita que los hombres puedan ser fecundados por los dioses.






    Viele haben vergessen, dass Europa ein Frauenname, apollinische Schönheit, irisierende Augen ist. Ein sich von der Brise mitreißen zu lassen, eine zitternde Letalität, die den göttlichen Atem an sich verleiten kann. Ohne es zu wissen, trägt sie die Krone, die die Zukunft der Menschheit diktiert. Wir widmen uns der Schaffung eines neuen Olympus, dessen Bewohner Wesen mit besonderen Fähigkeiten und dem gleichen Elend wie die Urformen sein werden. Alles wird brennen, alles wird neu gemacht. Und es wird derjenige sein, der den Menschen erlaubt, von den Göttern befruchtet zu werden.

    (Automatische Übersetzung, Entschuldigung für die Fehler)